La urgente necesidad que tenemos los veracruzanos de que los integrantes de este fatídico gobierno de dos años se vaya para recuperar cuando menos la tranquilidad, más el estilo que el gobernador electo Cuitláhuac García Jiménez ha impuesto a la forma de integrar su gabinete y dar a conocer los nombres de quienes ocuparán las más importantes dependencias, ha creado un ambiente de incertidumbre y tensión ciudadana pero más entre la burocracia, que permite dar entrada a todos los rumores que se esparcen sobre posibles denuncias penales en contra de funcionarios yunistas o sobre nombramientos de nuevos funcionarios en importantes cargos en el próximo gabinete, incluyendo a distinguidos miembros del equipo de Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa. En su momento, el gobernador lo dijo con claridad: ni fidelistas ni duartistas irán al gabinete. Y si lo anterior no fuera suficiente para enrarecer el ambiente social, hay que sumar los señalamientos de exfuncionarios duartistas presos por presuntamente haber participado en delitos, que denuncian al Fiscal Jorge Winckler de haberlos presionado para que declararan en contra de otros compañeros de equipo para poder encarcelarlos ya que él, Jorge Winckler, al parecer carece de pruebas para hacerlo por la vía legal. Las ejecuciones, los feminicidios, las desapariciones forzadas y, posiblemente, la guerra entre cárteles por ganar la plaza han disparado la violencia por todos los rincones del estado, y esto abona también a la urgencia de que otros personajes se hagan cargo de las dependencias del estado. La salida de los yunistas se hace eterna, como eterna se hace la integración del nuevo gabinete mientras los delincuentes se dan vuelo en este paraíso de impunidad que es Veracruz.