Arturo Caraza, saxofonista xalapeño, inició sus estudios en la Facultad de Música, estuvo ahí durante un lustro pero las influecias de su padre y de su vecino Guillermo Cuevas ya lo habían contaminado de música popular y de jazz

Intro

Mi nombre es Arturo Caraza Orozco, soy originario de la ciudad de Xalapa. Mi formación musical comienza alrededor de los ocho años cuando tomo clases de piano en el CIDI (Centro de Información y Documentación Infantil), una escuela del DIF que se encontraba en Xalapeños Ilustres donde había talleres de danza, de inglés, de pintura, de música y había una biblioteca. Mi mamá daba clases de danza ahí entonces íbamos a hacer la tarea y entré a piano una temporada muy corta, 1 Técnica 3como un semestre o algo así.
Posteriormente entro a la Secundaria Técnica 3 donde ya estaba mi hermano, que es dos años más grande que yo. Él pertenecía a la banda de guerra pero también había una pequeña banda de música y ahí entró a trompeta con el maestro Wulfrano Alcántara, es ahí donde empiezo, estuve un año como percusionista porque no había saxofón (los instrumentos ya estaban ocupados) y al siguiente año me comienzan a prestar el saxofón y lo empiezo a tocar. Tocábamos los lunes en los Honores a la Bandera. A través de mi hermano conozco a muchos amigos que empezaban a tocar, es donde conozco a Alejandro Bustos.

Daniel Morín
Daniel Morín

El maestro enseñaba todos los instrumentos a un nivel bastante básico para que pudiéramos tocar el Himno Nacional y otras piezas en algunos eventos de la escuela. Me estaba gustando bastante, decido tomar clases particulares y el maestro Wulfrano me recomienda al maestro Daniel Morín, empiezo a tomar clases con él una vez a la semana y empezamos a ver sonido y técnica. Así transcurren los otros dos años de la secundaria y me voy introduciendo un poco más.

Arturo Caraza, Alejandro Bustos, Óscar Terán, Franco Bonzagni
Arturo Caraza, Alejandro Bustos, Óscar Terán, Franco Bonzagni

Mi hermano también tocó en la Orquesta Juvenil de la SEC entonces conocemos más gente y nos empezamos a juntar a tocar. Después, ya con la preparación del maestro, mi hermano, mi papá y mi mamá pensamos que podría presentar examen para entrar a la Facultad de Música; me preparo, presento el examen, ese año también presenta Alejandro, y entramos a la Facultad de Música, ahí comienzo mi formación con el maestro Franco Bonzagni. Ese año también entro a la Prepa Juárez, iba a la prepa en la mañana y a la Facultad en la tarde. Con el maestro Franco Bonzagni empiezo a ver técnica clásica del saxofón pero él también era saxofonista del Orbis [Tertius] y, poco a poco, empezamos a ver diferentes técnicas de sonido y demás.

La era de las Cuevas

Yo ya venía con un gusto bastante particular por jazz, recuerdo que cuando yo tenía como siete años salíamos a jugar con los hijos de Guillermo Cuevas que era amigo de mi papá. A veces se juntaban a platicar y escuchar música y es cuando empiezo escuchar algo diferente y me empieza a gustar.

Guillermo Cuevas
Guillermo Cuevas

Memo tenía una tienda de discos y mi papá la frecuentaba, pasaba a saludarlo y Memo, de vez en cuando, nos regalaba discos, a mi hermano de metales, Canadian Brass y ese tipo de grupos, y a mí de saxofones, me regaló un disco de Súper Sax que era un grupo de saxofonistas que tocaba la música de Charlie Parker con los solos en arreglo. Me gustaba mucho y a veces iba a la casa y platicábamos de saxofonistas. Con los compañeros de la banda también escuchábamos y platicábamos de músicos, ahí empezó a introducirse un poco el jazz.
Mi familia siempre ha sido muy musical, mi papá es arquitecto y fue fundador de Los Joao, un grupo que surgió de la Facultad de Arquitectura, después estuvo en el Tlen Huicani y sigue tocando, ahora en un grupo de la SEV. Mi mamá daba clases de danza entonces siempre estuve cerca de la música y fue muy importante porque gracias a eso decidí estudiar música. Estudié cinco años en la Facultad de Música, terminé el quinto semestre pero ya no me estaba gustando tanto lo que tocaba ahí, no era la forma de enseñar, era más bien el repertorio en que estaba basado.

