Pudiendo realizar su primer acto de gobierno colocando la primera piedra del aeropuerto de Santa Lucía o del tren de la ruta Maya, entregando apoyos económicos a millones de jóvenes y adultos mayores, reuniéndose con familiares de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos, entre otras tantas buenas y vendibles ideas, Andrés Manuel López Obrador ha decidido venir a Veracruz -al día siguiente de su toma de posesión- a hacer una declaratoria de crisis humanitaria.

Y no es que Veracruz no reúna las condiciones para ello -mantiene algunas de las cifras más altas en materia de homicidios, secuestros y personas desaparecidas, tiene pendiente la ejecución de dos alertas de género, y recientemente policías municipales se ha visto involucrada en casos de homicidio y desaparición forzada-, sino que se trata una acción que responde más a la historia personal entre el próximo presidente y el actual gobernador.

En su primer acto oficial como mandatario, López Obrador declarará la crisis humanitaria en el estado de Veracruz debido a la inseguridad que se vive, el desfalco al erario público y la violación reiterada a los derechos humanos. Por supuesto que no todos los pecados corresponden al gobierno que concluye, pero la percepción será precisamente que Yunes Linares dejará en Veracruz una herencia maldita.

Para ello, pedirán a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y otros organismos como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Cruz Roja Internacional, su apoyo en estas situaciones que ponen en peligro la vida de los mexicanos y los refugiados de otros países.

Esa fue la razón por la que Alejandro Encinas, próximo subsecretario de Derechos Humanos, estuvo en la entidad en días pasados. No vino de visita de cortesía ni a escuchar a los colectivos sólo para cumplir con la agenda. No es difícil imaginar que a partir de la declaratoria, se inicie la persecución política en contra del actual gobernador.

La versión oficial, la que emitirá el gobierno federal, es que esta declaratoria, permitirá acceder a recursos de organismos internacionales para localizar e identificar los restos de fosas clandestinas y entregarlos a sus familiares, así iniciar la búsqueda de aquellas personas que permanecen en calidad de desaparecidas.

Ironías de la vida. Fue precisamente el fiscal Jorge Winckler y el actual gobierno quienes alertaron que Veracruz se había convertido en la fosa clandestina más grande del mundo. Con el juicio político contra el fiscal en manos del Congreso, la declaratoria de crisis humanitaria dará lugar a la investigación sobre las actuaciones realizadas durante los últimos dos años: si bien la mayoría de las desapariciones no se dieron en este gobierno, las omisiones dolosas cometidas por la Fiscalía tendrán graves consecuencias para su titular. El pez por la boca muere.

El señor presidente –atrás quedarán los arrebatos de “loco”, “viejo guango” y otras tantas linduras que le endilgó el yunismo en estos dos años-, vendrá a Veracruz a declarar una crisis humanitaria como primer paso de lo que será su venganza personal y política.

Pero la visita de López Obrador a Veracruz también tiene otras lecturas: la primera es que vendrá a desterrar a uno de sus principales adversarios; confirmar que Cuitláhuac García será uno de los gobernadores más cercanos al Presidente; y demostrar que tiene una detallada radiografía de lo que pasa en el estado.

Por paradójico que parezca, la transmisión de poderes de hace un par de años –en que estaban involucrados enemigos acérrimos y representaba el fin de décadas de gobiernos priistas- será mucho más tersa de la que se avecina en sólo 16 días. La crispación social y de seguridad augura un cambio de gobierno complicado para quienes llegan y los que se van.

En diciembre de 2016, con Javier Duarte en fuga y Flavino Ríos literalmente echado del palacio de gobierno y la Casa Veracruz, Miguel Ángel Yunes empezó a gobernar semanas antes de tomar posesión. Ganó la mayoría en el Congreso, persiguió y recuperó bienes de ex duartistas –aunque a la fecha no se sepa a dónde fueron a parar- y desmanteló toda la estructura heredada del duatismo fiel. Estaba en plenitud de poder.

A diferencia de entonces, el actual gobernador no ha entregado la plaza, ha resistido los embates del presidente electo y se prepara para entregar el poder pero sin claudicar. A pesar de que se ha suspendido la ceremonia de su último informe de gobierno, su presencia en el Congreso un día antes de la toma de posesión de Cuitláhuac García marcará un momento histórico para el estado.

Pero a partir del primer minuto del primero de diciembre, México y Veracruz serán otros; nos llevará tiempo saber si serán mejores.

Las del estribo…

  1. En la Cámara de Diputados de San Lázaro todos los partidos políticos exigen la destitución de Jorge Winckler; en el Congreso local dan entrada a la solicitud de juicio político en su contra. La apresurada mudanza que realizó hace algunos días de la casa que le quitaron a Adolfo Mota sólo confirma que el fiscal veracruzano tiene lista la renuncia y los amparos.
  2. La presidencia de la Jucopo en el Congreso local era cuestión de tiempo. Impensable que llegara la toma de posesión de Cuitláhuac García, con su fracción parlamentaria dividida en dos, y en riesgo de tener que ceder el máximo órgano de gobierno. Muchas cosas están por pasar en estas semanas.