En charla con amigos sobre la violencia que se vive en Veracruz, han salido a relucir estas preguntas: ¿Cuándo fue el quiebre? ¿En qué momento la entidad comenzó a descomponerse hasta llegar a lo que ahora padecemos? ¿Nadie escuchó el Crack que precedió al derrumbe?

Lo que a continuación vas a leer lector, es una hipótesis surgida de esas charlas. Es decir, no es ni por asomo la versión confirmada de ese Crack.

En 2003 el gobernador Miguel Alemán pidió a sus colaboradores cercanos que “trabajaran” en la promoción de Tomás Ruiz González, un joven y talentoso diputado federal que había sido director de Banobras y tenía una relación inmejorable con los empresarios del país.

La idea de Alemán era atraer más inversión a la entidad y nadie mejor para ello que el avispado y sagaz tecnócrata que era su favorito para sucederlo en la gubernatura. Fue el propio gobernador quien ordenó tapizar Veracruz con propaganda de Tomás y a éste lo mandó a recorrer el estado.

En aquel tiempo Roberto Madrazo era líder nacional del PRI y a él se acercó el senador Fidel Herrera Beltrán con un chorizo de encuestas que lo daban como favorito de los veracruzanos para ser candidato del partido. Esas encuestas le fueron presentadas por el propio Roberto a don Miguel que dijo que a Fidel no lo quería ni como barrendero del Palacio de Gobierno.

Por varias semanas Madrazo estuvo como cuchillito de palo, duro y dale con el gobernador: “Lo que Veracruz necesita es un tipo de experiencia como Fidel… Tomás es joven y tiene un futuro promisorio, será un buen candidato en el 2010 pero no ahora porque está muy bisoño… Para que Veracruz siga creciendo necesita un político, no un tecnócrata”.

De ahí se agarró Alemán para revirarle: “Ok, no va Tomás, pero tampoco irá Fidel. Si lo que Veracruz necesita es un político ¿qué te parece Flavino Ríos Alvarado?, político de toda la vida, institucional y con buenas calificaciones en el entorno priista. Él será el candidato”.

Madrazo, que no esperaba esa respuesta se quedó frío. No hay que olvidar que sin la férula de un Presidente de la República emanado del PRI (en ese tiempo el panista Vicente Fox era el Primer Mandatario), los gobernadores tricolores eran los fieles de la balanza y escogían a sus candidatos, incluso por encima del líder de su partido.

Tomás Ruiz fue hecho a un lado, Ríos Alvarado fue avisado que sería designado aspirante oficial (de entre once que se trepaban a las paredes por la candidatura) y Fidel Herrera se quedó con sus encuestas.

Pero ocurrió lo inesperado.

La víspera del destape Flavino sufrió la pérdida de un hijo; el gobernador respetó el duelo de su amigo, pero del altiplano lo urgían con el nombre del hombre.

Cuando Alemán habló con el minatitleco éste le dijo: “Perdóneme, pero en estos momentos no tengo cabeza para pensar en la candidatura”.

Enterado de la declinación, Roberto Madrazo ya no pidió apoyo para el de Nopaltepec, simplemente le dijo al gobernador: “Fidel será el candidato”. Y muy a su pesar, el mandatario estatal tuvo que inclinarse por quien menos quería.

En el momento que Miguel Alemán le dijo a Fidel que era candidato del PRI a la gubernatura y se estrecharon las manos; en ese preciso instante Veracruz hizo ¡Crack!, pero el sonido fue casi imperceptible.

Igual que cuando se raja el casco de un barco y el oleaje amortigua el estruendo, el escándalo de la cargada tricolor a favor de Fidel Herrera Beltrán acalló las voces que alertaban sobre los problemas por venir. Problemas que se convirtieron en una brutal, cruel y atroz pesadilla que ya dura 14 años y que al parecer se alargará otro sexenio.

De acuerdo con la hipótesis de mis amigos, ese y no otro, fue el momento del Crack y el principio de la debacle en Veracruz.

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