No es que vayamos a extrañar su estrafalario arreglo personal, el despliegue de amanuenses y seguridad que la acompañaba o su incompetencia a la hora de revisar las cuentas de los amigos –el parentesco del gobernador con Eleazar Guerrero, la renta de patrullas que saldrán más caras que comprarlas o la compra de medicamentos a la empresa de un militante de Morena que ha sido sancionado por el propio gobierno federal-; lo mejor que ha dejado Leslie Garibo Puga en su efímero paso por la Contraloría del Estado fue precisamente su renuncia.

Las razones de su sorpresiva dimisión –el viernes 13 por la mañana aun daba declaraciones sobre los aviadores que habrían encontrados en la CAEV- no han quedado del todo claras. De hecho, el propio Gobernador Cuitláhuac García ha alimentado las especulaciones luego de que dijo que podría ocupar un nuevo cargo en la administración pública, pero no precisamente en su administración. Lo dicho por el mandatario tampoco fue confirmado por la ex funcionaria.

En sus círculos más cercanos –y en la mayoría de los medios de comunicación- se atribuye a la misma razón: la imposición  de Miguel Ángel Vega como  Director General de Transparencia, Anticorrupción y Función Pública, quien en el sexenio de Enrique Peña Nieto fue el  encargado de revisar los convenios apócrifos que se utilizaron durante la administración de Rosario Robles en la Sedesol y la Sedatu, mismos que permitieron el desvío millonario de recursos públicos a través de universidades y organizaciones.

Mientras la “estafa Maestra” sigue siendo el escándalo de corrupción más grande desde Odebrecht o la Casa Blanca, Miguel Ángel Vega goza de trabajo y protección en la administración de Cuitláhuac García. A la hora de tener que decidir entre uno y otro, pesó más la complicidad que la lealtad.

Es por ello que las razones podrían encontrarse en el mensaje que la propia Leslie Garibo hizo circular a través de sus redes sociales. Sin ser tan específica como otras renuncias a nivel federal –Germán Martínez y Carlos Urzúa, específicamente-, sus palabras fueron suficientes para dejar constancia de que algo anda mal en la 4T jarocha y que el reparto de dinero se ha vuelto un festín a espaldas o con la complacencia del Gobernador.

Vamos por partes. Fue clara en señalar que se trató fue una decisión «unilateral y personal», y aseguró que durante el ejercicio de su cargo todas las acciones que efectuó fueron apegadas al marco legal aplicable. Es decir, se trató de una renuncia genuina y no del despido por parte del Gobernador.

Esto tiene sentido por varias razones. La primera es que el mandatario ha demostrado que no quiere enfrentarse a ninguno de los padrinos de los miembros de su gabinete –Nahle, Ahued, Manuel Huerta y algunos que despachan en Palacio Nacional-; y que pueden cometer errores tan graves como mentir al Presidente López Obrador sobre el caso de Coatzacoalcos y salir airosos del escándalo. No va a correr a nadie.

Garibo Puga asegura que durante el ejercicio de su cargo, todas las acciones que realizó fueron apegadas al marco legal aplicable, y principalmente a los principios éticos que son bandera del Presidente López Obrador: “NO MENTIR, NO ROBAR y NO TRAICIONAR AL PUEBLO”, así, con mayúsculas.

Aquí vendría la primera inferencia. ¿A quién se refiere cuando pone énfasis en los tres mandamientos del Presidente? ¿El gobierno de Cuitláhuac García -o algunos de sus funcionarios más importantes-, ha mentido, ha robado o ha traicionado al pueblo y eso motivó su renuncia? ¿Acaso la investigación de las patrullas no tuvo el resultado esperado?

En su caso personal, la expresión suena más bien a una justificación sin fundamento. Haber dejado pasar por alto los incontables casos de nepotismo –empezando por el propio Gobernador-, así como el tráfico de influencias en los contratos más importantes –DIF, Secretaría de Salud, Turismo, entre muchas otras dependencias-, la puso en una situación que la obligó a mentir, que permitió robar a otros y que ambas acciones resultarían una traición a los veracruzanos.

Pero no quedó ahí. También agradeció a su equipo de trabajo, del que “estoy segura que seguirá trabajando de manera profesional, para lograr el objetivo de la Contraloría General”. Curioso que lo diga cuándo es una regla no escrita que el cambio de administración implica una purga, así sea al interior del mismo gobierno. La expresión más bien suena a una petición de respetar del acuerdo de mantener a la gente que trabajó con ella.

Otro dato. La dimisión se hizo oficial alrededor de las 22:30 horas del viernes, cuando el mandatario informó, en su cuenta de Twitter, que el lugar de Garibo Puga lo ocuparía Mercedes Santoyo Domínguez. ¿Por qué la prisa? ¿Por qué no aceptarle la renuncia pasadas las fiestas patrias? ¿Qué tanto sabe Leslie?

Si buscaban un distractor, sólo encendieron más la hoguera. Algo huele muy mal.

Las del estribo…

  1. Vaya forma de echar a perder la fiesta. El gasto escandaloso para celebrar las fiestas patrias sólo puso en evidencia una vez más los pecados del gobierno: la ambición y el derroche, su impericia para mentir sobre lo evidente y que no tienen la más peregrina idea para atajar una crisis. ¿Y si cancelaban a la banda musical? ¿Y si enseñaban las facturas? ¿Y si contrataban lo mejor que hay en Veracruz? ¿Y si tan sólo decían la verdad? De todas las opciones, prefirieron ahorrarse los 50 mil pesos de gorditas y garnachas.
  2. Luego de que la escalada de violencia no cede –ayer calcinaron a dos personas en Xico, mataron a un taxista en Cuichapa, le cortaron la yugular a una persona en Papantla-, el slogan del gobierno no cambió mucho: “No es culpa de la Fiscal”, dicen ahora.