¿Qué puede hacer un niño para convertirse en el potencial enemigo de un delincuente, de tal forma que se justifique arrebatarle la vida? ¿Qué pasa por la cabeza de un depredador cuando decide asesinar a mansalva a un pequeño? ¿Porqué los niños no son motivo suficiente para que la sociedad se organice y reclame su derecho a vivir, como sucede en el caso de los feminicidios?

Cuando la violencia llegó a Veracruz para quedarse, los niños parecían ser el único grupo de la sociedad a resguardo. Hoy somos la segunda entidad con el mayor número de homicidios de niños en todo el país.

En esta historia de terror, primero fue la ejecución de delincuentes, de uno y otro bando, producto de la lucha por el control de las plazas; luego alcanzaron a la sociedad mediante el secuestro, la extorsión y otros tantos delitos de su catálogo delincuencial; más tarde, los jóvenes y las mujeres se convirtieron en la carne de cañón de esta lucha, no importa si estaban involucrados o no. Pero a los niños se les había dejado en paz. ¿Qué pasó entonces?

En los últimos días, en este infierno que está viviendo Veracruz, muchos niños han sido asesinados por la delincuencia organizada o por delincuentes comunes. Los infantes han dejado de ser víctimas colaterales para convertirse en el blanco directo de las ejecuciones; no importa si estaban en el momento y el lugar equivocado, simplemente fueron asesinados a mansalva, ante la mirada indolente de una sociedad que ya no se asombra ante nada.

Desde el bestial multi asesinato de 4 niños en el municipio de Las Choapas, en junio de 2017, los casos de infanticidios se han multiplicado. La semana anterior, en ese mismo municipio se registró el homicidio de un niño de 11 años; en Tlachichilco, una madre y sus dos pequeños de 13 y 12 años fueron asesinados a machetazos; en Córdoba fueron levantadas cuatro personas –entre ellas un menor de edad- cuyo paradero se desconoce.

El 23 de marzo pasado, un grupo armado asesinó a tres jóvenes en la zona sur de Veracruz, los cuales se preparaban para ensayar como chambelanes para una fiesta de XV años. Una persona murió en el lugar de los hechos y dos más -entre ellos un menor de edad- perecieron en un hospital de la ciudad de Minatitlán.

Según la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), entre los principales afectados por el contexto de violencia e inseguridad se encuentran las niñas, niños y adolescentes, quienes en muchas ocasiones —además de ser vulnerados sus derechos por su sola condición de edad y desarrollo— son afectados de forma directa por las situaciones de criminalidad, violencia e impunidad que actualmente enfrenta nuestro país.

En febrero pasado, la REDIM dio a conocer que el número de homicidios contra niñas, niños y adolescentes en Veracruz mostraba —desde 2004— una tendencia creciente con el registro de 16 víctimas hasta alcanzar la cifra de 539 apenas hace un par de años.

Entre 2010 y 2017 el grupo de edad más afectado ha sido el de 15 a 17 años, con un acumulado de 268 víctimas, de las cuales 209 fueron adolescentes hombres y 59 adolescentes mujeres. Le sigue la población de 10 a 14 años, de la cual 34 fueron niños y 23 niñas. Durante el mismo periodo se contabilizó un total de 29 menores asesinados que tenían entre 5 y 9 años de edad, de ellos16 fueron niñas y 13 niños. Finalmente,  se registró la muerte de 16 menores que tenían entre 1 a 4 años, y seis menores de un año de edad fueron víctimas de homicidio.

Tan sólo el año pasado se contabilizaron 86 feminicidios infantiles en el país, mismos que ocurrieron en su mayoría en el Estado de México (40), Veracruz (24) y Jalisco (21).

Hay muchos grupos no gubernamentales que pugnan por los derechos humanos y a favor de quienes padecen discriminación; colectivos sociales, que lo mismo trabajan todos los días en la búsqueda de sus familiares desaparecidos como por frenar la violencia que sufren las mujeres sólo por su condición de género.

Estos grupos han hecho que seamos una sociedad mejor, más responsable y mejor organizada. Sin ellos, no entenderíamos la gravedad de estos problemas. Pero, y a los niños, ¿quién los defiende?

¿Cómo llegamos hasta aquí, donde los padres nos somos capaces de dar seguridad a nuestros hijos –incluso poniéndolos muchas veces en riesgo-, donde las autoridades no entienden la gravedad del problema y dilapidan tiempo y recursos en su lucha de poder político, y donde los delincuentes han decidido utilizar a los pequeños para infringir la peor de las venganzas y el temor?

Después de asesinar a nuestros niños, ¿qué sigue?

Las del estribo…

  1. Apenas el viernes pasado, previo a la gira del Presidente por Veracruz, se dio a conocer que Pemex prevé despedir a 13 mil trabajadores. Sin embargo, durante su acto en Poza Rica, una de las ciudades más afectadas por estos recortes, dirigió su mensaje a Trump y al apoyo que brindará a ¡cañeros y cafetaleros! La gente no entendía nada ante el cinismo profesional del mandatario.
  2. La capacidad de expeler sandeces por parte de nuestro alcalde no tiene límites. Ahora ha dicho que la inseguridad no es la razón por la que Xalapa ha dejado de ser una ciudad atractiva para los turistas. Que hay otras con mayor violencia y al mismo tiempo, con mayor turismo. ¿Cómo puede hablar de dos temas que ni conoce ni le interesan? Lo dicho por la muerte del activista Abiram Hernández no es más que otro acto de hipocresía.