“Libre y para mi sagrado, es el derecho de pensar… La educación es fundamental para la felicidad social; es el principio en el que descansan la libertad y el engrandecimiento de los pueblos”,

Está claro, Juárez fue un visionario del que tenemos mucho que aprender, él hablaba de felicidad social hace 165 años, concepto que ha sido adoptado al celebrarse elDía Internacional de la Felicidad”, fecha establecida para el 20 de marzo por la Asamblea General de la ONU y que se celebró por primera vez en el año 2013, como una forma de crear conciencia del bienestar de las personas.

El bienestar de las personas, que debe ser el fin que persigan todos los gobiernos, parece alejarse cada vez más de nuestro alcance; en México, al menos dos de cada cinco personas son pobres, la inversión dedicada al sector Salud está muy por debajo de la media de los países de OCDE, la inseguridad genera infelicidad, incertidumbre y deterioro de la economía y calidad de vida; la violencia juvenil aumenta; el rendimiento escolar es bajo, los problemas emocionales de niños y jóvenes escolares están en aumento poniendo en riesgo su futuro de vida; el alcoholismo, la drogadicción y el ingreso de jóvenes y niños a la delincuencia está a la orden del día; los embarazos en adolescentes siguen creciendo.

Los datos duros que tenemos en México con respecto a la realidad y futuro de nuestros escolares son desoladores, y sin embargo, en nuestras escuelas estamos más empeñados por enseñarles a los alumnos fechas, lugares y fórmulas, que enseñarles a ser ciudadanos perfectamente preparados para generar sus oportunidades y resolver los problemas cotidianos.

La realidad social en las comunidades escolares y sus entornos, plantean un gran reto al sistema educativo que, además de realizar su papel de enseñanza tradicional, debe ampliar sus horizontes hacia la educación emocional de niños y jóvenes.

Y es que vivimos en un mundo inmerso en una competitividad económica que ejerce presión negativa sobre el tejido social y el familiar, las empresas están empeñadas en bajar los costos laborales sitiando económicamente a las familias, ambos padres tienen que trabajar, quedando los niños al cuidado de alguien poco idóneo del celular-televisión-videojuegos;  vivimos una época en que los niños crecen más en pobreza, en que las familias uniparentales van en aumento, en que los jóvenes caen en estados de depresión, estrés y ansiedad que los hacen víctimas fáciles de malas compañías o la delincuencia, estas son situaciones que se parecen mucho al abandono y todo lo anterior aplica incluso a los padres mejor intencionados que tienen que salir de casa a buscarse la vida.

Cuando por las razones ya mencionadas, los padres dejan de cumplir eficazmente su función de inculcar a sus hijos valores, educación y herramientas para transitar con seguridad en la vida, la escuela adquiere gran relevancia porque se convierte en el único lugar seguro para formar adecuadamente al niño, para educar al futuro ciudadano, no solo para que cubra los requisitos de productividad y crecimiento que necesita el país, sino educar con un enfoque de ciudadanía que permita construir una sociedad armónica, en paz y feliz.

Daniel Goleman, que alcanzó fama mundial por su excelente libro “Inteligencia Emocional”, propone un modelo de enseñanza con inteligencia emocional, que le otorguen a los estudiantes herramientas para manejar adecuadamente sus emociones y aprendan a comprender mejor su entorno, a solucionar los conflictos, a relacionarse con los demás, trabajar en equipo y a manejar situaciones difíciles, que además mejoren su autoestima, sus relaciones sociales, les de ánimo y esperanza de una vida mejor.

Este modelo, ha demostrado mejoras muy importantes que impactan positivamente no solo en la vida y el desarrollo de los niños y jóvenes sino en su vida familiar, profesional y en toda su comunidad, hay estudios que comprueban que la violencia y la delincuencia se reduce en el área de las escuelas que aplican la educación emocional. Otras investigaciones arrojan resultados realmente interesantes, por ejemplo, que no son los alumnos de más alto promedio quienes triunfan en la vida laboral, incluso sentimental y social, sino aquellos que supieron desarrollar y aplicar más a su vida social el manejo de la inteligencia emocional.

Para ello, y esto puede ser a la luz de los cambios en educación que anuncia el nuevo gobierno federal, los profesores deben ser entrenados para dar cursos de alfabetización emocional, en un principio como ocurrió en países avanzados, algunos maestros pueden ser reacios a incorporarse a este programa, pero la experiencia dice que después de hacerlo el 90% de los profesores manifiestan estar contentos con él.

Más allá de la preparación de los maestros , la alfabetización emocional amplía la visión que tenemos de la tarea que debe cumplir la escuela, convirtiéndola en un agente más concreto de la sociedad para asegurarse que los niños aprendan estas lecciones esenciales para la vida, lo que significa un retorno al papel clásico de la educación.

Sería magnífico que Veracruz se convirtiera en el primer estado en incluir la educación emocional en sus programas escolares, poniéndose a la vanguardia de un nuevo paradigma educativo que no tiene precedente en la historia de la educación, pero sobre todo se estaría asegurando la construcción de una sociedad más justa, más sana y más culta. “La esperanza principal de una nación radica en la educación adecuada de su juventud”, porque la educación lo es todo.

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