Borges tiene un cuento que se llama
Tlön, Uqbar, Orbis Tertius en el que
plantea la idea de un mundo paralelo
o diferente de la dimensión que conocemos,
se me ocurrió a mí decir bueno,
¿por qué no a este conjunto le ponemos
Tlön, Uqbar, Orbis Tertius?, pensando
que iba ser una música que no sabíamos
muy bien por dónde iba a ir.
En algún momento, terminamos siendo
un cuarteto nada más
y comenzamos a utilizar Orbis Tertius.
(Guillermo Cuevas)

Un jinete de charrería al que la música le entró por los pies entre «el sol, la naturaleza, la vegetación» su tabasqueña tierra, un día despertó en un mundo ajeno, acaso en una dimensión diferente a la que conocemos en la que los pájaros trinaban claxonazos, la selva estaba saturada de inmensos árboles de concreto, acero y cristal, el pasto gris y pétreo, y la silla del caballo, un taburete para cabalgar en la grupa del rock. En un recorrido por tan estrambóticos paisajes se topó con una veta de instrumentos prehispánicos, el estridente potro relinchó y lo proyectó por el aire hasta un remoto manantial de arena, al que llegó dando tumbos entre las facultades de Música y Antropología y aterrizó en un arsenal de tambores africanos.

Los pies de una bebé pinzan las cuerdas de un contrabajo y al hacerlo eligen como padre a un cocinero yucateco que antes había sido elegido por el jazz y antes por la música jarocha y antes por la académica y antes no sabemos porque acaso su origen más remoto esté en un mundo ajeno cuyos misterios jamás nos serán revelados.

Aprovechando las vacaciones de verano, unos botes soñaron que mutaban su oficio de continentes de alimento infantil por el de tambores, y cuando despertaron, el baterista ya estaba ahí. Una rúbrica buscaba un lugar en el mundo, para hallarlo, se tornó sed apremiante en una barra libre. Y rúbrica y baterista se hicieron a los caminos del rock hasta que un día, sin saber cómo ni porqué, fueron absorbidos por una vorágine sincopada de la que ya nunca pudieron salir.

Un piano desvencijado, chimuelo y descordado apareció sin aviso en un rincón de la ciudad más grande del mundo en el que se oficiaba el ritual de los acetatos. Muchos años después, ante el pelotón de sus sentimientos, el pianista recordó aquella tarde remota y tuvo una visión: una mujer hacía renacer al instrumento practicando sobre él una danza alucinante, y de sus pies manaban vapores que inundaban al pianista y provocaban que de sus manos brotaran notas que no estaban en el mundo sino que nacían ahí, entre dedos y cuerpos y oídos y músculos y epidermis que acudían extasiados al alba del sonido.

Un saxofón soprano suponía que encantaba a la serpiente líquida y lograba que sus aguas apacibles danzaran para convertirse en cause arroyuelo que inicia el viaje con destino al mar. Ignoraba el saxofón que el encantado era él, pues en un Hamelín remoto, un vagabundo lo atraía con sus notas para fundirlo con las aguas. Y saxofón y saxofonista fueron lago, arroyo, río caudaloso que se lanzó de la montaña para volverse catarata. Y la cascada brotó, en forma de blues, de la boca de un tenor heredero de Eolo, Céfiro, Ehécatl, Pitao Cocijo, el pajarito mandón y el más grande y magnífico de todos los Cronopios.

Esas son algunas de las piezas con las que la Doctora Ludivina Gutiérrez armó el rompecabezas del grupo decano del jazz universitario. El jazz es un caleidoscopio que produce formas, tan bellas como efímeras, que dependen de las virtudes de cada una de sus cuentas. En el video Orbis Tertius Hoy, la Doctora Gutiérrez destaca los destellos individuales y presenta un mosaico que, como la novela de Cortázar, constituye un modelo para armar el presente (porque el jazz se conjuga siempre en tiempo presente) del grupo como si se tratara de una jam.

Orbis Tertius Hoy es menos un documental que un video de arte en el que Javier Cabrera, Óscar Terán, Rolando Alarcón, José Miguel Flores y Arodi Martínez son las hebras con los que la productora urde una pieza que habrá de apreciarse de maneras tan diversas como rica sea la creatividad del espectador, esa es, justamente, la esencia del jazz.

Orbis Tertius Hoy, el video producido por TeleUV bajo el guion y la dirección de Ludivina Gutiérrez, se presentará las 17:30 horas del martes 22 de agosto en el Aula Clavijero (Juárez 55). La entrada será libre pero hay que llegar temprano porque va a estar a reventar. No se lo pierdan.

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