El jueves 16 de mayo un grupo de jóvenes veinteañeros dedicados al comercio del limón, fueron rafagueados por unos sujetos en la comunidad de Tuzamapan. El saldo fue de dos muertos y cinco heridos (ya van seis muertos). La noticia conmocionó a los veracruzanos que aún no se recuperaban de la masacre de Minatitlán, pero no al gobernador Cuitláhuac García.

Dos días después, jóvenes de entre 17 y 22 años que platicaban sobre unas bancas en el poblado de Tecamalucan del municipio de Acultzingo, fueron balaceados por delincuentes; el saldo fue de tres muertos y seis heridos. ¿Hubo un mensaje de condolencias del gobernador? No. ¿Visitó a los deudos para brindarles su apoyo? Menos.

Al día siguiente andaba en Boca del Río revisando la colocación del graderío de lo que sería el SalsaFest, custodiado por sus guardias de corps y por el Secretario de Seguridad Pública.

El SalsaFest fue una fiesta de tres noches con llenos hasta el gorro, lo que da mucho gusto. Y más gusto da que hubo saldo blanco.

Pero nomás ahí. En el resto de la entidad las cosas siguen igual, o para decirlo con más propiedad, van de mal en peor.

En la semana que terminó hubo al menos 25 ejecuciones de las que sobresale por su sevicia, la de una mujer a la que le fueron a tocar la puerta de su casa, la señora abrió y la asesinaron frente a sus hijos. Y entre sábado y domingo desaparecieron tres taxistas y secuestraron a dos maestras y a una joven de 20 años.

En Córdoba y Orizaba los maestros pararon clases no sólo para protestar por el secuestro de sus compañeras, sino para dar a conocer que los delincuentes les están cobrando derecho de piso.

¿Cuánto pueden ganar los maestros para que se ensañen con ellos de esa manera?

Y todo esto se da en medio de las declaraciones del Secretario de Gobierno Eric Cisneros, en el sentido de que habrá una “depuración” de malos trabajadores en las distintas dependencias.

¿Tiene autoridad este señor para correr gente de oficinas ajenas a la suya?

La tenga o no el mensaje es que no tarda en irse a la calle otra camada de futuros desempleados.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación (Coneval), Veracruz es uno de los cinco estados que padece mayor pobreza laboral, lo que quiere decir que sus trabajadores están impedidos para adquirir la canasta básica con sus ingresos.

¿Sabrá esto el gobernador? ¿Sabrá que su secretario de Gobierno junto con los de Seguridad Pública, Finanzas, Salud y Turismo están resultando una auténtica nulidad? ¿Tendrá conocimiento que el número de crímenes aumenta desaforadamente en la entidad que dice gobernar? Y sobre todo ¿será que dimensione que él como gobernador ha resultado una mayúscula decepción?

Cada vez que el presidente López Obrador pisa suelo veracruzano repite una y otra vez que Cuitláhuac es un hombre honesto. Pienso que se equivoca; es verdad que su pupilo no roba, pero no es honesto.

Si lo fuera, sobre todo consigo mismo, tiene rato que hubiera presentado su renuncia por su manifiesta inoperancia para gobernar un estado que está muy por encima de su capacidad política e intelectual, pero sobre todo, muy por encima de su capacidad de raciocinio.

Hay algo que estaba dejando en el tintero: Veracruz y los veracruzanos también están muy por encima de la sensibilidad humana de su gobernador; un sentimiento que Cuitláhuac García simplemente desconoce.

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