Al salir de la secundaria, Humberto León dejó el piano y, con la guitarra, comenzó la exploración de ritmos y estilos musicales; pasó por el danzón, la música de sonora, la música de baile, la música brasileña y el jazz rock:

Eyyyyyyy familia…Danzón

Cuando salí de la primaria, a los 12 años, don Germán Varela le fue a pedir permiso a mi papá para que fuera a tocar con su danzonera a Paso de Ovejas. No sé cómo me conoció ese señor, o quién le dijo que yo tocaba, el caso es que mi papá me dio permiso. Al principio me acompañaba, pero ya después me dejaba ir solo; me daba para el autobús y allá me daban la comida. Había que tocar a mediodía para que la gente oyera una probada y en la noche era el baile. Yo quería andar tocando rock and roll, no danzones, pero eso era lo que había. Ahí me fui fogueando durante un buen tiempo. La Danzonera de Paso de Ovejas fue mi primer grupo profesional, a veces tocábamos dos veces por semana, sábado y domingo; al terminar esperaba yo el “totolero” que venía de Veracruz, a las 3, 4, 5 de la mañana y llegaba a dormir casi todo el día.

Mira, qué cosa más linda…

Con el trabajito de la danzonera ya tenía oportunidad de comprar discos. En ese tiempo me gustaba mucho un programa que pasaban por la XEKL que se llamaba La Hora Selecta, ahí ponían música clásica y música no tan comercial; un día escuché un pedacito de la Chica de Ipanema, yo no sabía qué era, pero me gustó la melodía y la cadencia; era con voz y guitarra. No conocía la pieza, no sabía quién era el productor de ese programa, quién era el locutor, qué disco era, quién tocaba o quién tocaba y cantaba; no sabía nada y nunca la volví a escuchar en la radio, entonces me fui a la discoteca de David Velasco; como lo único que sabía era que se trataba de música brasileira, el señor Velasco me llevó a una sección de música de Brasil, pero yo no tenía ni un dato.Ela e carioca Un tiempo después, no sé cómo llegó a mis manos un disco de Lafayette, un organista brasileiro; me le pegué y empecé a sacar Corcovado. Yo ya había pasado algunos boleros del piano a la guitarra, ya los venía tocando a solo; como dicen los americanos, la chord melody, acorde y melodía, y bajo y todo, entonces ya tenía la base armónica, pero lo elemental, no lo elaborado del bossa nova. Cuando empecé con Corcovado, ponía el disco y regresaba y regresaba a los primeros compases: “pues es un Re, pero no sé qué Re sea; es un Re7, pero tiene otras cosas”; y otra vez para atrás, hasta que di que era un Re7/9. Trataba yo de identificar nota por nota, así, individual, hasta que le di; pero no sabía cómo se llamaba, sabía que era un Re7, equis. Y después el otro, y así me fui, acorde por acorde. El disco terminó súper rayado. Ese fue mi camino, comencé como un ciego a distinguir por medio del oído y empecé a ver y saborear los sonidos. Después vino el ritmo; después empecé a juntar ritmo y armonía. Después venía la melodía, era otra chamba pero ya tenía una base, cierta habilidad. Y ahí seguí hasta que agarré la clave del bossa nova, hasta que entendí la forma. El rock and roll ya no me interesó, no lo toqué, el bossa nova fue lo que me atrapó. Después compré un disco de Joao Gilberto que traía la Chica de Ipanema, el disco de Lafayette ya me había dado el camino, y empecé con el de Joao Gilberto; era voz y guitarra y yo no quería cantar, entonces tenía que elaborar la melodía; puse la Chica de Ipanema y seguí con más temas. Después escuché a Luis Bonfá, otro guitarrista brasileño, era un disco instrumental y ya fue más fácil.

Y llegó León a los bailes de salón

Empecé a tocar en los bailes, todavía me tocó lo último del Centro Recreativo Xalapeño; ahí toqué cosas de Carlos Campos, de Acerina y su Danzonera con la orquesta de Don Juvenal Soriano. Después me invitaba la Sonora Xalapa a tocar a Los Ídolos, Rinconada, y todas esas rancherías en las que eran muy solicitadas las sonoras. Toqué mucha música tropical y al mismo tiempo hacía mi trabajo personal con los discos de bossa nova.

