¡Atrapen al ladrón!, grita el ratero. ¡La mafia del poder! Despotrica un clan oscuro y perverso que se escuda tras el fenómeno electoral que representa López Obrador. Es posible que el enojo de muchos mexicanos a consecuencia de los actos de corrupción cometidos no los deje ver que esa misma inmundicia –ahora ejercida por nuevos actores políticos- es lo que están defendiendo.

Decir que muchos gobernadores priistas llevaron al país al despeñadero económico, lo sabemos; conocer de los negocios turbios de la alta burocracia panista –mismos que se instituyeron desde la aplicación de los famosos “moches”- es algo común. En ambos casos, a estos partidos les ha costado legitimidad, y en consecuencia, muchas elecciones. El castigo en las urnas ha sido merecido.

Lo que realmente ofende la inteligencia es que Morena logre realizar actos bárbaros de corrupción, a los ojos de todo el mundo, y se trate sólo de anécdotas que se inscriben en la autoflagelación. El último caso fue el uso electoral que se dio al dinero recaudado para atender a los damnificados de los sismos en la ciudad de México.

La unidad de fiscalización del Instituto Nacional Electoral (INE) encontró que al menos 64 millones de pesos del fideicomiso creado por el partido Morena para beneficiar a los damnificados por los sismos del año pasado, fueron a parar a manos de candidatos y operadores políticos de esa fuerza política, por lo cual proponen sancionarlo con una multa de 197 millones de pesos.

Robar del erario público, es un acto delictivo que debe ser castigado; utilizar el dinero de los damnificados por el sismo es abominable e inmoral, justo en la ciudad donde Morena tiene más adeptos. Según el INE, el fideicomiso acumuló 78.8 millones de pesos, de los cuales se entregaron casi en su totalidad a su propia estructura por medio de cheques de caja.

De acuerdo a la investigación que realiza el Instituto, simpatizantes de Morena constituyeron -por instrucciones de AMLO- un Fideicomiso Privado en el Banco Afirme supuestamente para canalizar los recursos provenientes de aportaciones privadas, a las personas afectadas por los sismos, las cuales nunca recibieron un sólo centavo del Partido.

No obstante que el Fideicomiso está impedido para recibir aportaciones en efectivo, captó por lo menos 37 millones de pesos en depósitos cercanos a los 50 mil pesos en una misma sucursal en pocos días. La misma operación se realizó en otras sucursales hasta alcanzar los 78.8 millones que detectó el INE. Estos depósitos fraccionados tuvieron la clara intención de burlar las alertas que emite el sistema bancario por lavado de dinero.

Como parte de esta simulación, se efectuaron retiros por 64 millones de pesos que fueron entregados a personas, que son dirigentes, militantes o simpatizantes de Morena, mismos que se utilizaron en forma ilícita para financiar las actividades de la campaña presidencial y de otros candidatos de Morena. Lo que en otras circunstancias –o en otros partidos específicamente- hubiera sido un juicio sumario, en Morena no pasa de una travesura que tuvo que descubrir el INE.

Pero nada de eso importa, porque como ha dicho Federico Reyes Heroles, los mexicanos parecemos disfrutar de esta farsa. El país podría ser guiado por un farsante que domina la pantomima. No es juego, estamos ante un asunto muy serio.

Más allá de derechas o izquierdas, el problema es otro: quien podría presidir al país critica la corrupción y la ejerce impunemente; defiende la democracia y maneja a un partido del que viven sus hijos e impone candidatos a cargos de elección popular que sirven a financiar su eterna aspiración personal; despotrica contra adversarios políticos a quienes reconoce virtudes bíblicas una vez que deciden brindarle su apoyo.

¿Qué lo hacen los otros?, por supuesto. La farsa consiste precisamente en que se dicen diferentes y que ellos no harán lo que en realidad siempre han hecho, porque al fin y al cabo, tienen la misma cuna.

El defensor de la pureza, recuerda el escritor, olvida convenientemente el caso Imaz-Ahumada, a los Abarca y los 43 normalistas, nada dijo de los dineros de Eva Cadena o de los desarreglos de Delfina Gómez o del delegado en Tláhuac y su vínculo con la delincuencia organizada. Ahora se suma la impúdica operación para llevar millones de pesos que serían de los damnificados para financiar su campaña.

Y nosotros contemplando, como si la memoria no fuera parte obligada de nuestra existencia, como si él tuviera licencia para la mofa nacional acompañada de una sonrisa cínica. Es cierto, decía el escritor, nos reímos de que no pueda acreditar sus ingresos y su situación fiscal. Pero lo dejamos seguir adelante. No cumple con lo básico de un ciudadano en regla, pero galopa ante nuestros ojos, aparece en las pantallas, vocifera como si todo estuviera en regla.

Esta complicidad silenciosa –de muchos que no de todos- tendrá un efecto en la forma de ejercer el poder. Quienes se dan cuenta de la farsa y la señalan son enviados al paredón de la hipócrita moral de un partido que ha demostrado en los hechos que no sabe gobernar.

A la corrupción se sumarán otras plagas.

Las del estribo…

  1. Cuando nos volvamos a leer, es posible que ya sepamos quien será el próximo presidente de México y el Gobernador de Veracruz. Por eso salgamos a votar con autoridad, con convicción, sin miedo al futuro ni al que nos intentan infundir unos y otros. Votemos por lo que dicte la conciencia.
  2. Y el lunes no echemos la culpa a nadie, no peleemos con nuestros familiares y nuestros amigos; salgamos a continuar con nuestra vida, haciendo bien la parte que nos toca, porque los problemas y nuestras responsabilidades van a seguir ahí…