Lo preocupante del presidente Andrés Manuel López Obrador no fueron sus ocurrencias que convirtió en promesas de campaña, sino que las esté llevando a la práctica.

En 2012 prometió en Yucatán “un tren rápido que vaya de Cancún a Palenque pasando por estaciones en Chichén, Mérida, Uman y Campeche”. El proyecto (que aún no tiene hoja de ruta) es a todas luces inviable por costoso, poco rentable y sobre todo, porque le va a pegar en la torre al entorno ecológico de aquella zona. Pero AMLO dice que va y va.

Mandar al diablo el aeropuerto en Texcoco lo elucubró tras descalificar el presunto despojo que sufrieron los habitantes de San Salvador Atenco. Un estudio que habrían realizado investigadores de la UNAM (del que ya ni se acuerda) se convirtió en su bandera para proponer como alternativa la base militar de Santa Lucía.

Autoridades en aeronáutica le han dicho una y otra vez que ese aeropuerto no servirá, las líneas aéreas amenazan con no utilizarlo, el Colegio de Ingenieros demostró que saldrá 66% más caro que el de Texcoco, pero el aeropuerto en Santa Lucía va porque va: “me canso ganso”.

Sin duda el proyecto más descabellado es la construcción de la refinería en Dos Bocas que también fue otra de sus ocurrencias. Esta promesa la soltó frente a un grupo de petroleros a los que además prometió que acabaría con la corrupción en el sindicato de Pemex (que sigue gozando de excelente salud). “La refinería la construirán empresas honestas y de reconocida capacidad”, dijo y le aplaudieron.

Fueron cuatro las empresas “honestas” que levantaron la mano para entrarle al negocio. Y más tardó la secretaria de Energía, Rocío Nahle en dar a conocer sus nombres, que en que se supiera que todas están embarradas en demandas judiciales por multimillonarios sobornos.

Esto no desanimó a la funcionaria que dio a entender que las empresas habían sobornado pero poquito. AMLO las desestimó y le ordenó buscar una que al menos pareciera honesta, pero al no encontrarla se declaró desierta la licitación.

¿Qué hacer?

Fácil; Andrés Manuel le encargó a la propia Roció el proyecto y construcción de la refinería. ¿Quién la construirá? El honestísimo Pemex, tendrá un costo de 160 mil millones de pesos y quedará lista (según AMLO) en tres años…

…Jesús María y José.

Y ni cómo repetirle lo que le han dicho hasta el cansancio los especialistas: que Dos Bocas es casi imposible, que si se construye tardará más de seis años en echarse andar y que está en vías de convertirse en su más sonado fracaso. Pero López Obrador es terco, obstinado y al igual que Gabino Barrera, no entiende razones. Aunque en descargo del revolucionario suriano, es pertinente subrayar que nomás se entercaba cuando andaba en la borrachera. Y AMLO es terco y obcecado en su juicio, lo cual es muy grave en un presidente.

Su última ocurrencia la echó a volar este sábado en Nayarit donde dijo que su gobierno creará una empresa que lleve Internet a todas las comunidades del país. En el papel la idea es formidable, pero en la práctica no porque el Estado carece de recursos materiales y tendrá que invertir miles de millones de pesos (que no tiene de donde sacarlos) para lograr su objetivo. Además, está más que demostrado que el gobierno es pésimo como empresario dijeron una vez más los especialistas. Pero eso importa un pito y la propuesta va.

Nadie reprueba los buenos deseos del Primer Mandatario; un hombre bien intencionado que quiere lo mejor para sus gobernados en especial para los que menos tienen. Pero no es actuando por su cuenta ni a base de ingeniosidades como logrará su objetivo. “No se puede meter un pollo dentro de un huevo, pero Andrés Manuel quiere demostrar que él sí puede” escuché por ahí.

La verdad deseo que se equivoquen todos los especialistas y estos proyectos no cuesten lo que ellos dicen, funcionen a todo dar y generen miles de empleos. Y como no quiero que se venga la que dicen que se va a venir en un par de años o menos, deseo de todo corazón que AMLO calle bocas. Aunque después nadie lo aguante y tengamos que soportar su arrogante petulancia.

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