Con la cancelación de la reforma educativa –y la consecuente desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación-, la reducción presupuestal a las universidades públicas y la creación de 100 nuevas universidades con el estandarte de Morena, el gobierno federal ha confirmado que lo suyo es la clientela electoral y no la educación.

Reducir el presupuesto a la UNAM y el Conacyt –así como al resto de las universidades públicas-, es socializar la ignorancia. En la lógica del nuevo gobierno, el conocimiento se ha convertido en algo innecesario y burgués. Si el pueblo por naturaleza es sabio, entonces no necesita educación, así que podemos prescindir de ella.

La reducción al presupuesto de las universidades, el gobierno sólo la reconoce a través de un eufemismo: se aumentará el presupuesto en educación mediante el pago de miles de becas de capacitación a jóvenes que hoy no estudian ni tienen un trabajo; al mismo tiempo, es necesario que las autoridades universitarias asuman que se acabaron los privilegios y deben adoptar la austeridad republicana. El mismo argumento para confrontar a la Corte y sus ministros.

Para López Obrador las universidades públicas –entre ellas la Universidad Veracruzana- son instituciones aburguesadas que deben plantearse un control presupuestal aun cuando gocen de autonomía de gobierno. Además, si estas universidades no profesan la ideología morenista, entonces me invento las mías.

Los miles de millones de pesos que han quitado a las universidades servirán para crear un centenar de nuevas instituciones al servicio del gobierno, como sucedió con el modelo de la Universidad de la Ciudad de México.

El Presidente no quiere una sociedad educada. Lo que necesita es una masa ideologizada que le permita enfrentar cualquier inconformidad por las políticas emprendidas y el fracaso de sus resultados. La ignorancia disfrazada de una falsa socialización del acceso a la educación será el estandarte del nuevo gobierno federal y su modelo educativo.

Con la presentación del proyecto de Presupuesto 2019 se confirma una de las peores preocupaciones de las instituciones de educación superior: se le quitará el dinero a quienes estudian para dárselo a quienes no lo hacen. Como sucedió con el fallido proyecto de la CDMX, serán miles de jóvenes los que ahí estudien y muy pocos los que concluyan sus estudios y encuentren un trabajo para el que estén capacitados.

El mismo domingo por la noche, la UNAM pidió al Presidente que mantenga el compromiso que contrajo con los rectores de las universidades públicas de que para 2019 sea el mismo presupuesto de este año y pidió a la Cámara de Diputados también pidió analizar y realizar las modificaciones necesarias al proyecto de Presupuesto.

En una carta abierta que circuló profusamente en medios y redes sociales, destacó que se pone en riesgo el adecuado cumplimiento de sus tareas sustantivas de docencia, investigación y difusión de la cultura. Lo mismo pasará con el resto de las universidades.

La educación superior no es algo que sea del agrado de López Obrador. El tiempo que le llevó terminar su licenciatura –el único grado académico con el que cuenta- lo acerca más a una condición de fósil que de estudiante destacado. Nunca ha sido académico. Ahora, intenta demostrar que el destino le dio la razón y que no es necesario prepararse para llegar incluso a ser presidente. De ahí su menosprecio por la educación.

Pero la educación superior no es la única preocupación. La cancelación de la reforma educativa abre paso a un proceso en el que se destierra la evaluación, se desconoce el mérito y se alienta a los estudiantes a la flojera y el plagio, bajo el sofisma de que los niños en México deben aprender a trabajar en equipo.

La expresión del Secretario de Educación, Esteban Moctezuma, de que en el nuevo modelo a los niños no sólo se les permite copiar sino que deben hacerlo, plantea la cancelación del esfuerzo y el reconocimiento personal. No tiene sentido esforzarse si al final del día, la calificación será la misma para todos.

Esta propuesta no sólo es absurda y anti pedagógica, sino que abrirá aún más la brecha entre los niños que estudien en colegios particulares –a los que se les seguirá exigiendo mayor rendimiento a través de la evaluación-, y aquéllos que lo hagan en escuelas públicas. La falsa teoría de la igualdad caerá por su propio peso porque las capacidades intelectuales de cada estudiante son diferentes, aunque el gobierno pretenda homologarlas.

Sin educación de calidad, México camina irremediablemente a convertirse en un país de idiotas.

Las del estribo…

  1. Dice el fiscal Jorge Winckler que intentan removerlo del cargo para que el gobernador pueda nombrar a un Fiscal aliado. El chiste se cuenta solo por un Fiscal arrodillado a un ex gobernador.
  2. Las plumas afines al anterior gobierno no paran en su andanada por criticar a la actual administración de los mismos vicios y errores cometidos por sus patrocinadores. Critican y se burlan de lo que antes aplaudieron a rabiar. Sin embargo, eso no quiere decir que no les asista la razón ante la evidente frivolidad y falta de experiencia de los nuevos funcionarios.