Esta es tercera jazzeada, tercera… ¡Comenzamos!

En noviembre de 2011, la Conferencia General de la Unesco proclamó el 30 de abril como Día Internacional del Jazz, bajo las siguientes premisas:

¿Por qué un Día Internacional del Jazz?Imprimir

• El jazz rompe barreras y crea oportunidades para la comprensión mutua y la tolerancia
• El jazz es una forma de libertad de expresión
• El jazz simboliza la unidad y la paz
• El jazz reduce las tensiones entre los individuos, los grupos y las comunidades
• El jazz fomenta la igualdad de género
• El jazz refuerza el papel que juega la juventud en el cambio social
• El jazz promueve la innovación artística, la improvisación y la integración de músicas tradicionales en las formas musicales modernas
• El jazz estimula el diálogo intercultural y facilita la integración de jóvenes marginados.

En la primera edición, celebrada el 30 de abril de 2012, las figuras más importantes del jazz participaron en conciertos que se llevaron a cabo en la Sede de la Unesco, en París; en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, y en la cuna del jazz, la Congo Square de Nueva Orleans.Recuadro 1
La sede oficial de la edición 2013 fue Estambul (Turquía), bajo el argumento de que “Turquía se caracteriza por una tradición secular del jazz. Munir Ertegun, primer embajador turco en Washington en los años 30, abrió las puertas de la sede diplomática a los músicos de jazz afroamericanos más importantes del momento para que en sus estancias pudiesen tocar libremente ya que la sociedad de la época vivía marcada por la segregación racial. Inspirados por este legado, los hijos del embajador, Ahmet y Nesuhi, continuaron la senda iniciada por su padre y crearon el primer sello discográfico de jazz y gospel en Estados Unidos (Atlantic Records, 1947), una compañía que desempeñó un papel fundamental en la difusión del jazz en el mundo.Veracruz

 http://www.unesco.org/new/es/unesco/events/prizes-and-celebrations/celebrations/international-days/international-jazz-day-2013/

Este año, la celebración oficial se realizará en Osaka, Japón, pues “fue precisamente en Osaka donde abrió el primer club de jazz de Japón, en 1933. En un contexto de apertura progresiva hacia Occidente, este género musical se abrió camino en las grandes ciudades japonesas, aunque Osaka siguió siendo la verdadera “Meca” del jazz nipona. Mientras que Billie Holiday, Ella Fitzgerald y Frank Sinatra creaban algunos de los temas más famosos del jazz, los artistas japoneses los adaptaban a su propio idioma y cultura.”

http://www.unesco.org/new/es/media-services/in-focus-articles/spring-of-jazz-in-osaka/

Para quienes, como yo, no puedan ir a Japón, en nuestro estado tenemos dos celebraciones: la de Xalapa, hoy, 30 de abril; y la de Veracruz, mañana 1 de mayo. En la colaboración de ayer están detallados los programas.
En esta columna celebramos con algunos de los muchos textos literarios en los que el jazz o sus hacedores son protagonistas. La selección es arbitraria, está determinada únicamente por mi gusto personal. La comparto:

El Jazz

Eduardo Galeano

Louis Armstrong
Louis Armstrong

De los esclavos proviene la más libre de las músicas. El jazz, que vuela sin pedir permiso, tiene por abuelos a los negros, quienes trabajan cantando en las plantaciones de sus amos, en el sur de Estados Unidos, y por padres a los músicos de los burdeles negros de Nueva Orleans. Las bandas de los burdeles tocan toda la noche sin parar, en balcones que los ponen a salvo de golpes y puñaladas cuando se arma la gorda. De sus improvisaciones nace la loca música nueva.
Con lo que ahorró repartiendo diarios, leche y carbón, un muchacho petiso y tímido acaba de comprarse corneta propia por diez dólares. Él sopla y la música se despereza largamente, largamente, saludando al día. Louis Armstrong es nieto de esclavos, como el jazz, y ha sido criado, como el jazz, en los puteros

 

