En esta parte final de la conversación, Santiago Gutiérrez Rebolloso narra los preparativos para ir al campamento de A Capella Academy, su estancia en él y el impacto que le produjo.

Un camino que conduzca este destino…

El cascabel, un camino
que conduzca este destino
paladar, porque se aferra
a tomar trago de tierra
a paso de peregrino.
(El Cascabel.
Versión de Laura Rebolloso)

El día que recibí el mail en el que me aceptaron en A Capella Academy fue de felicidad completa, pero luego tenía que reunir 1900 dólares. Me dijeron que dan becas pero no son por méritos sino por necesidad, como la mayoría las necesitan —como el 70 por ciento—, no pueden dar las becas al 100 por ciento, entonces el proceso era que tenía hasta abril para reunir lo que más pudiera, después les notificaba cuánto me hacía falta y ellos me decían cuánto tenían para darme, y todavía tenía otro mes para juntar lo que faltara.
Al otro día seguíamos en Tlacotalpan, les dije eso y todos me empezaron a dar ideas, me dijeron hay que hacer conciertos de recaudación y Manuel me dijo que La Manta me apoyaba, que hiciéramos un concierto con mi papá.
El hecho de que me aceptaran me obligó a hacer más cosas y a crecer musicalmente, pero también como persona porque, para pedir ayuda, dije se me tiene que quitar la pena y tengo que ir y decirles y ser seguro, porque si no, no me lo van a creer y tengo que reunir lo que necesito para lograr ir, porque va a ser muy triste que no logre todo el sueño que tengo por no reunir el dinero. En A Capella Academy me hicieron una fondeadora en línea y yo hice otra.
Me ayudaron muchas personas, me di cuenta de la solidaridad que tiene la gente, especialmente del ambiente fandanguero, porque muchos de los que me ayudaron fueron de ese círculo amigos de mis papás, que a lo mejor me conocieron de chiquito pero ya no me han visto y aun así quisieron apoyarme. Algunos donaron un montón y yo ni los conocía, y no era de las fondeadoras que dan recompensas, no daban nada y aún así donaban. Gracias al apoyo de toda la gente que me ayudó, fue que logré ir.
Cuando estábamos en Tlacotalpan, la idea que platicábamos era hacer un concierto grandísimo en el Teatro del Estado con todos los grupos que se habían ofrecido, pero no era tan fácil hacerlo como fue decirlo, entonces hicimos varios conciertos pequeños, uno en San Juditas Playhouse en el que tocó La Manta. También hice un concierto con mi mamá en el que tocaron Paquito Cruz, Alonso Blanco, Wilka y Óscar Terán. Todos los músicos fueron muy solidarios y me apoyaron con su trabajo, también fue una experiencia muy enriquecedora tener la oportunidad de compartir escenario con todos ellos, que son músicos excelentes y que admiro.
También canté un canto cardenche, eso fue nuevo para mí porque conocía la versión de La Manta pero no conocía realmente qué es un canto cardenche y es otra cosa que quiero conocer más.
Cuando faltaba como una semana para que les avisara, se llenó la fondeadora que me hicieron ellos, entonces el campamento ya había quedado cubierto, y en la fondeadora que hice aquí, la meta se rebasó, con eso y lo de los conciertos, junté para hacer los trámites de la visa, el pasaporte y todo eso.
Estaba nervioso porque todos los videos de A Cappella Academy me habían impresionado mucho, me parecía que todos tenían un gran nivel y era un poco intimidante la idea de que iba a llegar a cantar con ellos, creo que eso también me impulsó a estar enfocado para llegar lo más preparado que pudiera.

