Javier Duarte de Ochoa, Javier “N”, el exgobernador, el “líder de una banda de pillos”, como quiera usted llamarle; su figura ha llenado los discursos del gobierno yunista desde la campaña del 2016 y no ha dejado de estar en el centro de las declaraciones del gobernador y sus azules seguidores en el congreso y las dependencias estatales. Ustedes no me dejarán mentir, Javidu ha sido arroz de todos los moles desde que se le imputaron delitos que hoy cambiaron de concepto.

Al inicio del gobierno que está por concluir, en menos de 99 días, los titulares de las secretarías achacaban sus torpezas a una operatividad limitada que era resultado del gobierno anterior, y en lo financiero tenían razón, no dejaron nada para poder ejercer recurso y comenzar a dar resultados al corto plazo y justificar su llegada al gobierno en aras del mentado cambio; pero ellos mismos firmaron de recibido las actas de entrega recepción, aceptaron tomar las riendas y al mismo tiempo se convirtieron en responsables de cada área, por eso ahora los que ya se van serán medidos con la misma vara.

Y si literalmente no mencionaban el nombre del exgober, al menos a cada rato se hacía referencia al caso, a su familia, Karime, el suegro, los prestanombres, las propiedades, las obras de arte, “lo recuperado”. Es decir, esa carita redonda, esa voz, esa sonrisa de chamaco cabrón siempre ha estado presente en el imaginario colectivo gracias a su difusión en el discurso yunista. El día que este texto se escribió hubo un pico más en las menciones, gracias a que la Procuraduría General de la República no pudo juntar pruebas suficientes para imputar el delito de delincuencia organizada al exgordito, resulta que ahora cambiaron el concepto y se le acusa de asociación delictuosa, luego entonces…

¿No se supone que habían carpetas y pruebas bien documentadas que el gobernador Yunes entregó a la PGR? ¿De qué sirve hoy haber dicho que se había colaborado con las autoridades federales si las pruebas no valieron? Inmediatamente, al estilo del cambio, se anunció conferencia en redes sociales para dar postura del asunto, porque hoy los apellidos Duarte y Yunes van de la mano, como un Yin-Yan jarocho, el bien y el mal, la luz y la sombra, Blue Demon contra Brazo de Plata, agua y aceite, el bien contra el mal. Pero nunca se ha dejado de poner a Javier en la línea, es la carne de cañón, el tema de batalla para seguir atrayendo reflectores, cámaras y micrófonos.

Uno se pregunta ¿cuándo parará el asunto?. La llegada de un cambio integral en los tres niveles de gobierno podría darle otro rumbo, muchos aseguran que Duarte dejará la cárcel, aunque PGR dijo que el nuevo concepto por el que se le acusa amerita prisión preventiva y seguirá la pachanga en el Reclusorio Norte; acá en el estado se les cuecen las habas por que les hagan el milagrito, lo dejen suelto y como dijo el gober Yunes lo detengan autoridades estatales y vaya directo a Pacho, que no tenga libertad como se ha especulado. Yo les pregunto con mucho respeto ¿qué han ganado como ciudadanía de ese pleito?

Prácticamente ya está operando el gobierno de la cuarta transformación, a partir del primero de diciembre las decisiones pasarán por un solo hombre, por el presidente, como fue en el viejo régimen; muchos municipios y estados serán gobernados por el partido de la presidencia, el caso Duarte no estará en manos de Yunes, seguirá en control de la PGR, Karime no pisará México y si se aviva hasta podría denunciar acoso y espionaje, así como Elba Ester demandará a Carlos Loret; en fin, como dijo Kurt Kobain: es mejor quemarse que apagarse lentamente. El bienio del cambio se está terminando y Javidú sigue figurando por sus delitos.