El 9 de septiembre de 1983, en el auditorio de la Unidad de Humanidades de la UV se hizo un concierto de varios grupos que desarrollaban sus propuestas en torno a la nueva canción mexicana, entre ellos había un grupo sin grupo y, por supuesto, sin nombre. Para que pudieran anunciarlos, idearon uno: Combo Ninguno.
Tras ese circunstancial inicio, el grupo fue cobrando forma e inmiscuyéndose en la música bailable que nos llegó de las Antillas. El son, la guaracha, el mambo, el merengue, el danzón, el bolero y la neoyorkina salsa, en versiones originales, hicieron de la agrupación un referente, primero nacional y después internacional.
De entonces acá, se han presentado en alrededor de 40 festivales de todo el mundo, han grabado seis discos (Tumba Verde, 1987. Traigo este son, 1990. Son de amor, 1994. Carnaval Veracruzano, 2001. Con Sabor a Veracruz, 2005. La Bruja, 2012) y han participado en ocho antologías fonográficas. De todo ello nos habla Leonardo Ortiz en esta segunda parte de la conversación.

El ritmo que nos mueve el corazón

Oiga usted cómo suela la clave,
mire usted cómo suena el bongó,
dígame si las maracas tienen
el ritmo que nos mueve el corazón.
(Agustín Lara.
La cumbancha)

Cuando estábamos en Zafra, ya me gustaba la salsa y también era una proeza conseguir discos, llegaba un señor a venderlos de fayuca a un costado del Jáuregui y le encargábamos los discos de la Fania y todo esto. Ser melómano coleccionista era una tarea bastante complicada por aquellos años porque eran discos que no se vendían en las tiendas, ahí solamente se conseguían los éxitos que estaban en la radio en esos días.
Yo ya quería tocar cosas de salsa sin tener la menor idea de cómo era todo eso. Empezamos a incluir temas de salsa pero tocados a nuestra manera, sin tener todos los instrumentos que se requieren para ello. Nos dimos cuenta de que hacían falta percusiones. Uno de los compañeros del grupo, Marco Antonio Flores Mávil, tocaba el saxofón y tocaba la percusión, iba a los talleres de percusión que hacía Taumbú, en los que muchos percusionistas xalapeños se estaban formando, adquiriendo el conocimiento de los tambores y hacían presentaciones.
Tocábamos en la Hostería del Zorro y eran comunes los palomazos, no sé de qué manera se instituyó que los lunes nos reuníamos varios músicos, el que quería llegaba con su instrumento y comenzaron a haber congas, timbal, bongó.
Las reuniones eran los lunes porque muchos trabajaban en las agrupaciones de la Universidad: en la Sinfónica, en la Orquesta de Música Popular o alguna otra agrupación y los lunes que era el día que descansaban. Llegaba todo mundo y era uno de los días más exitosos, si no es que el más exitoso, el lugar se llenaba. Eran otros años, era otra economía, era otro el clima social y cultural que se respiraba en la ciudad. Eran reuniones muy agradables en las que se armaba el palomazo, o dicho en términos de la salsa, la descarga, o el jam o como le quieran denominar.
En esas reuniones se fue depurando un grupo espontáneo y de alguna manera se fue conformando una alineación musical, pero nunca fue un proyecto. Una vez nos invitó la maestra Ana Elgarte —una maestra argentina que dirigía La pequeña cantoría— a participar en un evento de canto nuevo que se iba a llamar La Nueva Canción Mexicana, o algo así, era un evento que iba a realizarse en Humanidades. Recuerdo bien la fecha —y siempre pregunto por ahí si alguien tendrá un cartel de aquella época—, fue el 9 de septiembre del 83. Nos íbamos a presentar pero no teníamos nombre, a manera de broma, cada vez que tocábamos nos poníamos cualquier nombre para dirigirnos al público, yo recuerdo tres: El Combo Sí Mismo y Sangre Fría, El Combo Nadie, y Combo Ninguno. Ana Elgarte nos dijo necesitan un nombre, le dijimos no tenemos, usamos tal y tal, y ella nos dijo pues usen Combo Ninguno.
Nos presentamos el auditorio de Humanidades, también se presentaron Caíto —que ya era una de las figuras del nuevo canto latinoamericano—, Maika —una cantante mexicana pero con un grupo de brasileños que tenían una dotación de tambores como para la batucada— y Taumbú con su grupo, que creo que se llamaba Puros Ritmos, donde estaban Javier Cabrera, Pedro Miguel y otros más.

Combo Ninguno

Combo Ninguno años 80 (Foto: Ariel Montalvo)

A partir de que nos presentamos en ese evento, ya usamos el nombre de Combo Ninguno, pero todos teníamos trabajos de otro tipo, no éramos músicos dentro de un proyecto formal, eso nos llevó como dos o tres años. La información que nos llegaba de la salsa en ese tiempo era lo de Rubén Blades y Willie Colón, que hasta la fecha siguen muy vigente, sobre todo en los ámbitos universitarios y en los lugares en donde hay movimientos sociales, por la temática de las canciones que abordaban en esa época.
Así empezamos con el Combo Ninguno, algo que no fue proyecto tuvo que irse organizando como si lo fuera y varios decidimos dedicarnos de lleno a la música, lo cual nos implicó salir de Xalapa porque, obviamente, una sola ciudad no daba para sostenernos. Buscamos los lugares que convocan turismo internacional como San Miguel de Allende, Puerto Vallarta, Cancún, Oaxaca, y anduvimos así varios años.
Fuimos a tocar al Teatro Nacional de Cuba en un evento muy importante, todos de blanco y negro, de mucha gala. Después vinieron los recorridos por los Estados Unidos, estuvimos en muchas ciudades de ese país, luego hubo la oportunidad de ir a Canadá, al Vancouver Folk Music Festival (1990); después a España, a la Expo-Feria Sevilla ´92 . Se nos empezaron a dar las salidas, participamos en foros importantes: el Cervantino, el Festival de Zacatecas, los festivales culturales de más renombre en nuestro país.

