El lunes 29 de julio el diario El Gráfico de Xalapa publicó como nota principal de su página 11 este encabezado a cuatro pisos: Señalan al alcalde Paulino Domínguez Sánchez de fuerte desvío de dinero de las arcas del ayuntamiento de Actopan. Y en el bajante se agregó: Para librar a su hijo de pisar la cárcel.

La nota la firmó el corresponsal en ese municipio, Jorge Celestino Ruiz Vázquez y cuatro días después lo mataron.

Jorge fue un duro crítico del munícipe a quien señaló en repetidas ocasiones de actos de corrupción y como contestación recibió amenazas. “Cada vez que (el periodista) le decía sus verdades a Paulino lo agredían. Una vez le balacearon su casa” es el comentario casi generalizado en Actopan.

Ese lunes denunció que el alcalde habría dispuesto de entre 10 y 12 millones de pesos del erario para librar de la cárcel a su hijo Fermín Domínguez Barradas. Presuntamente el muchacho mató de un escopetazo a un amigo con el que vivía en un departamento de Iztacalco en la Ciudad de México.

El dinero sirvió “para sobornar, corromper y comprar, tanto a la misma policía ministerial como al juez que llevaban este caso; e incluso también para algunos medios de la capital que callaron inmediatamente esta noticia”, escribió el periodista.

El pasado viernes a las 9:15 de la noche, Jorge se encontraba en la comunidad de Bocanitas donde tenía su hogar, atendiendo una pequeña tienda de abarrotes en compañía de su hijo de 13 años, cuando entraron dos sujetos, uno llevaba un rifle de grueso calibre y el otro una pistola. Ambos se fueron directamente contra el periodista que murió de inmediato.

Tras la ejecución todos los índices apuntaron hacia Paulino Domínguez que negó cualquier responsabilidad: “Lamento y condeno profundamente el cobarde atentado. La vida e integridad de todos los ciudadanos es lo más valioso y preciado que cuidamos en nuestro municipio. Envío mis más sentidas condolencias a los familiares y amigos de este comunicador”.

Pero el asunto se le puede complicar si se comprueba que unos días antes de su muerte, Jorge habría dicho al menos a un par de sus cercanos que el director del Gráfico de Xalapa, José Luis Poceros Domínguez, le comentó que un esbirro del alcalde Paulino Domínguez, había estado en su oficina con un buen ofrecimiento: una respetable cantidad de dinero a cambio de que ya no atacara al munícipe. Pero que se había negado en redondo.

Ruiz Vázquez pensaba que había sido el propio Poceros quien habló con Paulino sugiriendo lo anterior, a cambio de un buen convenio para su diario.

Si esto es cierto, Poceros debe presentarse a declarar sin esperar a que lo cite la Fiscalía, ya que de lo contrario podría ser acusado de obstrucción de la justicia o encubrimiento.

Y ya entrados en gastos, debería declarar también por qué paga desde hace años sueldos tan miserables a sus trabajadores (o de plano no les paga), con lo que estaría violando la Ley Federal del Trabajo.

Jorge Celestino era corresponsal sin sueldo de un diario progobiernista que casi nadie compra; que se regala en las dependencias oficiales y a los boleros del parque Juárez. Su línea editorial era dictada por los gobernadores del PRI, por lo que perdió credibilidad y lectores casi desde su fundación. Pero esto poco importó a Poceros que gracias a los convenios con el gobierno estatal y los municipales, primero se convirtió en millonario y luego en multimillonario.

En contrapunto con tanta lana, el Gráfico de Xalapa le pagaba al periodista un peso por cada ejemplar que vendiera en Actopan, y una comisión por algún convenio que lograra con los ayuntamientos de la región.

“Hace unos años Poceros pagaba con vales de los comercios que se anunciaban en el diario, pero sólo a unos cuantos reporteros, a los demás les decía que debían estar agradecidos por la oportunidad que les daba de trabajar en el Gráfico”, me comentó una persona que ahí laboró.

Jorge Celestino murió en la pobreza, la casa donde vivía ni a techo llega. Apenas unas láminas que no cubren lo suficiente de las asperezas climáticas. Varias veces denunció amenazas en su contra que están documentadas, pero las autoridades estatales le quitaron hace casi veinte días la protección que le brindaban. Y por esa rendija entraron dos sujetos a matarlo.

Su viuda ha recibido mucho apoyo… moral. Muchos aspavientos del gobernador que ni siquiera fue para llamarle por teléfono. Muchos aspavientos de El Gráfico que pide justicia para “su” periodista, al que no le pagaba ni siquiera los 53 pesos diarios que devengan los dos reporteros que le quedan.

Muchas frases retóricas de todo mundo, pero al final lo de siempre: una tumba más de la que nadie se acordará en unos meses y una familia abandonada a su suerte.

PD.

La única ayuda efectiva que están recibiendo los deudos son becas para los hijos del periodista victimado tramitadas por la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas, y la investigación que está haciendo la Fiscalía estatal sobre el asesinato. Este lunes estuvo en Actopan el Fiscal Jorge Winckler recabando más pruebas que ayuden a la localización de los presuntos criminales.

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