El 18 de noviembre del año anterior, varias cejas se alzaron cuando al develar la placa que inauguraba el puente de Ojite, el gobernador de la entidad Miguel Ángel Yunes Linares, sonrió aparentemente sorprendido, al ver que la obra de 300 metros de longitud llevaba el nombre de “Puente Miguel Ángel Yunes Linares”.

Jorge Vera Hernández, alcalde de Álamo, dijo que la decisión de distinguir con tan pomposo nombre al puente había sido por acuerdo unánime del Cabildo. Pero eso fue puro cuento; ediles interrogados dijeron casi a coro que ni siquiera fueron consultados: “Fue un acto de servilismo del alcalde», contestaron.

Por su parte y con la modestia que siempre lo ha caracterizado, Yunes Linares dijo que el detallazo había sido decisión de los alamenses.

Nunca he entendido esa necedad, ese deseo enfermizo, compulsivo y hasta fisiológico de los gobernantes por perpetuarse en una calle, avenida, viaducto, escuela, kínder, clínica, mercado o en un puente, (aunque tarugos no son porque nunca le han puesto su nombre a un reclusorio). Y Miguel Ángel Yunes no quiso ser la excepción.

Para su mala fortuna nadie llama a ese paso “Puente Miguel Ángel Yunes”. Es la hora en que todo mundo lo conoce como Puente de Ojite y así lo llamarán mientras dure; con placa o sin ella.

Y a propósito de esto último, este miércoles trascendió que otra vez “por acuerdo unánime de Cabildo”, el Ayuntamiento de Álamo decidió retirar la placa, apenas tres meses después de que fuera colocada.

¿El motivo? Sepa Dios.

Esta vez no estuvo Jorge Vera para explicar la decisión, pero estas son alguna hipótesis. La primera es que el presidente Andrés Manuel López Obrador podría ir por el rumbo y no vaya a ser el diablo que a la hora de atravesar el puente se tope con la placa.

La segunda es que el alcalde panista Jorge Vera quiere congraciarse con el gobernador de Morena Cuitláhuac García, y al mandar al diablo la placa le está ofreciendo una prueba del afecto que desea brindarle.

La tercera es que Jorge tiene denuncias por corrupción que pueden reactivarse de un momento a otro.

Y la cuarta, es que todo este rollo podría ser fake news porque el presunto retiro de la placa lo vi en el face. Y como puede ser cierto, puede ser más falso que la honradez de Javier Duarte (gran amigo y benefactor del alcalde Jorge Vera a pesar de que el primero era del PRI y el segundo sigue siendo del PAN).

Quizá la placa en efecto fue enviada al cajón de los trebejos; quizá fue robada para venderla como barata curiosidad, quizá la retiren por acuerdo de Cabildo o quizá se caiga de vieja.

Todo son hipótesis.

Lo cierto es que el puente nunca se llamará Miguel Ángel Yunes Linares a pesar de que así lo diga una pinche placa.

Lo lamentable es que en el colmo de la lambisconería, un sujeto le haya puesto el nombre del anterior gobernador, con el beneplácito y quizá hasta por “sugerencia” de éste.

Y lo mejor es que este asunto tiene sin cuidado a los habitantes de aquella noble y trabajadora comunidad alamense, que si antes tenían el chalán de Ojite, ahora son dueños del puente de Ojite.

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