Si los veracruzanos nunca pudimos tomar con seriedad el hecho de que Javier Duarte era el gobernador (y teníamos la certeza de que quien estaba detrás de él era Fidel Herrera), en estos últimos días la percepción se ha radicalizado: vemos a Duarte como un manojo de nervios, una inutilidad a la hora de ver por sus rehenes (que él cree sus gobernados), un niño caprichoso y malcriado que trata de crear el mayor daño posible a quienes hicieron perder a su partido en los pasados comicios

Que las finanzas públicas estén realmente en terapia intensiva en un hospital olvidado, sin instrumental ni medicamentos, atendido por un médico loco, ya es una situación preocupante para quienes vivimos en esta entidad. Ya hemos visto cómo de todas partes surgen protestas por incumplimiento de compromisos financieros y  cómo el gobierno que termina ha llevado a la ruina a buena parte de las empresas veracruzanas.

El problema mayor es que quien debiera estar limpiando la casa, emparejando las puertas y cerrando las llaves del agua y el gas para entregarla al próximo inquilino, le está prendiendo fuego. Ha dejado que los ladrones y los asesinos se metan hasta las alcobas a violar y asesinar a sus moradores, a robar el mobiliario, a vaciar las alacenas, a imponer nuevas reglas de juego mediante la más burda e inaceptable violencia.

¿Por qué, cuando se hablaba de una disminución de la incidencia delictiva en Veracruz (más producto de la simulación del Fiscal General del Estado que de la efectividad de la policía preventiva), se ha desatado una ola de violencia incluso mayor a la experimentada en 2011 –cuando Duarte se estrenaba en la calistenia de la desidia– y amenaza con obligar a los veracruzanos a migrar a otras entidades?

¿Acaso habrá, bajo la superficie, la ruin intención de dejar una papa caliente en materia de seguridad al próximo gobernador panista, para que naufrague en la acumulación de expedientes policiacos indescifrables y en la multiplicación de casos criminales abominables (como el de los estudiantes universitarios) cuyas pesquisas estén plagadas de tantos errores y omisiones que sea prácticamente imposible seguirles el paso?

¿No será una forma malévola de romperle a Miguel Ángel Yunes Linares su abierta preocupación por recuperar la seguridad de Veracruz, mediante acuerdos con el crimen organizado para crear un verdadero caos en toda la entidad que, además de restarle efectividad, le impida atender su promesa de llevar a la cárcel a los delincuentes duartistas y atender los temas centrales que nos permitan salir del marasmo económico y social?

Y es que Duarte solo se ha concentrado en crear el infierno, para salvarse de su purgatorio.

Yunes Linares lo tiene claro

Y no es que uno se dedique a inventar inquinas. El proyecto de la Fidelidad no solo pasa por crear cualquier escenario que impida la asunción de su peor enemigo. En caso de que eso no sea posible, buscarán a toda costa que no pueda gobernar durante dos años, atraerlo al más duro campo de batalla y hacer que distraiga los muy magros recursos financieros con que contará su gobierno en apagar los fuegos que abrirán por todos lados, sea a través de sus organizaciones parasociales o mediante el concurso de sus socios en el crimen organizado.

¿Que no tienen vínculos con las organizaciones criminales? A no ser que Yunes Linares hable sin saberlo, lo que dijo en Veracruz este domingo fortalece las más siniestras sospechas.

Solo para resumir, el próximo gobernador dijo que Fidel Herrera Beltrán abrió las puertas del estado a la delincuencia organizada a cambio de millones de dólares y que su sucesor, Javier Duarte, no solo las mantuvo abiertas sino además fortaleció los lazos.

Eso tal vez explique que la pesadilla de la violencia que los veracruzanos hemos padecido desde Fidel Herrera, cuando se instauró un “seguro” contra secuestros gracias al cual algunos particulares podían pagar el monto del rescate exigido por los secuestradores con cargo al erario, y que se ha recrudecido con la pésima gestión de Duarte, no tuviera jamás visos de poder resolverse.

Es cierto que la tarea de recuperar las finanzas públicas tiene que ser una asignatura de la mayor importancia en los próximos dos de gobierno, sobre todo si pensamos que el presidente Enrique Peña Nieto, quien ha actuado como cómplice de Duarte, poco hará por acrecentar los recursos federales a Veracruz; sin embargo, si hay algo que más preocupa a los paisanos es la violencia y la inseguridad.

Y no solo se tratará de contener los actos prácticamente terroristas que se han visto en la entidad últimamente, además de los normales homicidios, sino de perseguir los delitos que se han cometido con anterioridad y que ni Fidel ni Duarte han estado interesados en investigar, perseguir y castigar, acaso porque son hechura de socios en el mundo del crimen, si nos atenemos a la aseveración de quien se encargará de enjuiciarlos, según ha prometido.

Para ello, lo primerísimo que debe hacer Yunes Linares es sacar a patadas de la Fiscalía a Luis Ángel Bravo Contreras, inepto y cómplice de la Fidelidad, pero acto seguido tendría que fortalecer toda la línea de mando de la Fiscalía, con personal idóneo, equipamiento de avanzada, una efectiva vinculación con las bases de datos del gobierno federal y una maquinaria aceitada que no requiriese, como hoy, que el gobernador “ordene” investigar, como lo hizo en el caso de la desaparición y homicidio de los jóvenes Génesis Deyanira Urrutia, Leobardo Arroyo Arano y Octavio García Baruch.

Si Miguel Ángel Yunes Linares no solo logra que el robo monstruoso a las arcas públicas sea castigado sino que los delitos que Fidel y Duarte han dejado en la impunidad se vayan resolviendo, los veracruzanos le ofrecerán su casa orgullosamente.

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