Stars Fell on Indiana

Cuando estaba terminando la prepa entré a un programa de intercambio con los Rotarios y me tocó Estados Unidos, me fui a Fort Wayne, Indiana para hacer el último año de la prepa y pude entrar a la big band, ese fue otro punto importante porque me volvió a gustar mucho este tipo de música, obviamente allá es parte de su cultura y todos mis compañeros conocían a Charlie Parker, John Coltrane, Coleman Hawkins entonces era muy padre poder entenderse muy bien con ellos; los maestros de la banda tenían un una formación de, digamos, un 40% de música de jazz.

Édgar Dorantes
Édgar Dorantes

Los maestros de la big band me empezaron a enseñar cosas, que obviamente no sabía, de improvisación, de fraseo y demás.
Termino ese año, que es una de las experiencias muy buenas que he tenido, y regreso a Xalapa, a la Facultad de Música pero ya había decidido que tenía que salir estudiar. Al regresar me entero que había una persona que acababa de regresar de Estados Unidos y que tenía una iniciativa personal de crear una big band, era Édgar Dorantes, voy a presentarme, platicamos y me dice: eres bienvenido.

Big Band de Édgar Dorantes
Big Band de Édgar Dorantes

Ya estaba lleno el cupo de la big band pero, como también era un taller, permitía la inclusión de más gente entonces empiezo a ir, ahí estaba Alejandro Bustos que en ese momento tocaba sax alto igual que yo entonces ya estaba la plaza ocupada pero me comenta que se quería comprar un tenor y que, cuando se lo comprara, yo podría ocupar el lugar del alto. Muy poco tiempo después, unas dos semanas, compra el tenor y es así como entro tocar alto de forma regular con la big band.
La figura de Édgar fue muy importante porque empezó a abrir una brecha en la facultad; le dieron una clase de arreglo, obviamente entramos con él y empezamos a ver un tipo de arreglo más enfocado a grupos de ensamble en estilo de jazz, nos ponía tareas como hacer un blues. Durante ese periodo también le pido clases particulares, acepta y me empieza a introducir a un mundo que yo no conocía, con él hice mi primera transcripción de Cannonball Adderley, Stars Fell on Alabama.

Si yo consigo una beca / mi dios querido…

Eddie Gómez
Eddie Gómez

Termina un año muy bueno en el que empiezo reconectarme con Xalapa, con la música, con nuevos músicos y ese verano se lleva a cabo uno de los seminarios Jazz Fest al cual vienen Marco Pignataro, Luis Marín y Eddie Gómez por parte del Conservatorio de Música de Puerto Rico.Un amigo que se llama Nemesio Villegas me había comentado de esa escuela y me había dicho que nos fuéramos para allá, yo lo considere bastante, empecé investigar y coincidió que ellos vinieron. Tratamos de hablar con ellos pero había tanta gente que no pudimos. Poco tiempo después decidí iniciar el trámite, él decidió ya no ir.

Marco Pignataro
Marco Pignataro

El trámite duró bastante tiempo, hice un video, lo envié y me mandaron la carta de aceptación pero tenía que dar el siguiente paso que eran los trámites de visa y económicos, porque también te pedían una carta de solvencia económica, yo tenía el apoyo de mis papás pero no era suficiente para pagar todos los gastos de la escuela.
Eso me tomó otro periodo, yo no tenía los recursos para irme y empecé a buscarlos a través de diferentes dependencias. Viendo qué podía hacer me enteré de que había una beca de excelencia que otorgaba el Gobierno del Estado de Veracruz durante la gestión de Fidel Herrera y empecé a ver la manera de conseguirla, un amigo que quiero mucho, Jesús Manuel López, me ayudó a hacer los escritos, él es muy bueno para hacer las redacciones y me decía a lo mejor puedes poner esto y demás. Después de muchos meses de estarla buscando, me aprueban la beca y es así como consigo irme.

Borinquen, la tierra del Edén

Después de todo esto me voy a Puerto Rico con otro compañero que se llama Yaury Hernández, baterista, también xalapeño. Salimos juntos de Xalapa y empezamos esa aventura.

Yaury Hernández
Yaury Hernández

Allá conocimos a otros mexicanos que también acababan de llegar: Samuel Martínez, pianista, André Alfonso que estaba estudiando percusión en ese momento, Tonatiuh Vázquez, otro saxofonista que es de Tlaxcala pero estudió aquí en Xalapa.
Nos hicimos muy amigos, empezamos a tramitar todo juntos, tomábamos casi las mismas clases y eso fue algo muy importante porque marcó nuestros estudios en Puerto Rico; más allá de las clases que a mí me parecían muy, muy buenas y con muy buenos maestros, esa convivencia nos complementaba porque veníamos de diferentes partes y teníamos diferentes visiones musicales.

