Según la aritmética electoral, los votos de quien se perfila para dirigir al PRI en Veracruz, Marlon Ramírez Marín, no le hubieran alcanzado siquiera para ganar un distrito electoral en un proceso ordinario. Es más, el resto de los competidores no tendrían votos siquiera para ganar una sección electoral.

Y aun con estos números, la primera elección abierta para elegir al Presidente del CDE del PRI en Veracruz podría terminar en los tribunales, consecuencia de las travesuras que se hicieron ellos mismos. Resulta que las corrientes priistas se reservaron el derecho de admisión y terminaron peleándose en el velorio por ver quién era el responsable de cargar el ataúd.

Sin embargo, pese a la aparente extinción del PRI veracruzano, ayer hubo muestras de que el dinosaurio agoniza pero no ha muerto. Los medios desplegaron una amplia cobertura de una jornada con muy escasa participación, los partidos políticos estuvieron atentos al desempeño de sus eventuales aliados o adversarios –según quién fuera el ganador-, y el gobierno dio seguimiento al proceso interno, sabedor que ahí se está gestando el proyecto para enfrentar a Morena en la elección intermedia de 2021.

Lo cierto es que desde que se definieron a los candidatos y los apoyos políticos que se alinearon en torno a ellos, muchos dieron por sentado que el resultado sería tal y como se presentó ayer, con un Marlon Ramírez arrasando sin adversario enfrente. En un acto de nostalgia, los priistas votaron como lo saben hacer: movilizando con dinero, rasurando padrones e imponiendo línea, de otra forma no se explica la abismal diferencia entre unos y otros.

La renuncia de algunos aspirantes –principalmente la de Zaida Lladó- y las denuncias presentadas por los otros candidatos –Adolfo Ramírez Arana y Damara Gómez- sólo confirmaron que el ganador sería Marlon Ramírez. En el caso de Carlos Aceves, que no tuvo los votos ni de los cetemistas del parque Juárez, sólo sirvió de jilguero para intentar legitimar un proceso en el que todos echaron mano de la trampa.

En descargo del PRI es justo decir que Marlon era el mejor candidato. Con una larga trayectoria dentro del partido –fue dirigente municipal en Veracruz-, también fue Subsecretario de Gobierno en la administración de Javier Duarte, lo que le permitió tener un profundo conocimiento de la problemática del estado y mantener comunicación con los principales grupos políticos.

De hecho, Marlon siempre ha sido un activista contestatario. Muchas veces se enfrentó a Fidel Herrera y fue avanzando en su carrera política a base de imponerse al poder. Para muchos duartistas, siempre fue un funcionario incómodo y se le ha criticado de un pragmatismo que lo aleja de la lealtad. Realizó estudios de pos grado en la prestigiada Ortega y Gasset de España.

Entre los datos relevantes de la jornada electoral de ayer, es que Marlon perdió la elección en la ciudad de Veracruz, de donde él surgió políticamente. La derrota en el puerto tiene varias lecturas: la primera de ellas, tiene que ver con el supuesto apoyo que recibió del ex gobernador Miguel Ángel Yunes Linares y de su hijo, el Presidente municipal, Fernando Yunes, quien encabeza el cabildo del que Marlon forma parte como regidor.

La segunda, es que los últimos presidentes municipales del PRI porteño -a los que él mismo impulsó pero que terminó cultivando como sus entusiastas adversarios- hicieron todo lo posible por hacerlo perder y lo lograron. Sin embargo, pese a la derrota porteña, Marlon no logra sacudirse el señalamiento de ser un nuevo aliado estratégico de la familia Yunes. Nadie mejor que él sabe exactamente lo que pasó en Veracruz.

En Pánuco por ejemplo, donde no se mueve una hoja de un árbol sino es con el consentimiento del clan García Guzmán, Marlon obtuvo una victoria aplastante de seis a uno. De hecho, sólo perdió en los distritos de Veracruz puerto y Emiliano Zapata; a este último pertenece el municipio de Paso de Ovejas, el mismo donde Adolfo Ramírez y su esposa han sido presidentes municipales y diputados locales de manera consecutiva.

En cambio, Adolfo Ramírez, ex dirigente juvenil, construyó su carrera política al amparo de Fidel Herrera y la extraordinaria cercanía de su esposa con Rosa Borunda. De ahí llegaron las posiciones políticas y la prosperidad; sin embargo, nunca ha desempeñado cargo público que le permitiera fortalecer su presencia en el estado y no reducirla a su tierra natal.

Por la noche del domingo, no había duda de la victoria de Marlon Ramírez. Su triunfo fue tan contundente como las crónicas periodísticas que le señalaban como el “candidato yunista”. Lo que quisieron imputar como su debilidad podría haber sido su fortaleza; no obstante, también resultó ser el candidato de la nomenclatura, del priismo histórico y de la dirigencia nacional. Pese a los resultados no ha caído el último out: falta conocer la reacción de los perdedores.

Más allá de lo que puedan decidir los tribunales electorales –como en el caso del PAN- lo cierto es que el tablero electoral para el 2021 empieza a tomar forma. Mientras, el morenismo local le sigue apostando todo a la figura del Presidente.

Las del estribo…

  1. En cuanto llegó la Guardia Nacional a Minatitlán empezaron a ocurrir más actos de violencia en Coatzacoalcos, Las Choapas y Acayucan. El efecto cucaracha podría traer más dolores de cabeza a regiones que de por sí ya estaban infestadas de maleantes como el caso de Córdoba y Orizaba, así como en los Tuxtlas y municipios del sur de la entidad. Por ahora, parece que lo más seguro es vivir en Mina.
  2. A siete años de la muerte de Regina Martínez, ni siquiera la revista Proceso –quien tuvo acceso al expediente en todo momento- logró encontrar una línea de investigación distinta a la presentada por la entonces PGJE. Pero quienes aseguran que no hay justicia plena en el caso también tienen razón: uno de los autores materiales, “El Jarocho”, nunca fue llevado a la cárcel. El otro, Antonio Hernández Silva, alias “El Silva”, luego de ser liberado por el entonces magistrado Edel Alvarez Peña, fue recapturado y hoy purga una condena de 32 años de prisión.