Aunque no es privativo de Veracruz, la corrupción a niveles alarmantes en el sector Salud ha puesto en riesgo, hace muchos años, el cumplimiento de uno de los derechos más importantes de los mexicanos y ha dinamitado casi todos los programas orientados a disminuir los niveles de riesgo y enfermedad.

Por todos los rumbos del estado, verdaderas mafias de trabajadores, médicos, enfermeras y directivos han puesto en jaque todo intento por mejorar los esquemas de atención, orientados principalmente al sector más numeroso de la población que no tiene acceso a los beneficios de la seguridad social, si bien la mayoría de quienes sí son derechohabientes del IMSS o del ISSSTE padecen igualmente la saturación de las áreas de servicio, la aplicación de una medicina paliativa, la postergación en las citas médicas y la carencia de medicamentos del cuadro básico.

La Secretaría de Salud enfrenta por todos los rumbos del estado prácticas corruptas que afectan tanto al presupuesto institucional como a los mismos usuarios de los servicios, a quienes se presiona para que hagan aportaciones ilegales para recibir una atención médica que debe ser obligatoria y gratuita.

Por si fuera poco, la SS sufre una negligente disminución del personal médico y administrativo debido a la multiplicación de organizaciones gremiales que distraen a cientos de trabajadores mediante comisiones sindicales, generando verdaderos hoyos en atención hospitalaria que deben ser cubiertos, en el mejor de los casos, por personal suplente cuya carga presupuestaria tiene un impacto directo en la disminución en los alcances de programas de prevención.

La complacencia ante el uso discrecional de los recursos institucionales para tareas que no tienen que ver con la misión institucional, el robo de refacciones y partes, la exacción de material médico para uso en negocios privados y hasta el robo de combustibles de las unidades de transporte para su venta o uso privado permiten crear una verdadera caja de Pandora en que los más afectados son los veracruzanos que tienen la mala suerte de requerir servicios médicos de urgencia o una atención permanente por enfermedades crónico-degenerativas.

Programas anuales como el de la lucha contra el dengue se ven invadidos por personal de vectores que solo supervisa desde lejos a trabajadores eventuales, generalmente reclutados entre familiares y amigos del propio personal, convirtiendo dicha tarea en una enorme simulación, un gigantesco fraude que tiene como consecuencia que los índices se mantengan prácticamente igual y que, incluso, se incrementen.

Toda iniciativa para poner orden y obligar a que el personal contratado y con plaza cumpla con sus horarios y obligaciones, para evitar las fugas de recursos públicos, atajar la corrupción y lograr un mejor servicio de salud, inmediatamente se topa con los intereses creados. Los líderes de unas 20 organizaciones sindicales de inmediato despliegan campañas propagandísticas aduciendo que las autoridades de salud buscan afectar sus derechos laborales. En casi todas las ocasiones, las medidas de mejora terminan por ser desechadas ante la presión proveniente de los mundos bajos del sector Salud.

Un pleito orquestado

Pero difícilmente puede entenderse como producto del ajuste de tuerca en la operación de la Secretaría de Salud el movimiento de protesta que, como reguero de pólvora y tras indicios de golpes políticos fraguados en las propias oficinas de gobierno, se ha expandido por casi todas las jurisdicciones sanitarias en contra del titular de la dependencia, Juan Antonio Nemi Dib, quien parece el objetivo de un cierto sector político que ya ha tomado los rumbos tanto de la selección de candidatos a las diputaciones federales como de la próxima sucesión gubernamental.

El propio Nemi lo expresó abiertamente el viernes pasado en Boca del Río, al señalar que los paros y renuncias de personal en las Jurisdicciones Sanitarias forman parte de un juego político en su contra, amén de lo que él calificó como la renovación en las medidas para poner en orden las asistencias de los empleados sindicalizados en manifestación y renuncia simbólica.

Entrevistado en el marco de su participación en la Semana Nacional de Trasplantes y en la Reunión Interinstitucional con motivo de los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2014, Nemi Dib fue claro en torno al fantasma que enfrenta. “Tenemos denuncias, falsificación de contratos, venta de contratos y plazas, pruebas de sustracción ilegal de gasolina, roban llantas nuevas a vehículos, tengo evidencias también de médicos que cobran por consultas, que sólo dan cinco consultas al día”.

En nota remitida por la agencia AVC, Nemi Dib señaló a la zona de Córdoba y Orizaba como el área más conflictiva, justo donde estalló el problema con la renuncia de un gran número de directores y enfermeras, además del hallazgo de 80 personas que no realizaban labores, pese a que no contaban con permiso alguno.

“Tiene cuatro dirigentes sindicales diferentes, por supuesto no trabajan, cada uno [con] su séquito de comisionados con licencia sindical y no trabajan, ocupan históricamente un pedazo de edificio que debía ser para consultas y laboratorios y lo tienen secuestrado dentro de las instalaciones de la jurisdicción”.

Y el problema no es nuevo. Secretarios de Salud pasan y la solución se dispensa para evitar conflictos políticos. El problema de Nemi es que no le gusta dejar las cosas como están por evitarse golpeteos, aunque eso dañe a la institución. No hace falta sino invocar el conflicto jurídico contra la empresa Finamed que realizaba una verdadera sangría al erario, a cambio de prestar un servicio (dotar de equipo médico rentado) que distaba mucho de lo que ordenaban incluso los leoninos contratos firmados al fragor de actos de corrupción.

El problema es que pareciera que todo está vinculado y que los dirigentes sindicales y trabajadores no solo están protestando contra la intención de poner orden en sus cargas de trabajo, sino que son usados para dar al traste con la imagen del funcionario, por mucho, uno de los que mejor están respondiendo a la encomienda hecha por su jefe el gobernador Javier Duarte.

Y es que, pese a que los resultados en Salud se deben entre otras cosas a que Nemi no está metido en ningún proyecto político-electoral (como la mayoría de los funcionarios actuales), quienes ya mandan en la sucesión lo ven como un verdadero peligro para sus planes. Por eso, no se espante si el conflicto se recrudece, a no ser que el gobernador Javier Duarte de Ochoa atiende estos signos que pueden afectar a su propia gestión y dé un manotazo sobre el escritorio.

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