Gobernar es escuchar. Las competencias conversacionales que tenemos como personas son aspectos básicos que definen la calidad de nuestras relaciones, y si hablamos de gobierno, estas competencias son todavía más importantes si queremos evaluar la relación de las autoridades con la sociedad.

Las competencias conversacionales más importantes son la escucha y los actos del habla como las afirmaciones, los juicios y las declaraciones. Al hablar podemos hacerlo declarativamente o indagatoriamente. Escuchar e indagar son las competencias más importantes de un gobernante.

El gobernante debe promover espacios de escucha y de habla, momentos de indagación. Y sólo después del habla indagatoria pueden venir las proposiciones, los juicios y las declaraciones.

Los mexicanos estamos acostumbrados principalmente a emitir juicios antes de escuchar, antes de indagar, y somos muy proclives a hablar a través de un habla declarativa y no indagativa. Esta forma de ser nos provoca muchos problemas y una incapacidad para llegar a acuerdos o a declaraciones constructivas.

Muchos de nuestros problemas actuales vienen de estas incompetencias. Si a esto le añadimos todo el ruido, distracción, prejuicios, ignorancia y caos producto del bombardeo diario de lo que surge en redes sociales, el escenario de no escucharnos y de no entendernos es cada vez más difícil y complicado.

O quizá esto no es tan nuevo ya que la imagen de la Torre de Babel se sigue multiplicado al infinito, ya no sólo por la separación entre los lenguajes del mundo, si no por las incompetencias que tenemos dentro de nuestro propio idioma en el manejo que hacemos de las actos del lenguaje y escucha.

Un programa o plan de gobierno es una oportunidad para promover las conversaciones necesarias con todo los actores sociales. El Congreso del Estado ha recibido el Plan Veracruzano de Desarrollo, y seguramente lo va a avalar, pero ese no debe ser el punto final, sino el inicio de múltiples conversaciones con la sociedad. La escucha no termina con el plan de gobierno, la escucha debe comenzar con el plan de gobierno.

El Plan Veracruzano de Desarrollo no puede ser una proposición cerrada, debe ser una indagación, debe abrir los espacios y momentos de conversación con todos los grupos, intereses, organizaciones, sectores, etc.

Por lo que toca a los temas de derechos humanos y de seguridad pública, las autoridades tienen la oportunidad de abrir espacios con defensores, expertos, académicos, organizaciones, víctimas, etc. Reuniones donde se indague y escuche en primer lugar, y a partir de ahí construir y acordar compromisos de coordinación de acciones.

El lenguaje y las conversaciones son coordinación de coordinación de acciones, y a partir de ahí se coordinan otras acciones, se establecen acuerdos, se hacen compromisos, declaraciones, realidades nuevas. Exactamente así también tiene que ser en el espacio público y ante los problemas públicos.

Los problemas públicos pueden ser atendidos desde la apertura a nuevos aprendizajes a través de una escucha y un habla diferente. Los gobernantes tendrían que aprenden a propiciar conversaciones que deriven en compromisos y coordinación de acciones.

No solamente se requieren recursos públicos, se necesita construir un plan o un programa a través de encuentros con la sociedad, establecer acuerdos, coordinar nuevos proyectos, a partir de la indagación y la escucha. La pregunta obligada sería si nuestras autoridades de todos los niveles están capacitadas, entrenadas y tienen las competencias para establecer estos espacios y momentos de escucha e indagación.

La construcción de paz, el respeto a los derechos humanos, la atención a las diferentes violencias, deben partir de estas nuevas habilidades, y no de nuestra actual incapacidad para escucharnos, para emitir juicios fundados, para emitir proposiciones sin haber escuchado o indagado antes.

El Plan Veracruzano de Desarrollo no debe ser un documento estático, debe ser un documento vivo, un punto de partida para de encuentro social permanente de nuevas conversaciones y nuevas coordinaciones de acciones.

Un ejemplo de esto o una buena experiencia han sido las mesas de trabajo del Gobernador del Estado con los colectivos de familiares de personas desaparecidas. También la atención que ya se está haciendo con casos de víctimas por violaciones de derechos humanos. Igualmente los encuentros, reuniones y conversatorios que se han llevado a cabo con organizaciones de la sociedad civil, organismos de derechos humanos y agencias de cooperación, para ir estableciendo acuerdos y colaboraciones, así como diseñar un Modelo Integral de Atención Interinstitucional e Interdisciplinario en materia de víctimas de desaparición.

Así, los días 28, 29 y 30 de marzo pasado se desarrollaron mesas de trabajo para escuchar e indagar sobre atención a víctimas, búsqueda e identificación, así como acceso a la justicia y la reparación, con más de 20 organizaciones. A estas mesas conversatorias asistieron representantes del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), la Oficina en México de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH), la Agencia de Cooperación Alemana (GIZ), el Instituto para la Seguridad y la Democracia (INSYDE), El Instituto Mexicano para los Derechos Humanos y la Democracia (IMDHD), IDHEAS-litigio estratégico, Equipo Mexicano de Antropología Forense (EMAF), FUNDAR, Centro Agustín Pro, SERAPAZ, PUCPAZ de la Universidad Veracruzana.

La idea de democracia no equivale a un modelo estático. Los diseños institucionales de las democracias modernas son estructuras en cierta forma estáticas y, como su nombre lo dice, institucionales y legales. Sin embargo, el funcionamiento de los gobiernos puede establecer prácticas novedosas de diálogo social, de escuchar, indagar y hacer compromisos sociales donde la confianza se construya y reconstruya en cada conversación y encuentro.