Centro Recreativo Xalapeño
Centro Recreativo Xalapeño

También estuve con Lalo Zárate en la Orquesta Universitaria, ahí había muchos maestros de la sinfónica y el repertorio era de tangos, valses y música de violines. Tocábamos en los bailes de Arquitectura, de la prepa Juárez y todos los que se hacían en el Gimnasio C y en la Normal; toqué en todos estos espacios. Una vez alternamos con los Xalver, un grupo que traía música brasileña con la onda de Sergio Méndez; tocaban pura samba y pura bossa nova, todo mundo bailaba con ellos y con nosotros no, puro repertorio de viejitos. Ahí me vieron tocar y me invitó el director, Lalo Sainz. El maestro Lalo Zárate no quería que me saliera de la Orquesta, pero le dije que me interesaba más eso y me pasé.

¿Dónde vas, chiquillo?, ¿dónde quieres ir?, quédate conmigo…

Eso fue en el 68. Duré tres años con los Xalver, hasta 71, cuando se terminó el grupo. Después, Sergio, director de Los Joao, y los Arcos me invitaron a tocar con ellos pero no acepté, primero porque había una rivalidad de los Xalver con los Joao y, además, no me gustaba su estilo, yo los oía y mi oído me decía, “esto está falto”. Se decían muy samberos, pero no era cierto, perdón que lo diga (risas). Los Joao tocaban una samba muy comercial, así… (tararea),  y así no es la samba, para nada. Yo ya tenía la información y la habilidad en las manos, ya conocía los acordes que de verdad eran de la samba y del bossa nova y, bueno, les dije que no a los Joao.

Con mi guitarrita me voy, hasta la capital…

Nunca he buscado espacio para tocar, siempre he sido invitado, gracias a Dios. Un día me habló el baterista de Toño Quirazco y me invitó a irme con ellos al DF; estaban regresando de una gira y se salió su guitarrista. Yo no me quería ir pero dije, si se da la oportunidad, vámonos a ganar dinero y a buscar otras cosas porque, por ser la capital, hay más movimiento.Toño Quirazco

El grupo de Toño Quirazco trabajaba en cadenas de hoteles como el Crown o los Inn; cuando llegué, venían de Acapulco y se iban al sureste, empezando desde Villahermosa hasta llegar a Isla Mujeres; pero después de que se salió el guitarrista, el grupo se desintegró y el director no quería decírmelo, me dijo: “ahora hubo este problema, pero vamos a seguir ensayando”, íbamos a ensayar menos de quince días para irnos a la gira. Estuve una semana y me dije, “¿qué hago aquí?, no conozco el DF y no me gusta; me regreso a Xalapa”, cuando  llegó el sábado, tomé el camión de las doce de la noche y me regresé.

Entonces yo daré la media vuelta y me iré con Los Soles, cuando muera la sambaXalapa 60s

En los sesenta había un grupo de rock muy bueno que se llamaba Los 5 Soles; yo quería tocar con ellos pero nunca se dio, eso fue como en el 68; todo mundo andaba con los Beatles en ese tiempo. Cuando se desintegró se formó otro grupo, Los Soles Brass, y me invitaron a tocar con ellos; era una banda de jazz rock. Pusimos música de Chicago y Sangre, Sudor y Lágrimas, y empezamos a jalar en el Terraza Jardín los domingos; ahí tocaban los Joao, los Sabas Beat, la Orquesta de Gaby Salas, el grupo Mestizo, de Pedro Salas, y grupos de Coatepec. Me quedé con los Soles Brass hasta mediados del 74.

El guitarrero de las dos tortas

Después de los Soles me invitó el ingeniero José Luis Tapia al Sistema 4, un grupo vocal; al mismo tiempo me invitaron al Papa’s New Band. Estuve tocando con los dos, a escondidas, hasta que invitaron a los dos grupos a tocar en un festival del Diario de Xalapa; tuve que cambiarme de traje durante la tocada. Ninguno de los dos sabía, era como andar con doble novia; se me juntaron y, pues, ni modo, se enojaron los dos y me fui.

(Continuará)


 

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