Canción Para Billie Holiday

Pere Gimferrer

Y la muerte

Billie Holiday
Billie Holiday

nadie la oía
pero hablaba muy cerca del micrófono

Con careta antigás daba un beso a los niños

Lady Day las gaviotas heridas vuelven a la luz del puerto
Extraña fruta en el aire el crepúsculo se ausenta
Con una espada con un guante con una bola de cristal
la pecera magnética la cueva del pasado el submarino bajo las
mareas que fulgen
Lady Day cuánto amor en una juventud cuántos errores
cuántas tardes hablando qué deseo qué eléctricos
jazmines
cuántos cow-boys muertos como trovadores la sonrisa en los
labios que se tiñen de sangre
los gritos en las calles las manifestaciones disueltas bajo el
arco voltaico del poniente y los lóbregos edificios
irreales
Lady Day el amor como una libélula
cazador de libélulas
Lady Day qué despacio nos viene la experiencia todo cobra un
sentido se ordena como el paisaje en los ojos cuando
recién despiertos corremos las persianas
o intentamos ordenar las palabras de un
poema
Lady Day
Animales heridos en el bosque nuestros ojos qué piden qué
desean
qué desea esta voz en el viento de otoño un lebrel o su presa
disueltos en la fría oscuridad del tiempo
escamoteados como naipes de una baraja los años de nuestra
juventud
Con dos vueltas de llave cerraron la cocina
No nos dan mermelada ni pastel de cereza
ni el amor ni la muerte extraña fruta que deja un sabor ácido.

Clifford

Julio Cortázar

Clifford Brown
Clifford Brown

Esa difícil costumbre de que esté muerto. Como Bird, como Bud, he didn´t stand the ghost of a chance, pero antes de morir dijo su nombre más oscuro, sostuvo largamente el filo de un discurso secreto, húmedo de ese pudor que tiembla en las estelas griegas donde un muchacho pensativo mira hacia la blanca noche del mármol. Allí la música de Clifford ciñe algo que escapa casi siempre en el jazz, que escapa casi siempre en lo que escribimos o pintamos o queremos. De pronto hacia la mitad se siente que esa trompeta que busca con un tanteo infalible la única manera de rebasar el límite, es menos soliloquio que contacto. Descripción de una dicha efímera y difícil, de un arrimo precario: antes y después, la normalidad. Cuando quiero saber lo que vive el shamán en lo más alto del árbol de pasaje, cara a cara con la noche fuera del tiempo escucho una vez más el testamento de Clifford Brown como un aletazo que desgarra lo continuo, que inventa una isla de absoluto en el desorden. Y después de nuevo la costumbre, donde él y tantos más estamos muertos.

San Juan de la Cruz escucha a Miles Davis

Óscar Hahn

I

SAN JUAN EN EL CALABOZO
(Toledo, 1577)

La trompeta flamea serpentea relampaguea
Su quejido metálico

se hunde y difunde exclama y reclama
un no sé qué que queda balbuciendo

Es el Arcángel San Gabriel dice el Santo
Es el Arcángel que me llama desde el futuro

Es el arcángel cuya piel es más negra que la noche
y brilla como las heridas de mi alma

Es el sonido de la trompeta como un cauterio suave

Miles Davis
Miles Davis

II

MILES DAVIS EN EL CALABOZO
(New York, 1959)

Los tornados me dan el viento que necesito
para tocar mi trompeta

Oh toque delicado que a vida eterna sabe

Y vi que por la ventana del calabozo
entraba un halo de luz y que en el aire
flotaba una Aparición fulgurante

(Son alucinaciones de la droga Dios mío)

Para ahuyentar al espectro tomé mi trompeta y toqué

Y mientras tocaba el rostro de la Aparición
tenía una expresión de éxtasis y dijo:

“La música callada la soledad sonora”

Sentí que me crecían alas en la espalda
y empecé a levitar

Entonces apareció un graffiti en lo alto de la pared
Que decía:

Qué bien sé yo la fuente que mana y corre
aunque es de noche

Y la sangre que manaba de mi cabeza
por los golpes que me dio el policía
iluminó la celda y dejó de correr

alrededor de la medianoche.

