En 2004, Fernando Azuara inició un proyecto del que muchos dudaron: formar una big band latina, con niños de 8 o 9 años. En febrero dieron su primera audición para presentar la orquesta a sus padres. Su repertorio era de cuatro piezas, no tenían uniforme, pero el entusiasmo era grande y, unos meses más tarde, abrieron un festival de jazz xalapeño. Fernando nos cuenta la historia:

Aprendí que existen nuevas y mejores emociones

Desde muy chico, mi hijo tenía el gusanillo de la música, e ingresó al CIMI; un mes después, me dijo: “¿sabes qué?, no quiero saber nada de la música, es lo más aburrido que hay”, y se salió. No sé si sea correcto decir esto o no, pero yo pienso que en el CIMI los vacunan, les quitan el gusto por la música.
Un año o unos meses después de que mi hijo se salió del CIMI, me encontré a un amigo que había estado en el Combo, Rubén Valdivia, e invitó a mi hijo a participar en una orquesta de niños; Fernando (mi hijo) no quería saber nada de la música, pero le insistió en que fuera a conocer. Fuimos y se emocionó mucho de ver que los niños, desde los 5 o 6 años, ya estaban tocando y formaban una orquesta que realmente sonaba como orquesta, y tenía todo el protocolo que exige una orquesta: el director, las partituras, todo. Le interesó y entró a tocar ahí.

Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil (SEV-DIF)
Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil (SEV-DIF)

Me llamó mucho la atención su método de estudio, porque a los tres o cuatro meses, mi hijo ya estaba leyendo todo el pentagrama, y ya tocaba la flauta y el teclado.
Es la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil, que ahora es de la SEV y del DIF Estatal, pero ya tiene 25 años. La fundó Jorge Alberto Morales Álvarez, él es maestro normalista y, en aquel momento, la SEV le dio la oportunidad de formar un grupo musical. En ese tiempo era muy chiquito y poco a poco fue creciendo; en la actualidad, la orquesta tiene más de 300 alumnos.
Yo conocía de vista a Jorge y me acerqué a él para preguntarle sobre su método, y me dijo que él lo inventó con la experiencia: con ensayo y error, y quitando lo que no sirve.
Me gustó mucho, realmente es un método que funciona; le quitaron todo lo estricto y todo lo estirado a las clases y a los conciertos, es muy divertido y funciona muy bien.

Jorge Alberto Morales Álvarez
Jorge Alberto Morales Álvarez

Jorge sabía que yo tocaba salsa y que escribía arreglos, y me pidió un arreglo para la orquesta de esa canción que se llama “Qué manera de quererte”. Yo había escrito para el Combo, para dos trompetas, dos trombones, la sección rítmica, pero aquí había cuerdas, cornos (el corno es un instrumento que yo ni conocía en esa época), oboes, clarinetes, y me llamó la atención por aprender más, por conocer. Entonces, ya sabes, tienes que ponerte a ver las tesituras, los registros, qué tan complejo es que toquen determinadas figuras, en fin, me interesó por eso y escribí un arreglo, les gustó y me pidieron que me quedara a dar clases.
En ese tiempo no nos pagaban, íbamos por el gusto de hacerlo; de vez en cuando, si se juntaba por ahí una lanilla entre los padres, te daban cien, doscientos pesos para los taxis o para la gasolina. A veces no había ni para las copias.

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida

Ya estando ahí como maestro de bajo eléctrico, se me ocurrió la idea de formar una especie de big band, pero de música latina. Le plantee la idea a Jorge y estuvo de acuerdo. Antes había habido ahí un proyecto que hizo Charly Aranda, era una especie de big band pero de swing y de jazz tradicional, y yo quería algo latino, pues finalmente es lo que yo sabía hacer.Instrumentos
Fuimos a un ensayo, imagínate, tenía 150 chamacos amontonados, sudando. Fuimos a invitarlos para que participaran en el proyecto de formar una big band de música latina, pero no sabían ni qué era una big band, ni qué era lo latino.
Hicimos una cita y, cuando íbamos para allá, mi hijo Fernando me decía que no iba a ir nadie, porque nadie había entendido de qué se trataba; y resulta que cuando llegamos noEnsayo I sólo había músicos para una big band, sino que había violines, flautas traversas, cornos, clarinetes, etc. Hablé con el director y le dije, “oye, esto ya no es el formato de big band, ¿qué hacemos?”, y tomamos la decisión de que en lugar de decirles a los chavos que no, y quitarles las ganas, cambiaríamos el formato, o sea, haríamos los arreglos al estilo de big band, pero con otra dotación instrumental.
El primer arreglo que llevé fue “Manteca” y pensé, que si ensayábamos cada sábado, lo montaríamos en un mes, y tendría tiempo para escribir el siguiente arreglo. Pero a los dos ensayos ya estaba puesta la pieza; ahí me di cuenta de que los niños no tienen prejuicios, o sea, tú les dices toca esto y lo hacen sin preocuparse por nada, y avanzan muy, muy rápido, y me gustó mucho ver que se interesaban por ritmos que realmente no conocían. Y así fue como empezamos este proyecto, que ahora se llama Big Band Latin Veracruz, hace diez años.

Help! I need somebody; Help! Not just anybody

Empecé a pedir ayuda a los amigos músicos, sobre todo a los músicos de jazz. Muchos no creían en el proyecto, me decían: “¿cómo le vas a dar clases de armonía a un niño de 8 años?, ¿cómo crees que van a improvisar?” Yo les explicaba que yo también me asombré al ver que la primera pieza se montó rapidísimo. Otros, al contrario, me decían, “qué bueno, qué padre que se pueda”.

Sus risas de jazzmín y primavera

Big Band Latin Veracruz (2004)
Big Band Latin Veracruz (2004)

A los pocos meses hicimos una presentación para los papás, para que conocieran el proyecto. Ni siquiera teníamos uniforme, sacamos unas playeras de la orquesta para que se vieran todos más o menos parejos. Teníamos cuatro piezas, no más: “Manteca”, “Take Five”, “Mambo Inn” y no recuerdo cuál era la otra. Eso fue en febrero de 2004, no recuerdo el día; los padres estaban muy entusiasmados y ese día tomamos la primera foto, donde se ven todos muy chiquitos.En clase
La primera presentación digamos que oficial, en forma, fue la invitación que nos hiciste a La Muestra Jazztronómica (se refiere a la Primera Muestra Jazztronómica de Xalapa, que organizamos Leonardo Ortiz y yo en Barlovento. La orquesta estaba formándose y los invitamos a abrir el festival; hubo que pedir un permiso especial en el ayuntamiento, pues se trataba de un bar y no podían entrar menores de edad. Llegamos al convenio de que se les daría permiso de estar de 7 a 8 de la noche, y en ese lapso estaría cerrada la barra). Estábamos muy nerviosos porque íbamos a tocar para el público del jazz, que sabes que es exigente, y para los músicos de jazz que son, también, muy exigentes, y no faltaba quién dijera que cómo una orquestita iba a abrir un festival en el que se iban a presentar muy buenos músicos, cómo que abrirían unos niñitos.

(Continuará)


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