La periodista no daba crédito a la respuesta del Presidente. “Nunca he utilizado un lenguaje que estigmatice a los periodistas, yo quiero estigmatizar a la corrupción, aquí lo que hay siempre es un diálogo circular; antes no se acostumbraba eso, la prensa estaba sometida, con honrosas excepciones. Ahora hay libertades plenas y lo único que se hace aquí es informar a los ciudadanos”.

Este miércoles, López Obrador volvió a mentir. La secuencia de frases que estigmatizan al periodismo –nacional o extranjero– está grabada para la posteridad. Y entonces cayeron en cascada los pasajes de desencuentro de López Obrador y la prensa, desde el reclamo de ingratitud a los medios a quienes “había quitado el bozal”, hasta los juicios personales sobre “el hampa del periodismo”, los “columnistas conservadores”, la “prensa fifí” o todo aquel medio que considera su adversario porque no comulga con la narrativa de su gobierno.

Ayer, un grupo de reporteros integrantes de una misión de observación internacional en materia de libertad de expresión asistieron a la conferencia mañanera. Una de ellas preguntó a López Obrador si se comprometía a apoyar el rol que tiene el periodismo en la sociedad aunque éste sea crítico con el gobierno. La respuesta mostró a un presidente presa del fastidio y la frustración.

Horas antes, el propio Presidente había descalificado al diario español El País tras ser cuestionado por sus actitudes hacia la prensa y los periodistas durante las últimas semanas. “Recuerdo casi unas ocho columnas de EL PAÍS, en España, después de que hubo una elección en México, con un titular: ‘Obrador es un lastre”. La publicación fue de 2012, luego de perder por segunda ocasión la elección presidencial. Es evidente que la publicación lastimó y se quedó en la lista de agravios que guarda el presidente.

En medio de la peor espiral de violencia de su gobierno –la liberación de Ovidio, la masacre de la familia LeBarón y los ataques en Ciudad Juárez–, López Obrador ha tenido el mal tino de abrir varios frentes con medios internacionales que dan cobertura a la situación que se vive en México.

Como en materia de seguridad, el gobierno de México carece de una estrategia de comunicación que no sea la conferencia matutina. Pero resulta que los eventos recientes han rebasado las fronteras y han alcanzado las redacciones de los diarios más influyentes del mundo. El saldo es fatal y la ropa sucia que se había pretendido lavar en casa está esparcida en el patio de los vecinos.

Si bien la relación nunca ha sido la mejor, la crisis empezó con la liberación del hijo del “Chapo” Guzmán. Para la prensa internacional –como para la gran mayoría del país–, se trató de un acto de capitulación que avergonzó al estado mexicano y a las fuerzas armadas. Pero el presidente vio otra cosa: una “guerra sucia orquestada por los medios, nacionales e internacionales”.

No había necesidad de orquestar nada ante la evidente incapacidad del gobierno de resolver la crisis. Por ejemplo, el New York Times señaló que el “gobierno de Andrés Manuel López Obrador fue humillado, quien ha batallado para llevar a cabo una estrategia de seguridad para combatir los niveles récord de violencia en el país”.

En España, el diario El País reportó que hubo momentos de confusión por la falta de información, acerca de lo acontecido, debido a que las fuentes oficiales tardaron en dar una postura oficial de los hechos. Además, hizo el señalamiento de los reportes de muertos en el pavimento de las calles de Culiacán. La BBC de Londres, en su portal, destacó que la violencia fue detonante para que el hijo del narcotraficante más famoso de México; el medio británico resaltó la trayectoria criminal de Ovidio Guzmán. Y así todo el mundo dio vuelo a la noticia.

Hasta que vino el multihomicidio de la familia LeBarón. Y entonces el huracán informativo alimentó aquél del que no acababan de salir. Nuevamente el gobierno mexicano se ve superado por el crimen, carece de información confiable que explique estos hechos y no logra articular un discurso creíble para el resto del mundo. Utiliza como único recurso lo que acaba de rechazar: la estigmatización.

Emmanuel Colombe, de Reporteros sin Fronteras (RSF), fue el encargado de leer el informe de las primeras conclusiones de la misión de observación, destacando su preocupación por “la falta de compromiso que ha mostrado el Estado mexicano para resolver la grave crisis en materia de libertad de expresión, así como para reconocer la gravedad del problema”. Descubrieron algo que aquí se sabe de varios años atrás.

En ese sentido, los activistas internacionales expresaron que “preocupa el intento de camuflar como derecho de réplica el agravio y la descalificación en lugar de abonar a un debate abierto y plural”. De ello, los medios internacionales han empezado a acusar recibo, con las consecuencias que esto traerá a la legitimidad del Presidente en el extranjero. Inseguridad y censura son la tormenta perfecta.

“No los veo yo como enemigos sino como adversarios”, respondió ayer el mandatario. El que entendió, entendió.

Las del estribo…

  1. Se vuelven a agitar las aguas en el Tribunal de Justicia. A escasas semanas de que se cumpla el periodo de Presidencia de Edel Álvarez, los intereses han empezado a merodear la silla; la fidelidad aún respira en su agonía y los próceres de la transformación morena mueven sus piezas. Sólo que el Poder Judicial no es la Fiscalía, tampoco el ORFIS y menos aún la Mesa Directiva del Congreso. Es claro que cualquier solicitud sería atendida sólo si viene directamente del palacio… nacional.
  2. Al final, el diputado José Manuel Pozos Castro dejó la presidencia del Congreso como él quería: en tribuna rindiendo un informe de su trabajo y arropado por el afecto y reconocimiento de los legisladores de todos los partidos, incluso ante la incrédula mirada de algunos de sus correligionarios. Habrá nuevas batallas y tendrá que preparase para afrontarlas.