Tumba Verde

En medio de esto, allá por el año 86-87, cuando se anunció la apertura de la planta de Laguna Verde, Helio García —que también estaba en el grupo— y yo participábamos en el movimiento antinuclear y estábamos muy al pendiente de todo lo que ocurría con eso. Pedro Bravo y yo hicimos una canción y le pusimos Tumba Verde, se le hizo el arreglo para tocarla con el Combo, que en ese tiempo tenía una dotación de charanga muy reducida: una flauta, un violín, las tres percusiones (bongó, conga y timbal), bajo y tres, y las voces. Grabamos la canción, el movimiento antinuclear fue creciendo en la región y éramos requeridos para interpretarla o bien la ponían como música de fondo.
Otro compañero, Fernando Natarén, hizo un arreglo a un tema de Lino Carrillo que se llama El Jarocho. Hicimos un demo con Tumba Verde y El Jarocho y me di a la tarea de buscar quién podía producir el disco. Las condiciones no eran las de hoy en día que cualquiera puede hacer un disco y subirlo a las redes, lo cual se me hace fabuloso, mostrar tu música, aunque no vayas a obtener retribución salvo que te metas a los portales de venta.
Recorrí varias disqueras y me decían sí lo aceptamos pero quita esta canción y métele una cumbia. Yo no tenía idea de que había la opción de imprimir un disco de manera independiente y, curiosamente, volvió a aparecer Ana Algarte, ella tiene un amigo compatriota, Modesto López, un argentino que había estado en Fotón y que fundó su propia compañía, Pentagrama. Ana nos puso en contacto y Modesto, sin objetar nada del disco, tal como lo llevábamos, nos hizo la primera producción. El diseño de portada nos los hizo José de Jesús Chan, un artista chiapaneco que era amigo de Helio, y también hizo una imagen que nos representara, pero no la hizo con una concepción de mercadotecnia, la idea no era hacer un logotipo, pero así, como logo, la hemos usado hasta la fecha.

Ay, qué bonito es salsear / a las dos de la mañana

Íbamos mucho a eventos de tipo social: mítines políticos, algunas actividades que se hacían al término de las marchas, cosas de tipo social para recabar fondos para alguna causa altruista, de esas que ahora llaman evento con causa. Desde que teníamos Zafra participábamos con los movimientos de solidaridad con El Salvador, con Nicaragua, o sea, nunca nos habíamos planteado la música como una manera de vida, era algo que hacíamos porque estábamos de acuerdo y porque nos gustaba, pero con el Combo sí nos planteamos la necesidad de profesionalizarnos y dedicarnos por entero a la música. Como las ofertas de trabajo eran fuera de Xalapa, anduvimos recorriendo varios lugares hasta que nos asentamos en Oaxaca, donde permanecimos una temporada como de cuatro años. Era una época en la que se tocaba diario, también cuando íbamos a la Ciudad de México, en los noventa, tocábamos de lunes a sábado, solo descansábamos los domingos, y si queríamos, había opción de tocar en otros lugares los domingos; la economía de nuestro país era completamente diferente.
Jarocho, yo soy, jarocho
Desde que empezamos a tocar ya teníamos temas originales y veíamos la necesidad de hacerle un arreglo a cualquier tema, cuando estábamos formando el grupo, llegó por acá el maestro Carlos Tercero a dar talleres de jazz y él nos hizo el primer paquete de arreglos, también Sergio Martínez —que después fue integrante del Combo Ninguno— nos hizo algunos arreglos, ellos le ponían su sello personal característico, nunca tocamos transcripciones de las piezas.
En aquella época, los pocos que bailaban, bailaban todo lo que tocábamos, no era como hoy día que quieren que seas músico-rockola: te pongo una moneda y tócame esta; y te puedo decir que el repertorio de un grupo salsero, hoy en día no rebasa las ocho o diez canciones: Llorarás, Idilio, etcétera, y uno las toca con gusto, pero si no las tocamos como vienen en el disco, dicen «no se la saben», porque le estamos poniendo otro mambo, otra introducción, otra coda, algunas veces modificamos el montuno o le agregamos otro coro.
Nos tocó una época con un público muy generoso y que realmente iba apreciar un hecho cultural, creativo, no quería que le reprodujéramos lo que ya conocía. A menudo pongo el ejemplo de que si vas a una exposición de pintura, no le vas a exigir al pintor que tenga los cuadros que conoces: la Gioconda, los cuadros de Picaso o de Dalí, vas a ver la obra del pintor y yo creo que de igual manera debes hacer cuando vas a escuchar un grupo musical, ir a escuchar lo que ellos hacen y de la manera en que lo hacen.

(CONTINÚA)

PRIMERA PARTE: Lluvia de plata
TERCERA PARTE: Auténtica locura que acaricia



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