«Como la bugambilia, esta noche, yo también me desnudo», así comienza la canción Esta noche de Ana Díaz y así, como bugambilia, una noche reciente tomó el teléfono para responder a mi llamada y fue desnudando su alma, deshojando los recuerdos de sus horas, de sus días, de las vicisitudes que han ido conformando la geografía de su voz, los paisajes de su palabra.
La canción comercial, la trova, el jazz, el rock, el pop y el reggae son, entre otros, los peces acumulados en la cesta de un pescador cuya abundancia se debe menos a la buenaventura que al tesón, a su terca vocación de sembrar en el desierto y perseverar hasta que el sudor fecunde y la semilla devenga flor, fruto, fronda que cobija.
La ruta de los peces, el álbum que lanzará en abril, es la ruta de los pasos, el mapa que aglutina los senderos recorridos, en él, el pop alternativo, el rock y la cumbia son los ingredientes de un coctel marinado por años a base de hallazgos, traspiés, renuncias, reincidencias, reverberaciones constantes y reinvenciones sonantes.
Desde Oaxaca salió una voz de mariposa que, esa noche, alzó el vuelo.

Las hojas del recuerdo

Una a una van cayendo mis hojas,
las hojas del recuerdo de las horas,
de los días,
las hojas que se acumulan por la vida…
(Esta Noche. Ana Díaz)

Yo nací aquí en la ciudad de Oaxaca, mi papá es de la sierra sur, de Sola de Vega, y mi mamá es de Jalisco. Desde chica tuve influencia musical porque siempre había mucha música en mi casa, a mi papá le gustaba muchísimo cantar y mi mamá tocaba el piano (todavía vive pero ya no lo toca), estudió en Bellas Artes. La casa tenía un circuito de bocinas en todas las recámaras entonces, cuando ponían música, cada quien podía prender su bocina. Escuchábamos música clásica, música de tríos y mucha música mexicana.
También me marcaron mucho los viajes que hacíamos por las carreteras de Oaxaca porque siempre llevábamos casetes de Pedro Infante, de María Dolores Pradera, de Los Panchos. Además, mi papá y yo jugábamos mucho con una grabadora, él me entrevistaba, luego yo lo entrevistaba, luego él cantaba, luego yo cantaba entonces, entre juegos y demás, siempre estaba presente la música aunque ninguno de mis papás se dedicó a la música a nivel profesional y cuando yo planteé hacerlo fue difícil porque no era no era una opción en ese momento, yo me obstiné y lo hice así pero no estudié música, estudié Ciencias de la Comunicación.
Mi mamá me llevaba a clases de piano pero yo era muy rebelde, no es que me arrepienta pero así era mi forma de ser, si mis papás me decían no hagas tal cosa, yo la hacía. Siempre fui medio contreras (risas) entonces, cuando mi mamá me llevaba a clases de piano yo no le ponía muchas ganas porque sentía que era a fuerza, ahorita digo qué tontería, cómo no aproveché más esas clases porque, al final, es a lo que me dediqué entonces me hubiera hecho mucho bien sacar provecho de esos espacios que se daban pero no fue así.

Aún hay más

De chica estaba muy deslumbrada con la televisión y con lo que pasaba en el show business y creo que esa era la visión que yo tenía de lo que quería hacer: el artista que sale en la tele, que llena estadios enteros, que es famoso y que va por la calle y todo mundo quiere estar cerca de él. En esa época me gustaba más bailar que cantar, el canto era algo que acompañaba al baile pero yo pasaba horas y horas literalmente encerrada, era raro para mi edad que en lugar de estar jugando a otra cosa, estaba encerrada bailando, copiando pasos de los grupos y sacando coreografías e imaginándome en un escenario, ese era mi juego y me lo tomaba muy en serio, le echaba muchas ganas y cuando formaba mis grupos era muy seria con los ensayos y con las obras de teatro que ponía en la escuela. Creo que desde siempre tuve esa vena y siempre decía que eso era lo que yo iba a estudiar: canto, baile y actuación.
Estoy hablando de que tenía ocho o nueve años cuando hacía mis obras de teatro en la escuela, yo escribía los guiones, las dirigía y todo entonces, para mí, los mayores regalos que me hacían mis papás eran micrófonos y tocadiscos, son los regalos que me marcaron y de los cuales voy a acordarme toda la vida.
Por otro lado, y esto es importante comentarlo, por el hecho de que mi abuela era de Sola de Vega, sí vivía yo esa parte de la tradición porque cada vez que íbamos de visita, en las fiestas nunca faltaban las chilenas soltecas, las bailaba y me encantaban entonces, de la tradición, creo que la chilena solteca es la que llevo más arraigada. También bailé en ballets folclóricos muchos años, no bailé de en el auditorio de la Guelaguetza pero bailé en un grupo que hacía la Guelaguetza, bailé hawaiano, bailé muchas cosas, estuve en muchos grupos de la escuela que van desde las rondallas hasta los grupos de coro, entraba a todo lo que podía.
Por todo esto, mis influencias musicales van desde chilenas, clásico, la música de mis hermanos que eran más rockeros, o sea, es toda una mezcolanza interesante.