Jazz y naturaleza

Billy Collins

Era otra mañana clara y soleada,
una brisa seca agitaba los árboles en torno a la casa
y yo no tenía nada que hacer –
mi escena habitual a finales de agosto.

Estaba leyendo la autobiografía

Art Pepper
Art Pepper

de Art Pepper, así que puse un disco de Art Pepper
y encendí los altavoces de fuera
para sentarme bajo el sol caliente
y leer más acerca de su vida de sordidez y prisión
mientras escuchaba su alto veloz, suave
saliendo de entre dos grandes arces
como si el jazz de la Costa Oeste fuese la música de la propia naturaleza.

Así, dibujé una especie de caja
alrededor de la mañana,
en tres dimensiones y a lápiz,
conmigo dentro sujetando una regla en mi mano.

Leía y escuchaba y leía,
y a veces echaba un vistazo a las fotografías
para comprobar la cara del hombre
que me dijo que una vez había conducido un Cadillac verde dorado

en el que podías perderte para siempre, como cuando
miras a las aguas de un lago;
el hombre que dijo que había compuesto
una balada llamada “Diane” para su segunda mujer
sólo para darse cuenta más tarde

de que la melodía era demasiado hermosa para ella.
El tipo que confesó haber vendido
a su perro, un caniche colo champán llamado Bijou,
por un chute de veinte dólares

y el que comentó que los hombres que en la cárcel
intentaban desintoxicarse introducían
los bajos de los pantalones en los calcetines
para que ni la más ligera brisa tocara su piel.

Detrás de donde yo estaba sentado al sol
había un brote de flox silvestres rosadas,
y algunas de las abejas que revoloteaban por allí
comenzaron a zumbar alrededor de mi cabeza.

Una en particular parecía tan interesada
en mí que la di un manotazo,
me levanté rápidamente y dije “no me vaciles
o te parto la cara, fantasma,”

una reacción sin duda inspirada
en mis lecturas sobre los bajos fondos californianos
en el cincuenta y siete,
mi año favorito de todos los tiempos para el jazz.

Pero persistió, esta abeja, y al final
me obligó a retirarme dentro, al estudio oscuro y fresco
donde un gato dormía sobre una silla,
un buen lugar para escribir todo esto

y preguntarme en qué ocuparía el resto del día –
tal vez en colgar un cuadro en la pared
o en recibir una llamada sorpresa
de alguien a quien solía amar.

¿Qué tal algo de Dexter Gordon
a la hora del aperitivo
y quién sabe?
quizás un encuentro con una hormiga cruel –

todo ello, probablemente, es parte de mi propia autobiografía,
un relato más cauto, contado en tiempo presente,
con unas pocas ilustraciones toscas
y un diagrama de mi pequeño árbol genealógico,

un trabajo cuyas páginas pasan
cada día como el agua que hace girar la noria,
la única cosa que no puedo dejar de escribir,
el único libro que nunca podré abandonar.

https://www.youtube.com/watch?v=F3hmvH3L7Q8

Latín y jazz

Gonzalo Rojas

Leo en un mismo aire a mi Catulo y oigo a Louis Armstrong
lo reoigo
en la improvisación del cielo, vuelan los ángeles
en el latín augusto de Roma con las trompetas libérrimas,
lentísimas,
en un acorde ya sin tiempo, en un zumbido

Catulo
Catulo

de arterias y de pétalos para irme en el torrente con las
olas
que salen de esta silla, de esta mesa de tabla, de esta
materia
que somos yo y mi cuerpo en el minuto de este azar
en que amarro la ventolera de estas sílabas.

Es el parto, lo abierto de lo sonoro, el resplandor
del movimiento, loco el círculo de los sentidos, lo súbito
de este aroma áspero a sangre de sacrificio: Roma
y África, la opulencia y el látigo, la fascinación
del ocio y el golpe amargo de los remos, el frenesí
y el infortunio de los imperios, vaticinio
o estertor: éste es el jazz,
el éxtasis
antes del derrumbe, Armstrong; éste es el éxtasis,
Catulo mío,
¡Thánatos!

Recuadro 2

 CONTACTO: https://www.facebook.com/pages/El-jazz-bajo-la-manga/112661338768699