Enojo y burla han sido nuestras herramientas para decirle al régimen, a los políticos enquistados en el poder, a los dueños de los partidos políticos que no nos parece lo que hacen. Y está bien.

Pero, nos advierten los pensadores, está mal si solamente nos quedamos en el insulto y el chiste, si nuestra ira y nuestro ingenio humorístico son la única respuesta que tenemos.

Cedo la palabra a Fernando Savater, dicha en su libro reciente sobre el concepto de ciudadanía:

“Como vivimos -o hemos vivido hasta hace muy poco- una época en la que estar indignado goza de prestigio social y moral, permítanme que presente este libro como resultado de una larga indignación que padezco desde hace mucho, pero que se me ha agudizado especialmente en los últimos cuatro o cinco años. La motiva el maltrato entre nosotros de la idea de ciudadanía, pieza esencial del juego democrático. En ese maltrato se mezclan el interesado desinterés de algunos, la descarada manipulación de otros y la flamante ignorancia de la mayoría, entre los que para mi perpetua sorpresa deben incluirse sesudos catedráticos, respetables magistrados, clérigos de alto coturno, intelectuales con mando en plaza y cargos políticos a tutiplén”.

El gran pedagogo y filósofo español se refiere a la situación de su país, pero bien se puede aplicar a la actual realidad mexicana. Le enoja, pues, que la gente esté enojada y lo haga con tan supina ignorancia. Cuando vemos las reacciones emocionales y poco informadas de muchos ciudadanos, pareciera que nos queda el saco.

Y en el otro aspecto, sobre el uso del humor como arma y denuncia del pueblo, el periodista Mario Campos lo aclara puntualmente:

“Soy fan de los memes, me parecen divertidos, una gran herramienta de desahogo y a veces hasta grandes piezas de crítica aguda. Pero últimamente tengo un problema. Cuando los memes, o las burlas o las frases ingeniosas son lo único que tenemos en el debate público, entonces me pregunto si estamos canalizando nuestro enojo por el camino correcto.

“Lo dijo muy bien esta semana Magú en su cuenta de Twitter (@MaguMonero): ‘Si por un momento dejamos la chacota y vemos el tamaño del problema, las cosas están para llorar, para llorar en serio’. El gran monero se refería a la fuga del Chapo pero bien pudo estar hablando de la casa blanca de Enrique Peña Nieto, de la casa que le vendió Higa con facilidades a Luis Videgaray, de la violencia en Tamaulipas o de cualquier otro de los problemas que hoy azotan al país.

“Y que quede claro: el problema no es el humor, nunca lo será, sino confundir la ocurrencia con la acción política. Porque cuando es así, lo que parece ser una herramienta de burla al poder en realidad termina por convertirse en un gran aliado del mismo. Porque si con mentar madres creemos que ya hicimos algo por cambiar las cosas, entonces seguro nunca van a ser distintas.”

Enojo y burla, insulto y chiste… qué aliviadores parecen ser, cómo nos permiten desfogarnos, que satisfacción inmediata proporcionan.

Pero ¿basta con eso para que logremos el México mejor a que todos aspiramos?

Muchos creemos que no.

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