La escritora Raquel Castro estuvo en la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2019, donde presentó el libro Cómo escribir tu propia historia, en coautoría con Alberto Chimal. Posteriormente, en entrevista para Universo, dijo que no se debe presionar a los niños y a los jóvenes a tener gusto por la lectura, pues cuando algo les gusta lo harán sin que sean obligados. 

Nunca he visto un letrero que diga juega videojuegos 20 minutos al día o habla por teléfono con tu novia 15 minutos al día, así que tenemos que ver a la lectura como una actividad gozosa, de deleite, en lugar de algo obligatorio. 

”Leer no tiene que hacerte mejor persona, no lees para encontrar algo útil, sino porque te diviertes, así que invito a la gente que se dé el chance de encontrar libros que la diviertan.” 

Contó que escribe desde que era muy niña porque le divertía mucho, no lo veía como una fuente de trabajo. Posteriormente decidió estudiar la Licenciatura en Periodismo y Comunicación Colectiva en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). 

Raquel Castro es guionista, escritora, traductora y periodista; ha publicado varias novelas de literatura infantil y juvenil, además de diversas antologías de cuentos. 

Obtuvo el Premio Nacional de Periodismo de México en 2000 y 2001, como parte del equipo de Diálogos en Confianza de Canal Once. Su novela Ojos llenos de sombra ganó el Premio Gran Anular 2012. 

 

¿Cómo combina la literatura con el periodismo y la comunicación? 

No me parece que sean ámbitos alejados, la literatura es una forma de comunicación. El problema que tiene la carrera de Comunicación es que abarca mucho, son muchísimas las cosas que entran en ella y una de ellas es la escritura. 

A la hora de elegir una profesión, lo que tenía claro era que quería escribir, entonces me puse a buscar carreras relacionadas con la escritura y descubrí muy a tiempo que en Letras solamente se analiza lo que otros escribieron, pero vi que en el periodismo sí se escribe, entonces fue cuando dije: Más bien yo soy de este lado”. 

Al ejercer la profesión lo primero que encontré fue que no me gustaba hacer entrevistas, me daba mucha pena acercarme a una persona que no conocía, era muy tímida. 

En cambio, hacer guiones resultó ser una actividad muy solitaria y tranquila para mi gusto, así que me dediqué a ello y poco a poco fui aplazando mi deseo de escribir cuentos u otro tipo de historias, tardé mucho en regresar a este lado, aunque siento que transité por el camino natural de comunicar, de compartir, de querer contar historias y el guionismo no era suficiente, además de que en México resulta ser una actividad muy cara, así que decidí escribir estas historias como cuentos, así regresé a mi primer amor. 

 

¿Escribir sigue siendo una diversión o ya es un trabajo? 

 Nunca he podido ver a la escritura como trabajo. Tengo un trabajo de oficina, de lunes a viernes, de 10:00 a 19:00 horas, haciendo oficios; manejo el ofiñol, que es el español de la oficina, con cierta maestría, y cuando tengo que ir a una feria del libro pido permiso o la dejo para los fines de semana. 

Para escribir he tenido que usar ratitos perdidos en las mañanas, en las noches y a la hora de la comida, entonces sigo viéndolo como una actividad que hago por gusto. 

 

¿Consideras que la literatura infantil es un género complicado? 

Me gusta pensar que el énfasis se tiene que poner en la palabra “literatura” y no en “juvenil” o “infantil”, si escribes algo con honestidad y con amor a las palabras –nuestras herramientas–, serán los lectores los que lleguen a la obra. 

No podemos definir al lector por su edad, porque puedes encontrar a niños de nueve años que han leído mucho y adultos que han leído poco, entonces esto nos muestra que la capacidad lectora no depende de la edad. 

Sin embargo, reconozco que mi tono, mi sentido del humor, los temas que me interesan, de algún modo empatizan más con la gente joven, lo que me parece algo muy bueno. En esta época en que hay tantos distractores desde Facebook, Twitter, YouTube, Netflix, Candy Crush, que alguien joven decida abrir un libro que fue escrito por mí, es una maravilla, me sigue pareciendo milagroso y sorprendente, me encanta. 

 

¿Hay manera de que el libro pueda competir con todos estos distractores? 

Creo que no se trata de competir, para todo hay público, para todo hay gente. Estamos en una época muy visual y obviamente los libros no van a tener el éxito o cantidad de personas que tiene una serie de televisión, pero sabrás que quien lo agarre lo hace por gusto, al menos que se lo dejen de tarea en la escuela, entonces odiarán al autor para toda la vida. 

En general, lo que se puede hacer es no tratar de competir sino dejar que cada uno de los medios se haga del mejor modo posible y lo que le queda mejor para tener seguidores. 

En ese sentido, si escribo una historia cuidando el lenguaje para que quede bien narrada, haciendo personajes verosímiles y creíbles, no tratando de dar moralejas porque para eso está la escuela y no le toca a la literatura, quiero pensar que los lectores que se acerquen pasarán un buen rato, por lo tanto aumentarán las probabilidades de que haya más lectores. 

 

¿Los libros electrónicos son una opción para atraer a los jóvenes? 

Creo que no hay ningún pleito entre el libro electrónico y el libro en papel. Es un mito pensar que el libro electrónico llegará a todo el mundo; es cierto que para las personas privilegiadas que tengan una tableta o un lector de libros electrónicos (Kindle) hay más probabilidad de que descarguen cosas, pero la mayor parte del país no tiene esta situación. 

Sólo será posible que lleguen libros a la mayor parte de las personas a través de un sistema de bibliotecas eficiente y un cambio cultural en el que no queramos poseer los libros, sino que nos inclinemos más a la idea de compartirlos, eso beneficiaría más a lectores y escritores, aunque no beneficiaría al mercado porque serían menos libros los vendidos. 

 

¿Qué opina que en las ferias de libros cada vez haya más espacio para la literatura infantil y juvenil? 

Es algo maravilloso, tener la posibilidad de que niños y jóvenes dialoguen con los autores, que vean que la relación autor-lector es horizontal, que tengan la libertad de opinar sobre su libro favorito e incluso preguntar sobre la profesión de escritor, eso acerca mucho a las personas. 

Cuando era niña no había ferias de libro infantil, no había literatura infantil como ahora, incluso existía la idea de que los autores era gente muerta, que habían fallecido hace 100 años; la posibilidad de las ferias de libros enriquece mucho la relación de la gente con la lectura, la vuelve una actividad viva.