La nominación de Enrique Jackson Ramírez como candidato plurinominal del PRI -en un lugar que le garantiza la curul en la próxima cámara de diputados federal- cayó bien en varios círculos del tricolor.

Por ejemplo, significó un reconocimiento para los representantes del priismo histórico que se nominara al político sinaloense nacido en Los Mochis apenas hace unas seis o siete décadas (¿cuál será el gentilicio para los oriundos de esa ciudad norteña: mochos, mochilones, mochilotas?). Y es que Jackson tiene un largo y envidiable historial partidista, que comenzó desde muy abajo en el escalafón tricolor y se proyectó a las alturas en 1991, cuando tomó posesión como Presidente del PRI en el Distrito Federal, donde hizo mucho ruido en los dos años en que estuvo al frente de las huestes chilangas, que en ese entonces eran mayoría en la capital del país.

Su hoja de servicios dentro del partido también registra la Presidencia de la Fundación Colosio en 1995, donde encabezó a un grupo de intelectuales funcionales del partido que dieron base y sustento teórico, y renovaron a un priismo que empezaba a adocenarse.

Enrique Jackson también ya fue diputado priista en 1997, dentro de la LVII Legislatura, y en el año 2000 fue electo Senador de la República. Durante todo el sexenio foxista, el senador Enrique Jackson fue coordinador del grupo parlamentario del PRI, que tuvo que aprender a dar la batalla como oposición por primera vez en su historia. El liderazgo del sinaloense hizo caminar con celeridad el camino lleno de abrojos para un priismo que aprendió con él a ser oposición inteligente y efectiva.

Hay que señalar asimismo que en octubre de 2011 fue designado como Secretario Técnico del Consejo Político Nacional del PRI, y a la fecha continúa en ese puesto honorario, honorable y muy sensible.

Aspirante a la candidatura presidencial y a la presidencia nacional de su partido, Jackson es un priista emblemático, dueño de un liderazgo discreto aunque muy efectivo. A través de su figura se proyectan muchos grupos al interior del partido y su palabra es respetada.

Por eso es que los priistas de cepa están de plácemes con esta designación, y no son pocos los que esperan que en su momento sea nombrado coordinador de la bancada en el Congreso, donde sucedería a otro priista histórico, Manlio Fabio Beltrones, cuyo efectivo trabajo tendría una segura continuidad. Todos están seguros que Enrique Jackson será un aliado inigualable para el presidente Peña Nieto, y que aportaría su conocimiento, su experiencia y su talento para sacar adelante muchos temas de la agenda nacional que ahora parecen atorados.

Y al priismo veracruzano no le caería nada mal que llegara este experimentado político, que desde hace algunos años nos ha venido aportando su conocimiento político, forjado desde las aulas de la UNAM en su juventud y pacientemente conformado a través de los años, la práctica y los estudios.

Con él, no se dude, Veracruz tendrá a un aliado inconmensurable en el Congreso de la Unión, y eso es digno de tomarse en cuenta.

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