Este domingo se realizará el primer debate entre los candidatos a la Presidencia de la República. A más de dos meses de la jornada electoral, no decidirá el rumbo de la elección… pero podría.

Para los medios de comunicación, la expectativa es casi tan alta como la de los propios candidatos, quienes ven en este primer debate la posibilidad de hacer crecer sus campañas. No así entre los ciudadanos, muchos de los cuales deciden su voto en la semana previa a la elección o incluso el mismo día, si es que no llueve. Acaso les incomodará un poco que les roben el espacio triple AAA de la televisión, con el que suelen cerrar su día de descanso.

Hace algunos años, conocí en internet una campaña publicitaria en que un grupo de mujeres explicaban a sus parejas cómo resolver problemas domésticos a partir de utilizar figuras y el lenguaje cotidiano del futbol. De esa forma, sus argumentos eran prácticamente irrefutables, porque se encontraban en la cancha ideológica de los hombres.

En nuestro caso, si Martiloni –el popular comentarista de TV Azteca- tuviera que explicar con futbol lo que representa el debate del próximo domingo, seguramente lo diría así:

Los candidatos jugarán de acuerdo a su posición en la tabla. Mientras que para López Obrador un empate es bueno porque lo mantendría en la cima de la clasificación, para José Antonio Meade y Ricardo Anaya es un juego de seis puntos. Ninguno de los dos alcanzará al Peje, pero podrían asegurarse un segundo lugar y acortar distancia con el tabasqueño.

Los coleros jugarán el todo por el todo, a dar la gran campanada. Por supuesto, no les alcanzará para salir del fondo de la tabla, pero dejarán un buen sabor de boca a sus aficionados si logran encajar un par de pepinos a los líderes del torneo.

Hasta ahora, López Obrador es el jugador más viejo del torneo. Es el que tiene más liguillas jugadas, aunque al final sea una especie de Cruz Azul que termina perdiendo las finales en los últimos minutos. Hasta ahora ha jugado al contraataque; anota muchos goles pero también los recibe. Y el problema de su equipo es precisamente que no tiene equipo: todos juegan para él, aunque ha sido suficiente para ganar los encuentros.

Y aunque podría a salir a golear para definir el torneo, sabe que tiene una defensa muy frágil y que corre el riesgo llenarse de cuero durante el debate.

Ricardo Anaya es un canterano de las fuerzas básicas del PAN, pero se ha peleado con todos, incluso con el entrenador y el dueño del club. Como el inglés Michael Owen, fue reconocido como el chico maravilla de su generación, pero nunca fue capaz de trascender en un torneo de alta competencia. Su carácter lo vence y tiene muy poco juego de conjunto.

En un caso que no ha podido aclarar, Anaya ha alineado a jugadores cachirules y ha sacado ventaja de su condición de jugador de primera división. En este momento está jugando con una tarjeta amarilla y cada jugada la lleva al límite del reglamento. No tiene experiencia en el torneo, pero luego de su ascenso a la liga mayor logró algunos triunfos importantes que lo mantienen en el tercer lugar del torneo.

De José Antonio Meade se ha dicho que es el jugador más experimentado; ha jugado en primera división por muchos años y ha alineado con los principales equipos del torneo; tiene una técnica depurada, pero para muchos aficionados les falta garra y corazón. Es un jugador hecho para torneos largos, pero en esta liguilla le ha faltado mayor decisión. Juega en el club más querido pero también en el más odiado.

Meade no es un goleador nato pero le gusta armar su equipo con orden; sin embargo, no le basta un empate, sino que tiene que salir a ganar los tres puntos.

Finalmente, tanto Margarita como el Bronco son jugadores que ya han estado en primera división pero que ahora militan en equipos chicos, sin historia en la liga. No tienen muchos aficionados, pero su estilo de juego gusta a algunos nostálgicos del futbol.

¿De qué te vas a disfrazar? Preguntará Martinoli ante la falla garrafal y el dislate de alguna de las estrellas de nuestra liga. Este domingo tendremos el debate en horario estelar. Y aunque ya sabemos que nos representa cada candidato, la percepción puede pesar más que el conocimiento.

Las del estribo…

  1. Se desató la guerra de encuestas en la aldea. Lo malo es que estas no generan percepción, sino más bien perversión, luego de que son los voceros oficiosos y amanuenses interesados los que las defienden y las descalifican según sea el caso. Lo cierto es que la marca pesa y eso explica el lugar en que encuentra cada uno de ellos; espontáneo, el ensayo electoral del parque Juárez podría arrojar más luz que el debate en columnas políticas.
  2. Si Jessica Moreno, ex Oficial Mayor de la SEV, desvió más de 250 millones de pesos en su breve tránsito por la dependencia, entonces de cuánto estamos hablando se refieren a Vicente Benítez, operador financiero de Javier Duarte, quien ocupó el mismo cargo por un largo periodo. La Fiscalía sigue mostrando el músculo electoral y no el de la justicia.