La estrategia de seguridad pública propuesta por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador descansa en al menos tres acciones fundamentales: la creación de una Guardia Nacional –lo que mantendría a las fuerzas armadas en las calles pero con un nuevo marco normativo-, el control del dinero del narcotráfico –algo que sospechosamente la SHCP debió hacer desde hace mucho tiempo-, y la legalización de algunas drogas como la mariguana y la amapola.

La primera ha causado el recelo de algunos sectores políticos y la crítica de los organismos de derechos humanos, que acusan que la militarización implica la violación reiterada de esos derechos. Las otras dos acciones no han sido exploradas lo suficiente, sin embargo resultarían tan necesarias como la primera.

Antes que un problema de seguridad o de salud pública, el narcotráfico es un tema de dinero. El objetivo de los cárteles no es asesinar personas ni generar un conflicto social por el número de adictos: se trata de dinero y el poder que eso les representa. La guerra entre cárteles por los territorios no es otra cosa que la disputa del mercado. Todo es dinero, lo demás es el daño colateral.

El primer desafío para los narcos es traer el dinero del exterior. Como sus principales mercados son Estados Unidos y Europa, tienen que resolver cómo repatriar esas ganancias, obviando los canales formales, como las transferencias bancarias.

De acuerdo con el Estudio Binacional de Bienes Ilícitos, cada año ingresan a México entre 19 mil y 29 mil millones de dólares desde Estados Unidos, provenientes de actividades ilícitas. Aunque la mayoría entra por vía terrestre, otra parte lo hace por métodos más sofisticados, para evitar los decomisos.

¿En verdad se puede trasladar tal cantidad de dinero –física o a través de medios financieros electrónicos- sin que la autoridad lo detecte? Por tanto, el primer desafío de la estrategia de seguridad debe ser romper con el esquema financiero que permite operar al narco.

Es aquí es donde aparece el otro eslabón de esta larga cadena de delincuencia e impunidad: la corrupción. Estos miles de millones de dólares no van a parar al colchón de los narcotraficantes: sirven para comprar armas, sobornar a políticos y jueces, pagar la nómina de miles de policías federales, estatales y municipales –incluso fuerzas del Ejército y la Marina involucrados- y sostener una enorme estructura de jefes de plaza, sicarios y halcones. Por eso se llama delincuencia organizada

El otro destino de esos miles de millones de dólares es la economía formal. Por eso, el blanqueo de las ganancias es condición necesaria para el éxito de cualquier empresa narco. Es lo que les permite a los jefes hacer sostenible el negocio en el largo plazo, volcando sus ingresos en la economía formal, reinvirtiendo y expandiendo el capital.

Eso explica el crecimiento del comercio y la inversión en momentos de crisis. Por ello, aun cuando se conoce el origen de ciertas inversiones comerciales o inmobiliarias, la autoridad prefiere hacerse de la vista gorda porque está generando empleo y mercado interno. Muchos pueblos en México florecen como flor de amapola gracias al dinero del narco.

La tercera acción de la estrategia tiene que ver con la legalización de algunas drogas blandas como la mariguana. Aunque el planteamiento es mucho más profundo, se parte de la lógica de que si el mercado ilegal es lo que provoca la violencia, entonces hay que legalizarlo.

El equipo de transición de López Obrador ha anunciado su intención de legalizar las drogas como una vía -tal vez la única- para pacificar el país, que en los últimos dos años registra cifras récord de violencia.

Las ventas de mariguana en Estados Unidos representan entre 20 y 30 por ciento de los ingresos de los cárteles mexicanos, según expertos, pero en México, donde menos del 10 por ciento de la población la usa, la cifra es mucho menor. Sin embargo, si el Gobierno permite la venta de mariguana, va a bajar el precio, lo que llevaría a los cárteles a inventar otro tipo de droga que reemplacen esa ganancia.

Uno de los efectos perniciosos de la guerra contra el narco fue la diversificación de las actividades delictivas. Hoy las ganancias no están sólo en la venta de drogas sino también en el secuestro, la extorsión, el cobro de derecho de piso, el tráfico de personas, el contrabando, entre muchos otros. La legalización de la marihuana sería apenas una aspirina para la metástasis del narco.

En el tema de la inseguridad y pacificación propuesta por el nuevo gobierno es necesario parafrasear a los gringos: “is the money, stupid”.

 Las del estribo…

  1. No es ninguna novedad que cada año, el presupuesto aprobado para el estado sea “el más grande de la historia”. El próximo año se destinarán 120 mil millones de pesos. El cheque en blanco que recibió el actual Gobernador evitó saber a dónde fueron a parar los más de 200 mil millones de pesos ejercidos en los dos años anteriores. Los números no cuadran.
  2. En campaña, López Obrador ofreció una Guardia Nacional; en agosto, el próximo Secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, dijo que se había desechado la idea. Ya como presidente electo, AMLO dijo que la Guardia Nacional si va y que la propuesta la presentarán mañana en el Congreso. ¿A quién le creemos?