Cuando se cumple una semana de su inauguración, este miércoles los medios de comunicación tendrán acceso a las instalaciones del Hospital Infantil de Veracruz, tal vez la obra más emblemática de la actual administración, no porque se haya rescatado del fango de la corrupción como ha insistido el gobernador Yunes, sino porque representa una oportunidad de vida para miles de niños veracruzanos.

Por supuesto que para el gobierno tendrá renta política hacer el parangón entre aquélla imagen de un edificio en ruinas que literalmente se caía a pedazos a causa del viento, y lo que hoy presenciaran los reporteros. Pero me parece que las familias de los niños que recibirán atención médica de calidad no están interesadas en discutir de corrupción y elecciones, sino de encontrar la solución ante los graves problemas de salud. Y eso lo van a agradecer sin que nadie se los pida.

Cosas de la vida. El Hospital Infantil de Veracruz se inició en el gobierno de Fidel Herrera – a la que se llamó entonces la Torre Pediátrica- y se concluyó en el de Miguel Ángel Yunes, luego de un oscuro sexenio duartista en el que millones de pesos destinados para su construcción y equipamiento fueron a parar a los bolsillos de muchos funcionarios que hoy siguen gozando de impunidad.

Sin duda, es el hospital más importante del sureste mexicano. Y en verdad que lo tiene todo. Según la información que ha dado a conocer la Secretaría de Salud, el nuevo hospital cuenta con 55 camas y 67 camas de terapias pediátricas, servicio de urgencia y 13 consultorios de especialidades, en los que proporcionan servicios de endoscopía, cirugía, clínica del dolor, hemodiálisis, quimioterapia, terapia intensiva, intermedia, neonatal, y pediátrica; crecimiento y desarrollo, banco de leche, estimulación temprana, laboratorio y farmacia, entre otras.

Ahí los profesionales dedicados a la salud de los niños contarán con un espacio de enseñanza e investigación, además el personal de enfermería, desarrollará su capacidad en la atención, con la capacitación continua en destrezas y habilidades.

Para aminorar el impacto social, psicológico y emocional que significa para un niño una estancia en un hospital, quienes lo construyeron crearon una atmósfera muy especial. De tal forma que el nosocomio cuenta con seis pisos de especialidades y cada uno representa una ambientación natural y diferente.

Según algunas crónicas –hoy lo sabremos con mayor detalle-, la planta baja es llamada el desierto, justo donde se ubica el área de urgencias y farmacia; el primer nivel  representa la estepa, que alberga la consulta externa, endoscopías e imagenología (rayos X, tomografía y ultrasonidos). El quirófano, esterilización y quimioterapia se ubican en el segundo nivel llamado el bosque; uno más arriba, llamado la sabana, se encuentra la terapia intensiva e intermedia pediátrica.

En los últimos tres niveles se encuentran el campo, donde atiende el área de terapia intensiva e intermedia, neonatal, inhaloterapia, banco de leche y lactario; el quinto nivel está dedicado a la selva, y en él están la hospitalización y hemodiálisis. En el último piso está el Océano, que también funciona como área de hospitalización.

Polémico de principio a fin, hay muchas historias respecto al nuevo hospital infantil de Veracruz. Yo me quiero quedar con la del secretario de Salud Irán Suárez Villa, con quien tuve la oportunidad de dialogar sobre este nuevo hospital hace meses, justo cuando preparaba un proyecto editorial enfocado al periodismo de la salud.

Debo decir que antes de eso, jamás había tenido trato con el Secretario de Salud. Por eso me llamó la atención el entusiasmo y la familiaridad con el que describió el proceso de rescate y construcción de la obra. No escuché nunca de él una referencia a la historia negra que precedía a la obra; más bien, su tiempo lo dedicó a hacer una descripción detallada de lo que él mismo sabe que será su legado como Secretario… y como médico.

Describía de memoria cada detalle de lo que sería el hospital. Me pareció muy responsable la forma en que afrontó la tarea de concluir la obra, a pesar de todos los entuertos jurídicos y financieros que la envolvían. Y fue un gran acierto de Irán Suárez excluirse del debate mediático y dedicarse de lleno a algo que realmente le entusiasmaba. Las cosas que se hacen bien deben reconocerse o permaneceremos postrados en una sociedad de linchamientos.

Hace muy bien el gobierno en dar a conocer la obra. Así como hoy han sido invitados los medios de comunicación, también lo han visitado médicos, pediatras, asociaciones civiles y diversos profesionales vinculados con la salud. Los veracruzanos tienen derecho a saber que el hospital es de ellos y de ninguna administración, porque al final, sólo administraron los recursos del estado.

Habrá muchas historias de vida; muchos ejemplos de perseverancia; casos que sean para celebrar la capacidad y el talento de los médicos veracruzanos. De eso se construirá el hospital, dejando atrás la triste memoria que le dio origen.

Los niños veracruzanos lo merecen.

Las del estribo…

  1. Pues el tema del negocio familiar de la construcción de las ciudades judiciales se volvió Vox Populi. Al término de la sesión de ayer del Consejo de la Judicatura, Edel Alvarez tuvo que salir a aclarar el tema con poco éxito. Donde más deben saber de la sociedad de su hijo Juan Pablo Álvarez y de su Subdirector de Recursos Materiales en el TSJ, Jesús Obeso, es en Conagua. Nomás hay que rascarle…
  2. Nuevamente, ante los temas escabrosos, el Gobernador Miguel Ángel Yunes delega en la Fiscalía la responsabilidad mediática. El problema es que el joven Winclker ya demostró que como Fiscal es muy mal comunicador, y como comunicador es muy mal fiscal. A ver qué perla nos regala ahora con su twitter.