Richard Davidson, profesor de Psicología y Psiquiatría en la Universidad de Wisconsin-Madison, y Koncha Pinos Pey, directora de Estudios Contemplativos y psicoterapeuta contemplativa, disertaron en la Universidad Veracruzana (UV) sobre “Los retos de la neurociencia en el siglo XXI”, y coincidieron en la importancia de prestar atención a la salud mental, incluso la compararon con el cuidado bucal, tema más común en la sociedad.

Nahomi Bonilla Sainz, directora de la Facultad de Danza de la UV, presentó a los participantes y detalló que su presencia se dio en el marco del segundo periodo del Diplomado de Neurociencia del Bienestar y las Artes Escénicas, así como el primero del Diplomado en Psicoterapia Contemplativa. 

La funcionaria universitaria calificó la actividad de “inédita” toda vez que conjugó arte, ciencia y tecnología; se desarrolló el 22 de febrero en la Unidad Académica de Artes y tuvo una concurrida convocatoria. 

Davidson, también fundador y director del Centro para Mentes Saludables, es reconocido por su trabajo innovador en el estudio de las emociones y el cerebro. Como citó en su charla, tiene una estrecha relación con el Dalai Lama; se desempeña en el Consejo Global de Salud Mental del Foro Económico Mundial; incluso, la revista Time lo nombró en 2006 una de las 100 personas más influyentes del mundo. 

El conferencista habló de la neuroplasticidad, planteó que los mecanismos del cerebro que hacen sufrir son los mismos que pueden hacer despertar y florecer, por ello invitó a los presentes a tomar mayor responsabilidad al respecto, toda vez que es posible moldearlo en aras de la prosperidad. 

“Estoy seguro de que muchas personas de las que están aquí se cepillan los dientes varias veces al día; al principio de los tiempos no lo hacíamos, fue algo que aprendimos a hacer. Les quiero señalar que las mentes son incluso más importantes que nuestros dientes y estoy seguro de que el mundo sería mejor si nos preocupáramos por nuestras mentes la misma fracción de tiempo que nos preocupamos por nuestros dientes. El objetivo es que tomemos consciencia de la gran herramienta que nos han dado: nuestra mente. 

Otro de los temas que citó fue la epigenética, ciencia abocada al estudio de los mecanismos que regulan la expresión de los genes. Para comprenderlo, pidió que se pensase que hay un control que puede aumentar o disminuir los genes; por ejemplo, “las madres que demuestran amor a sus hijos cambian la epigenética de éstos y pueden cambiar sus genes de manera que perduren en el tiempo; un caso contrario son los niños que crecen en ambientes negativos y difíciles, pues puede cambiar su epigenética y afectarles negativamente a lo largo de su vida”. 

Por su parte, Koncha Pinos, también docente e investigadora en el ámbito de la neurociencia de la compasión y las inteligencias múltiples, habló de los desafíos que se palpan en las universidades respecto a la neurociencia: nuevas materias académicas, investigar y aplicar la ciencia. “Esos tres grandes retos a los que se enfrentan las universidades y la neurociencia es renovar el cuerpo académico, las líneas de investigación y abrir nuevos ámbitos en sus aplicaciones”. 

Pinos Pey habló del amor, la libertad, la depresión, la felicidad, la educación, el aprendizaje, pero se centró en el gozo. Éste “es la capacidad de estar presente con lo que estás haciendo, sintiéndolo plenamente en tu cuerpo, es estar ahí con lo que sucede. ¿Ese sentir gozoso puede graduarse, transferirse, enseñarse?, lo que sabemos hasta ahora es que es los niños que tienen maestros que disfrutan, aprenden más; que el paciente que tiene un médico que goza con lo que hace, sana antes; que los mandatarios o los que trabajan en medio ambiente, cuando gozan se implican”. 

Si bien el siglo XXI tiene grandes retos, dijo esperar que se erradique la violencia plenamente, pues si bien no se perciben tantas guerras como antaño, se sufre una silenciosa: la depresión. “En nuestra mano no está solamente meditar y prestar atención, sino voluntariamente decidir ser gozosos”. 

Además, Koncha Pinos citó que una educación basada en la regulación de las emociones es necesaria, pero también los es, “deliberadamente”, poner atención en ser felices. Al igual que Davidson, habló de la residencia: “Educar a nuestros hijos y estudiantes para que sean felices, pero también que habrá un tiempo de adversidad y que no por eso tienen que dejar de ser felices. ¿Puede la felicidad existir, incluso, dentro de la adversidad? Sí. Hay individuos que incluso en las peores condiciones, como en los campos de concentración o de refugiados, siguen siendo felices, porque tienen el propósito de serlo”. 

A manera de hilar sus planteamientos con los de Davidson, invitó no sólo a lavarse los dientes del bienestar, “sino a que la pasta de los dientes sea el gozo”. Para ella hay grandes retos, pero los sintetizó en “humanizarnos”, en referencia en ir más allá de lo humano y entender nuestro alrededor, pues “los ríos también sienten”, por ejemplo. 

Previo a sendas conferencias, estudiantes del Diplomado en Neurociencia del Bienestar y Artes Escénicas presentaron un performance. Al término de la misma, ambos desarrollaron un workshop. 

Karina de la Paz Reyes Díaz / Prensa UV