A Miriam en su cumpleaños;

por todo lo que vendrá

El carácter unipersonal de Andrés Manuel López Obrador será la norma del nuevo gobierno. No quiere delegar facultad alguna, sólo empoderar a los más cercanos, a sus incondicionales. Si bien esto ha sido la norma de un sistema presidencialista, el estilo personal de gobernar se ejercía sólo en la política; hoy ha sido trasladado a las leyes.

En este contexto se explica la reforma a la estructura burocrática del gobierno federal para someter a las fuerzas armadas –Marina, Ejército, Policía Federal-, a la autoridad del nuevo Secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana; a las áreas de salud, educación y hasta la cultura, bajo la tutela del Secretario del Bienestar; y para que sea el Secretario de Hacienda quien nombre a los titulares de las unidades administrativas para que controlen hasta el último peso de licitaciones, compras, recursos humanos, etcétera. Es decir, los secretarios de despacho sólo tendrán autoridad sobre su función, pero no sobre sus recursos.

El viernes pasado nos referíamos a la iniciativa de reforma a la Ley Orgánica de la Administración Federal que será aprobada en breve en la Cámara de Diputados para dar forma y estructura jurídica al nuevo gabinete del Presidente López Obrador.

El último de los cuatro ejes a los que hacíamos referencia es el del impulso al crecimiento económico y la equidad social. La iniciativa plantea que  el gobierno sea un factor de estímulo a la actividad económica y un promotor de la equidad en la distribución de los frutos de ese crecimiento.

El discurso seguramente preocupará a más de uno. Asegurar que las fuerzas del mercado, “dejadas a su propia lógica, provocan catástrofes en el mercado, en el crecimiento económico, en los precios de las mercancías y servicios y en el bienestar de la mayoría de la población”, infiere que el gobierno tendrá un papel más intervencionista y protagónico en la economía.

Para ello se proponen adecuaciones y cambios a diversas secretarías, cita el documento, como la de Agricultura y Desarrollo Rural, que adoptará ese nuevo nombre, la de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, de Economía y de Energía, para las que se proponen ajustes y cambios con el propósito común de alinear sus facultades, tareas e instrumentos a los propósitos de crecimiento económico, equidad social y estímulo a las actividades agrícolas, forestales, pesqueras, ganaderas, industriales, comerciales y de servicios. Todo al mismo costal.

En la iniciativa presentada en el Congreso ya se da luz a la naturaleza y alcances de la polémica figura de las Delegaciones de Programas para el Desarrollo –señaladas de ser el contrapeso de los Gobernadores-, las cuales tendrán como función la coordinación con las autoridades locales y municipales, y la coordinación con las oficinas de representación de las dependencias y entidades federales.

Ya se hace una revisión integral de las actuales 2 mil 300 delegaciones, subdelegaciones y oficinas de representación de dependencias y entidades federales existentes. Las actuales delegaciones, cuya presencia no se considere útil y resulte onerosa, serán suprimidas. En todo caso, las actuales delegaciones se transformarán en simples “oficinas de representación”.

Los titulares de las nuevas súper delegaciones serán designados y dependerán jerárquica y funcionalmente del coordinador general de Programas para el Desarrollo, asimismo contarán con las facultades que señale el reglamento de la Oficina de la Presidencia, es decir, tendrán un vínculo directo con el mandatario federal. Serán los hombres del Presidente.

Si bien la Secretaría de Gobernación seguirá siendo la coordinadora global de las dependencias de la administración pública federal quedará reducida a solo tres subsecretarías, ya sin las funciones de seguridad pública. Del resto de las dependencias, la iniciativa sólo refiere cambios de forma. No cambian de manera sustancial sus atribuciones, sin embargo la mayor parte de ellas se mantiene.

Llama la atención nuevamente el trato institucional que se le da a las fuerzas armadas; fuera de la referencia que se hace como instancias de apoyo a las tareas de la Secretaría de Seguridad Pública, no hay ninguna otra mención que justifique su importancia en el gobierno federal. Siguen apareciendo como un mal necesario en el nuevo gobierno.

Con esta reforma, la presidencia imperial estará de regreso.

Las del estribo…

  1. Antaño, las intensas lluvias que trían los primeros frentes fríos eran esperadas con ansias por funcionarios estatales y presidentes municipales; a los primeros, las labores de auxilio les traían millonarias ganancias por el manejo de recursos exentos de fiscalización a causa de la emergencia. A los segundo, les permitía justificar obras que no se hicieron pero que en los estados contables aparecían como concluidas. Lo del agua al agua.
  2. El nuevo “mexican dream” que ofrece López Obrador a miles de migrantes centroamericanos es una ocurrencia más; no hay empleos suficientes, los que hay están muy mal pagados y la xenofobia es tan fuerte como en Estados Unidos. Si Europa y su desarrollo no pudieron con la oleada de migrantes, en México sólo nos vamos a meter en camisa de once varas.