Mutatis mutandis

Por Rafael Arias Hernández

¿A dónde van a parar los cuantiosos recursos destinados a educación y salud y, en general, por qué no se evalúan pública y permanentemente?

¿Desperdiciar, desaparecer y saquear para quebrar y privatizar?

Tiempo de hacer estas preguntas y de obtener verdaderas y comprobables respuestas.

Nada de que todo va bien y que viene lo mejor. Participar y evaluar son indispensables. Urge detener el mal uso y la hemorragia de recursos; y también, si los hay, reconocer aciertos y logros para consolidarlos, pues como se puede comprobar cuestan muy caros y fácilmente se pierden o desaparecen.

Educación y salud, para atrás

Veracruz además de pobre y hambriento, sigue en primer lugar nacional de analfabetas y con un enorme rezago educativo.

Y, por otro lado, de acuerdo a las últimas informaciones, crece la población ocupada, sin acceso a los servicios de salud, Veracruz ya es el segundo lugar, después del Estado de México y por arriba de Distrito Federal, Puebla y Jalisco.

En efecto. Para 2012, Veracruz ocupa, según fuentes del gobierno federal, el primer lugar por número de analfabetos, con 640,465.

Cifra que representaba una tasa de analfabetismo de 11.19%, de la población de 15 años y más.

En cuanto al grado de escolaridad, ocupa uno de los últimos lugares. Mientras el D.F. es de (10.0) y el promedio Nacional de (8.6), para Veracruz es de (7.7) sólo por arriba de Michoacán (7.4), Guerrero (7.3), Oaxaca (6.9) y Chiapas (6.7).
Respecto al rezago educativo, sólo hay que recordar que anda en poco menos de 3 millones, en grandes cifras.

Esto es: analfabetas, 640 mil; sin primaria terminada, 960 mil; y sin secundaria terminada, 1 millón 350 mil.
¿Cuál es la situación real actualizada?

¿Por qué sólo evaluar a los sufridos maestros y no a los que toman decisiones y disponen de los recursos y las instituciones?

Apretada y aproximada síntesis, para resaltar que a pesar del considerable volumen de recursos humanos y materiales, a pesar de los descomunales presupuestos gubernamentales, no se hace lo que se debe hacer: acabar con la ineficiencia y la delincuencia.
¿Cuáles logros y avances? ¿No hay errores, pérdidas y retrocesos? ¿Qué pasa con las malas y peores políticas educativas y sus irresponsables a cargo?

En cuanto a la Salud, la situación anda igual o peor. Preciso dar seguimiento y ejercer control de recursos, instalaciones, medicamentos y equipos. También como un adelanto, es alarmante como crece el problema.

Veámoslo en los gruesos términos de población ocupada, en los últimos cuatro años:

1.- En Veracruz sigue disminuyendo (81,506), la reportada con acceso a los servicios de Salud. Paso de 838,131 en marzo de 2011, hasta 756,625 en marzo de 2015.

2.-Y sigue en aumento (253,775), la sin acceso a dichos servicios. De 2, 068,542, en el mismo lapso, llego a 2, 322,317.

No me crea, consulte al INEGI y, en particular, los últimos datos del empleo en México. Como los de enero-marzo de 2015 y los históricos, de la encuesta nacional de ocupación y empleo (ENOE).

En dichas fuentes oficiales federales, se comprueba parte del deterioro de los ingresos, de los que tienen la fortuna de estar empleados, así como algunas condiciones de trabajo y acceso a servicios públicos.

Inútil acudir a los irresponsables de la fiscalización gubernamental, como el órgano de Simulación Superior (ORFIS); la lavandería de la Contraloría; y la discapacitada Comisión de Vigilancia del Congreso. Simplemente entre muchos de los aspectos que no atienden sobresale el de la evaluación del desempeño.

Y sólo para empezar. ¿Para qué entonces está el obligado presupuesto por resultados?

Imprescindible evaluar las políticas públicas

A pesar de los voluminosos presupuestos gubernamentales, apuntalados con una creciente e injustificada deuda pública e indeseables privatizaciones con cargo a la población, en la entidad no se encuentran obras ni para remedio, menos con autentico sentido y beneficio social; y en cuanto a los servicios públicos, sobre todo los básicos, como educación y salud, dan mucho que desear y frecuentemente se convierten en foco de atención y escándalo.

Sobresale que de las pocas, de los contados casos de obra pública, buena parte destacan por ser inaceptablemente caras, superficiales y ofensivas a la buena administración y al interés social. ¿Por cierto y las obras públicas que debe sustentar la enorme deuda pública, donde están?

Otras, como las de los Juegos del Hambre, desde antes de su realización, destacan por atraer inconformidades y críticas por su superficialidad, costos y un ejercicio caracterizado por juegos de obstáculos, pero a la necesaria transparencia y la imprescindible rendición de cuentas. ¿A quiénes y por qué se han concesionado?

¿Qué costos y beneficios sociales han traído?

Pero no se hace nada, se repiten las historias. Servicios caros, malos y limitados; y obras públicas raras o contadas.

¿Qué pasa con las políticas públicas, tan cacareadas como incumplidas? ¿Por qué dejar abusar y no hacer nada ante deberes y obligaciones sin cumplir o mal hechas?

Sin duda los ejemplos cercanos y lejanos, locales y nacionales de este tipo y hasta peores, pueden ser molestos y hasta ofensivos, pero lo más sorprendente es la poca importancia y pasividad social, la desatención y desinterés colectivo, respecto a ineficiencia y delincuencia gubernamental.

Hasta que llegan hartazgo e inconformidad social. Hasta que desobediencia y resistencia civil se hacen presentes.

Preciso siempre tener presente, que todo gobierno requiere de legitimidad en cada una de sus acciones y, desde luego, de cumplir y hacer cumplir la ley. Sin credibilidad y confianza social, no hay gobierno; o, hay que prepararse, porque de ser parte de la solución, se puede convertir en insoportable obstáculo o problema.

*Academico.IIESES-UV@RafaelAriasH Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez.