El hecho de que esta sea la elección más competida de la historia no tiene que ver con la calidad de los contendientes –el debate sobre el perfil de cada uno está más que agotado- sino con la voluntad de los votantes. Hasta ahora, la elección se perfila en una definición de tercios, donde los aspirantes están apostando a sus distintas audiencias.

Por un lado, López Obrador tiene a esa gran masa –dicho en un sentido social no peyorativo- que está inconforme con el régimen y que apuesta a resolver su precariedad con el asistencialismo que les ha prometido; Ricardo Anaya suma a una parte de esa sociedad enojada, además de las estructuras formales de los partidos que lo postulan y algunos de los gobernadores; y Pepe Meade, a pesar de los votantes anti sistémicos, tiene a la estructura partidista más grande, y al mismo tiempo, a una gran franja social que entiende que no es un priista como tal.

Sin embargo, ninguno de estos tres segmentos podría decidir por sí solo la elección, como sí lo lograría el gran volumen de votantes indecisos que hoy suma millones. Un votante indeciso no es un indefinido como algunas encuestas pretenden presentarnos.

Un estudio reciente publicado por la consultora CEO POP Group que encabeza Francisco Graue Toussaint, señala que las encuestas publicadas en los últimos días, tanto en medios impresos como en portales de internet, reflejan de forma contundente un cambio en la actitud de los electores y la forma en que éstos han decidido conducir la elección presidencial.

Pero más allá de los diferentes resultados en las preferencias por éste o aquel candidato reflejados en las diferentes encuestas, hay un factor común que es irrebatible: la relevancia y presencia abrumadora de los electores “indecisos” que son los actores ocultos de esta elección, pero que, con sus votos definirán al próximo presidente de México. Ahí es esconde el anti lopezobradorismo del que ya hablamos en este mismo espacio.

Explica que a diferencia del voto denominado “fijo”, donde AMLO tiene una ventaja significativa, en los votantes indecisos, el favorito es Meade, y crece en este segmento de una forma constante. Es allí donde una estimación efectiva de las preferencias electorales nos muestra una campaña más compacta y competida que las encuestas tradicionales. En las gráficas al final de este análisis podrá usted ver; el peso de este segmento de votantes en las diferentes encuestas públicas del mes de mayo, y cómo al interpretar a estos indecisos de forma adecuada el resultado es muy diferente a lo que los oráculos nos quieren contar.

“No nos equivoquemos, esta elección no está ni con mucho definida y será altamente competitiva, podemos quedar muy sorprendidos con el resultado final”, concluye.

Mi encuentro con Meade

Luego de tantos años en este oficio y algunos en la administración pública, he conocido a toda clase de políticos y servidores públicos. Hasta ahora, no había tenido un trato directo con un candidato a la Presidencia; sin embargo, puedo asegurar que José Antonio Meade no encaja en ninguno de los estereotipos de unos y otros.

A Pepe Meade lo conocí hace algunas semanas en Tecámac, en el estado de México; y coincidí nuevamente con él cuando el sábado pasado visitó Chalco. En ambos casos, durante la preparación de entrevistas previas a su mitin de campaña. El candidato es un hombre público atípico; es amable con sus colaboradores y con la gente que le aborda. Es paciente y en ocasiones parece hasta tímido.

Carece de ese halo de poder que envuelve a un hombre en su circunstancia. Por el contrario, es discreto, austero y atento en la conversación. Nunca trata de imponer una opinión porque logra convencer a la primera impresión. Y hay algo que destaca: su convencimiento de que será el Presidente de México, no como un acto de arrogancia sino de la convicción de sus capacidades.

Son varios mis vínculos con él; desde compañeros de la universidad que hoy trabajan en su círculo más cercano, colaboradores de su confianza que construyen su comunicación a diario, hasta las relaciones políticas construidas antaño con otras corrientes políticas. Ahora me ha tocado palparlo personalmente.

Aunque breves, cada conversación ha sido ágil. Siempre da muestras de agradecimiento. Es disciplinado y acata con respeto lo mismo los tiempos de la agenda que las sugerencias que le llueven a cada paso. Es un hombre acostumbrado a tomar las decisiones adecuadas porque sabe escuchar. Pero una campaña es poco tiempo para que estas cualidades privadas se hagan públicas.

¿Puede Pepe Meade hablar personalmente con 20 millones de personas? Imposible. Si se pudiera, esta elección ya estaría decidida.

Las del estribo…

  1. El PRI ha recuperado –tal vez un poco tarde-, la iniciativa de formar cuadros. Pero formarlos en el mejor sentido, no otorgando espacios de manera caprichosa sino dando prioridad a una formación académica que se refleja en su actividad política. Muchos jóvenes veracruzanos han recorrido el país para estudiar con la mayor exigencia y conviviendo con los más altos personajes del Partido. Sandro Gómez nunca fue uno de ellos.
  2. Poca atención se ha puesto a las cifras sobre el declive en el volumen de remesas que recibe Veracruz. Resulta que en el primer trimestre del año llegaron 8.5 millones de dólares menos –algo así como 170 millones de pesos- que el año pasado. Si sigue la tendencia, la cifra podría rondar los 700 millones de pesos al año. Es dinero que significa empleo, inversión y mejora de la vida de miles de veracruzanos. La pobreza se agudiza.