De los Presuntos Implicados a los asuntos complicados

Mis hermanos son muy musicales, mi hermano toca muy bien el piano, es un melómano compulsivo (risas), le encanta el jazz y toca mucho aunque no se dedica a la música, por él escuchaba otras cosas. También tuve influencia del rock de los 80, los videos también eran algo que me gustaba y me impresionaba y creo que la onda ochentera sí tiene mucho que ver con mi música. Luego se empezó a escuchar también mucho jazz en la casa y música que no era tan comercial como Presuntos Implicados y otros grupos que no eran los que se presentaban en Siempre en Domingo ni nada de eso.
Yo pasaba mucho tiempo viendo muchos grupos y todo lo que podía y de ahí iba escogiendo qué era lo que me gustaba de cada uno, me gustaban mucho los grupos que hacían coreografías como el de Michael Jackson. La onda coreográfica y visual me gustaba muchísimo y es lo que yo quería hacer entonces, al terminar la preparatoria yo dije que quería irme a Televisa pero mis papás, yo creo que sabiamente, me dijeron:
-No, estás loca, no vas a ir a Televisa, vas a hacer una carrera de verdad
La verdad, ahora lo agradezco porque creo que hubiera arruinado todas mis ganas de hacer cualquier cosa (risas). Cuando me dijeron eso, contesté:
-Bueno, voy estudiar Ciencias de la Comunicación, y esa es mi carrera.

Debo partirme en dos

Antes de irme a México a estudiar mi carrera, empecé a encontrarme con mucha gente aquí en Oaxaca que escuchaba trova, era algo muy distinto a todo lo que yo había escuchado, esto era otra cosa. Escuchar a Silvio [Rodríguez], escuchar a Pablo [Milanés], escuchar a Mexicanto, escuchar a [Alejandro] Filio me empezó a enamorar muchísimo, me di cuenta de que la música no era solamente lo que podías escuchar o ver en la tele, además, podía estar cerca de los creadores, imagínate, la canción de autor me dio la posibilidad de conocer de cerca a los que la hacían y además en escenarios completamente distintos a los que yo había visualizado, no eran los grandes escenarios, estoy hablando de hace poco más de 20 años, en esa época venían a Oaxaca y estábamos dos mesas y éramos los cuates, y a veces ni les pagaban, esto era la realidad.

Deja que cante, / deja que quiera como yo sé…

Estrella, tú que miraste,
tú que escuchaste mi padecer,
estrella, deja que cante,
deja que quiera como yo sé
(Zamba de mi esperanza.
Luis H. Morales)

Cuando me fui a México empecé a estudiar la guitarra, sobre todo por ese acercamiento que tuve con la trova. Esa figura de subirse al escenario con una guitarra me fascinó y me divorcié de todo lo demás, dije guácala con lo comercial, ahora la neta del planeta es la trova, me clavé mucho en ese rollo.

Ana Díaz (Foto: José Antonio Soriano Sánchez)

Iba a la Casa de la Cultura de Mixcoac, que era donde vivía. En mi salón había una amiga que escribía canciones y con ella y otras compañeras hicimos un cuarteto pero luego una se salió y quedamos como Trío Tonalli. Abríamos los conciertos de Mexicanto, íbamos a las peñas, nos vivíamos en ese rollo, cuando veníamos aquí a Oaxaca tocábamos en Radio Universidad, en la Casa de la Cultura y donde pudiéramos cantar.
Yo digo que llevo en esto 23 años, casi 24, porque considero que el año 93 (cuando empecé a cantar trova y baladas con ellas) empezó mi carrera porque fue cuando empezamos a trabajar y a visitar lugares, desde ir a palomear hasta dar conciertos compartidos, abrir conciertos, nos empezamos a tomar muy en serio los ensayos, el estudio, todo el rollo y empecé a escribir canciones aunque eran como ejercicios del estudio de la guitarra, yo primero fui intérprete.
Yo siempre digo que los de Mexicanto son mis padrinos porque cuando íbamos a dar nuestro primer concierto con Tonalli les hablamos y les dijimos somos tres chavitas que cantamos, vayan a vernos. Y fueron, nos apoyaron desde el principio. Sergio Felix veía que yo iba en serio y me dijo yo te beco, yo pago tus clases. Yo no acepté, en ese entonces cantábamos en misas y en la iglesia y con eso yo me pagaba mis clases de canto porque mis papás me estaban dando la carrera y para ellos las clases de canto eran como mi hobby entonces yo tenía que pagarlas. Mi papá me regaló mi guitarra, eso sí, todavía la tengo y es la que me firmó Silvio y me firmó Pablo, ya está toda traqueteada pero muy firmada (risas) y costó, creo, 400 pesos, en esa fue la que empecé a escribir y a tocar.
Luego empecé a trabajar en cosas que no tienen nada que ver con la música, tengo un buen inglés entonces entré a trabajar a una empresa en la que necesitaban alguien bilingüe para trabajar en cosas de Internet, que en ese entonces empezaba. Estuve trabajando en esa empresa pero seguía cantando.

(CONTINÚA)

SEGUNDA PARTE: Alzo el vuelo
TERCERA PARTE: La ruta de los peces



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