Samuel Martínez
Samuel Martínez

Algo muy importante para mí es que había figuras a las que uno podía acercarse: Eddie Gómez, un contrabajista muy bueno y muy famoso dentro del jazz, David Sánchez, un saxofonista también muy bueno y Luis «Perico» Ortiz, un trompetista y arreglista que yo no conocía, ellos eran los artistas en residencia.
Cuando llegué, yo realmente no conocía la música puertorriqueña ni sabía de la importancia que tuvo en el desarrollo de las fusiones a las que les llaman latin jazz.
Mis compañeros de allá también fueron un soporte muy grande porque la mayoría ya tocaba mucho, en Puerto Rico tienen escuelas primarias y secundarias que están dedicadas a llevar una dualidad entre las artes y la enseñanza académica de las materias comunes como matemáticas y español entonces se desarrollan un poco más rápido en comparación de México.

Luis "Perico" Ortiz
Luis «Perico» Ortiz

Creo que el año más importante fue el primero; conocí a Marco Pignataro que fue mi maestro de saxofón y fue una guía muy importante, su manera de ver la música me ayudó a entrar a un mundo que para mí era muy difícil porque cuando estaba en la Facultad de Música todo era leído, todo eran partituras, conciertos y yo no entendía mucho cómo se movía la armonía, qué se tocaba aquí, qué se tocaba allá y él, por haber estudiado también en un Conservatorio Clásico, supo cómo irme llevando aparte de que me ayudó a ser ordenado, a estudiar cosas que me iban a servir, a veces uno estudia cosas que no toca y toca cosas que no estudia.

For Once in Our Lifes

Son muchas las experiencias que uno va tomando a través de cuatro años con los maestros invitados que van pasando por la escuela y con otros artistas que visitan Puerto Rico de vacaciones.

Kenny Werner
Kenny Werner

Puerto Rico es un destino muy turístico y siempre estaba pasando algo, de esa manera conocimos a Kenny Werner y a Danilo Pérez, habían ido de vacaciones pero, como el mundo musical es muy pequeño, todos son amigos y se armaban las jam sessions, eso fue muy enriquecedor.
Algunos de estos maestros se movían en varios circuitos como el maestro Marco Pignataro que en ese momento era director del apartado de Puerto Rico de la AIJE, un grupo que se dedicaba a hacer todo lo que tenía que ver con el jazz; conferencias, publicaciones, tanto de revistas como de libros de partituras, equipamientos de instrumentos, amplificaciones y demás, eso fue muy importante porque fue la primera vez que compañeros como Samuel Martínez, Luis Herrera, también pianista, algunos otros y yo fuimos a Nueva York para esa convención, fue increíble porque ahí estaban muchas leyendas del jazz que jamás había pensado conocer: Roy Haynes, Phill Woods, los hermanos Clayton, Jimmy Heath, un saxofonista que tocó con Coltrane y con casi todos.

Danilo Pérez
Danilo Pérez

Fue algo muy bueno porque hacían clínicas y daban conciertos, fue una semana de estar todo el día, de las 10:00 de la mañana a las 11:00 o 12:00 de la noche, escuchando, viendo, probando instrumentos.
Al año siguiente la convención la hicieron en Toronto, Canadá y también decidimos ir. En ese segundo año llegaron a la escuela dos amigos que también son muy importantes para mí, Lalo Rojas, un saxofonista costarricence muy bueno, y Felipe Fournier, un percusionista-vibrafonista, y vivíamos en el mismo apartamento. Posteriormente empiezan a llegar otros mexicanos como Guillermo Barrón, Vladimir Coronel, Rubén Coca, un baterista de Puebla también muy bueno, entonces se hace una bonita familia de estudiantes que solamente estábamos metidos en lo nuestro y fue muy bueno. Con ellos nos vamos a Toronto y continuamos con lo mismo; las clínicas, los conciertos y todo eso.

All the Things We Are

Arturo Caraza, Guillermo Barrón, Samuel Martínez, Vladimir Coronel
Arturo Caraza, Guillermo Barrón, Samuel Martínez, Vladimir Coronel

Éramos personas de diferentes países y de diferentes edades, creo que uno de los más jóvenes era Vladimir [Coronel], que tenía como 22 años, y los mayores eran como de 37-38 años y no había ningún tipo de problema, fue algo muy padre porque vimos que los tiempos ya estaban cambiando, estábamos saliendo, cada uno de su respectivo país, para aprender algo que no pudimos obtener en donde vivíamos, eso fue algo que tuvimos en común y pensábamos que teníamos que regresar, cada quien a su tierra, para poder aportar y preparar a más gente que pudiera irse.
Para mí, irse era importante porque aprendes cosas a las que no tienes acceso aquí porque, sí, ya existe el You Tube y el internet donde está toda la información pero no está la experiencia ni están las personas con las que uno puede vivir esta información.
Todos teníamos algo en común con respecto al jazz y con respecto a toda la música de cada uno, Samuel Martínez con su proyecto huasteco, Tonatiuh pensando en hacer inclusiones de pueblos indígenas, cada uno tenía una vertiente y era muy bueno porque cada quien estudiaba y escuchaba cosas diferentes y luego nos lo compartíamos. Yo creo que el 70% de la música que conozco, la conocí en estos momentos gracias a la variedad que ellos me ofrecieron.

Sin Marco teórico

En tercero y cuarto año Marco Pignataro ya no fue mi maestro, se fue porque lo nombraron Director Administrativo del Global Institute, un departamento de Berklee que está dedicado a tener los mejores estudiantes de ese sector y hacer giras, presentaciones, conciencia en la gente y divulgación de jazz.

Ricardo Pons
Ricardo Pons

Tuve otro maestro que también fue muy importante, se llama Ricardo Pons, es un flautista-saxofonista que me cambió la manera de pensar y logró un equilibrio porque su manera de ver la música era muy diferente a la que yo había tenido, me ayudó a abrir los oídos mucho más, sus clases eran súper prácticas, no había mucha teoría y estaba basado en piezas, veíamos la aplicación de conceptos en un blues específico, un rhythm changes o cualquier standard.
Él no me revisaba técnica porque esa era una tarea que yo tenía que hacer, era un beneficio que yo iba a tener solamente si lo hacía.
También fue muy importante el maestro Fernando Makina, un guitarrista muy bueno, con él tuvimos el curso de improvisación y aprendimos mucho.

Los hijos de Sánchez

David Sánchez nos daba dos clases al semestre pero su manera de enseñar me abrió otra puerta que no había visto, la de la tradición. David es un saxofonista puertorriqueño que salió de su país y se empezó a desarrollar dentro del medio tocando con Eddie Palmieri, con Dizzy Gillespie y con muchas, muchas personas y eso hace que te enseñe los standards de jazz de otra manera. Él nos hacía que estudiáramos la letra de la canción, si uno no se sabe la letra, no se sabe la canción. David creaba el contexto y le amalgamaba todo lo demás, nos explicaba de dónde salieron los standards y toda la tradición, con esto cambian muchas cosas en la manera de ver la música.

David Sánchez, Arturo Caraza
David Sánchez, Arturo Caraza

Otra cosa que a mí me sirvió mucho es el desarrollo del ritmo, del pulso, nos explicaba que para él eso es más importante que la armonía misma y todo lo demás y nos decía que teníamos que desarrollar la subdivisión y demás conceptos rítmicos y eso me ayudó mucho porque en la escuela clásica yo no había desarrollado el ritmo; él usaba conceptos bastante curiosos porque decía que de toda la música puede decir que tiene swing, que tiene groove, que tiene todo esto pero al final es la misma cosa, solamente cambia el nombre según el lugar en que se esté tocando pero en realidad se habla de que la música te haga moverte, que provoque alguna reacción en tu cuerpo. Hay diferentes niveles de emitir un mensaje y para él ese es el más importante, yo no lo había desarrollado y me costó mucho trabajo librarme de ciertas ataduras que tenía, entonces fue muy importante.
Otra cosa es que cuando uno se aprendía un solo y lo tocaba, David decía ¿por qué siempre tocas lo mismo?, ¿qué vas a tocar en la otra vuelta y en la otra y en la otra?, debes aprender a variar todo.

Watz for Eddie

Eddie Gómez es una persona que siempre veo, y veré, con muchísimo respeto porque yo ya sabía quién era Bill Evans y siempre se le relaciona con él pero cuando lo conozco veo que es una persona súper sencilla, curiosamente cuando vino a México no pude acercarme a él, había tanta gente que siempre fue imposible y estando allá me doy cuenta de podías encontrártelo en el pasillo de la escuela o tomando un café en la cafetería y podías preguntarle cosas, se sentaba contigo y te platicaba, eso era lo más increíble para mí, decía por qué no le pregunta nadie nada.

Bill Evans, Eddie Gómez
Bill Evans, Eddie Gómez

Siempre fue muy amable con nosotros, nos explicaba cosas, conceptos y fue muy bueno conocer muchas vivencias de alguien que estuvo ahí porque uno cree que son como súperhéroes y, bueno, hasta cierto punto lo son pero ellos se hicieron, no nacieron de las palabras, estuvieron tocando, tocando, tocando, tocando, él nos decía: con Bill Evans tocábamos tres o cuatro veces al día y ensayábamos todo el tiempo. Una vez le preguntamos cómo mantenían la relación sin cansarse y nos dijo que buscaban la variedad en todo, podían tocar una misma canción, Waltz for Debie por ejemplo, pero cada vuelta la tocaban en un tono diferente, en un pulso diferente entonces siempre mantenían esa chispa que es una de las cosas más importantes en el jazz, mantenerlo fresco. Eso me ayudó a no casarme con una idea, a no decir ya hice un arreglo de una canción y voy a tocarlo siempre.

Esto lo estoy tocando mañana

A través del estudio y de tratar con diferentes personas he aprendido que uno debe dejar su círculo de confort y estar buscando siempre, esa es una de las cosas que van a repetirse siempre en los músicos de jazz, más allá de hablar de un estilo está la búsqueda, para mí el El perseguidor, el libro de Cortázar, plasma eso, el perseguidor es el que siempre va a estar en la búsqueda de algo y estas personas lo tienen, siempre están buscando, siempre están tocando cosas nuevas, siempre están viendo cómo lo hacen diferente.

Escucho, luEgo, insisto

De todos los compañeros que tuve en ese periodo el más talentoso era el saxofonista costarricense Gerardo Rojas, él decía que no era talentoso sino que solamente que llevaba más tiempo en la música; él viene de una familia muy musical, su papá trabajó y sigue trabajando con grupos de trío.

Gerardo Rojas, Arturo Caraza
Gerardo Rojas, Arturo Caraza

Me llamó mucho la atención que cuando vi tocar a Gerardo para mí ya era un maestro, fue saxofonista de Rubén Blades con el grupo Éditus en el disco de Mundo. Su forma de explicar y relacionar los conceptos me gusta mucho porque todo lo basa en las comparaciones y analogías de la vida diaria además tiene un oído increíble, él podía escuchar un solo y escribirlo sin irse al instrumento, podía transportar y hacer cosas que a mí me habrían costado como tres años.
La casa que te menciono está dividida en dos apartamentos, un tiempo viví abajo y otro tiempo viví arriba donde estaba él y ahí era estar todos los días todo el día platicando, yo le preguntaba ¿por qué haces esto?, ¿cómo haces esto?, ¿qué tocas aquí?.

Mundo (Rubén Blades y Éditus)
Mundo (Rubén Blades y Éditus)

Él me daba consejos y algo muy importante es que en nuestra cultura latinoamericana muy poca gente te dice cosas que pueden herir tu ego, es muy difícil que alguien te diga ¿sabes qué?, no tocaste bien, no te sabes los cambios, tienes que estudiar técnica, a mí no me ha pasado en Latinoamérica más que con él y fue muy duro, tampoco creo que haya tocado bastante cuando llegué, tenía técnica porque había estudiado clásico pero, de otra cosa, yo no tocaba nada y él era muy sincero conmigo, me decía muchas cosas que al principio me dolían y me enojaba, y me iba a estudiar seis horas o más pero me di cuenta que era por mi bien, realmente era una persona muy sincera y me quería ayudar, eso fue muy importante porque a nivel de saxofón él era como un espejo que hablaba y me decía las cosas. Estando allá y siendo mucho más joven uno empieza a crearse un imaginario que nunca es verdad y él inmediatamente me hacía bajar, no es que yo sintiera que tocara mucho pero sí estudiaba mucho.

All by Ourself

Yo era muy buen estudiante pero no veía muchos resultados y una vez Pedro Pérez, un contrabajista muy importante dentro de la salsa en Puerto Rico, me dijo: Sax
-Arturo, tú estudias mucho pero no tocas y eso no es así, la música no se aprende sola, vente a tocar, nosotros estamos siempre en los cubículos
Para mí era muy fuerte porque tocar no era mi zona de confort; los estudios que me dejaba el maestro, bien, las escalas, bien pero no lo podía aplicar entonces fue muy bueno haberlos conocido en ese momento porque me hicieron ver que uno no se va a crear como músico sin tocar, me dieron un equilibrio.
Tampoco creo que te formes como músico solamente tocando, ellos me enseñaron también que los músicos que admiramos no se hicieron tocando todo el día en la calle, no, estudiaban 10, 13 horas, se juntaban a escuchar música y a tocar en sus casas.
La escuela en Puerto Rico fue muy importante por los maestros que tuve pero creo que si no hubiera sido por los compañeros con los que estuve compartiendo, no hubiera sido igual.

(CONTINUARÁ)

SEGUNDA PARTE: Un saxo que busca en dónde hacer nido              TERCERA PARTE: Now’s The Time

 

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