… a paso de peregrino

Tuve varias experiencias antes de irme: en esos meses hubo un festival de la UV que se llama Voces por la paz y se invitó a que JazzUV participara con un ensamble vocal. Valentina, una amiga que viene de Guadalajara que se llama Ana Pau y yo habíamos montado un arreglo, para el Concierto de Cantantes, de un tema que se llama Black is the color of my true love’s hair, es un tema tradicional nórdico pero lo cantaba Nina Simone y nosotros hicimos una versión a cappella con una introducción más armónica y lo demás más rítmico, con un poco de percusión vocal que hacía Ana Pau y yo hacía líneas de bajo, y bastante improvisación. Lo presentamos y le gustó al público, por esa razón, la maestra Jatziri Gallegos nos mandó un correo y nos dijo: se invitó a participar a JazzUV, estaría bien que participan porque ya tienen ese arreglo y un poco de experiencia previa, pero faltan tres semanas para el concurso y tienen que presentar tres arreglos, tienen que hacer 15 minutos, aquí están los requisitos. Ella no nos podía ayudar porque era jurado, entonces todo lo tuvimos que hacer nosotros.
Le agregamos una voz al arreglo para que Lucía cantara y luego decidimos hacer El Aguanieve, es un son que habíamos cantado mucho mi hermana, Valentina y yo entonces era más fácil hacer un arreglo de algo que conocíamos, y mi hermana y yo nos sabíamos todas las frases que hacen mis papás en la leona y el requinto; entre los tres le enseñamos a Ana Pau, que no conocía tanto eso. Hicimos el arreglo, yo hice la leona, que es la voz más grave, Valentina y mi hermana hicieron voces con la letra y frases del requinto, y Ana Pau hizo los tangueos del requinto, más como un patrón. El tercer arreglo que hicimos fue un arreglo que puso Jonhattan Hoard —porque vino al siguiente año y ahí sí participé— de un gospel que se llama Whom shall I fear, es para coro gospel grande pero nosotros lo adaptamos para cuatro; lo hicimos a cappella con las tres voces que tenía el arreglo original —pues en el gospel solo es soprano, contralto y tenor— y le agregamos una voz un poco más grave, que hice yo, e hicimos la armonía que venía con los instrumentos, para que sonara más completo.
Presentamos esas tres piezas en la Sala Tlaqná y tuvieron bastante buena respuesta, fue la primera experiencia más seria de todos con música vocal y a cappella, no ganamos un lugar pero nos dieron una mención honorífica y fue una buena experiencia para adentrarnos en el mundo de la música coral. Luego recibimos invitaciones y cantamos en la post temporada en la Casa del Lago, y hemos seguido trabajando para tener un proyecto más formal.

Cantar con todos, me hermana / y me alegra el corazón

Canta por todos, jarana,
suena por esta nación,
suena por esta nación,
canta por todos, jarana.
(El Cascabel.
Versión de Laura Rebolloso)

El campamento fue impactante, más que ver los vídeos y más que verlos a través de una pantalla, ver a todos los jóvenes y a todos los maestros fue muy impresionante. Diario había conciertos, clases y muchas cosas, aprendí muchísimo, pero también crecí personalmente estando en otro país, en un lugar donde no conocía a nadie, hablando otro idioma, haciendo algo que es bastante nuevo para mí, porque la mayoría tiene la fortuna de que la educación de allá les da la oportunidad de estar en ensambles vocales o en experiencias musicales serias, no sé si en todas, pero en muchas prepas, y de escucharlos, aprendí mucho de todos.
Aprendí mucho de lo que enseñaban en las clases, pero también de la forma de ser de todos los del staff —que son personas que admiro como arreglistas y como vocalistas—: de su disciplina, de su enfoque, de su manera de trabajo, de la seriedad que ponen en todo lo que hacen.
Éramos 74 campistas, hicimos tres piezas en coro completo, pero en lo que más nos enfocábamos y ensayábamos como cuatro horas diarias, era en ensambles pequeños. El mío era de nueve personas: a mí me pusieron como bajo, había un barítono que es de Cabo Verde pero vive en Boston, el tenor es de California, había uno que hacía percusión vocal que llevaba el ritmo (beatbox), era de Estados Unidos, no me acuerdo de qué parte; había una contralto de Estados Unidos también pero afroamericana, nos contó que cantó en el coro de su iglesia desde chiquita, ella ya había ido desde la primera vez que se hizo el campamento, tenía como cuatro años; había una de Kenia pero que fue adoptada por una familia de Estados Unidos, y otra soprano de Portland; una era de Israel —ella y yo éramos los únicos que no vivimos en Estados Unidos y a los que más nos costaba el inglés— y había una contralto nativa americana. Era un grupo de personas muy diferentes y aprendí muchas cosas de cada uno.
Cada grupo elige un género, pero para el nuestro, más que un género fue un medley que incluía lo que cada quien estaba poniendo de su cultura o de la música que escuchó o que le gustaba en ese momento.
Asignaron los grupos desde antes y estuvimos en comunicación por mail, entonces, realmente llegamos al campamento solo a montar. Desde tiempo antes escuchamos la música original y tres semanas antes nos mandaron los arreglos ya completos. Primero era una lista como de 20 canciones de todos lados y después fue quedando una de cada lugar, conforme a lo que fue platicando y conociéndonos más la directora. Yo llevé el son jarocho.
Mandamos un correo en el que le decíamos a la directora sobre nuestros antecedentes musicales y allí mencioné que mis papás son músicos. Me pidió hacer una videollamada conmigo y con mi mamá. Realmente quería hacer un arreglo que sonara a la música de cada lugar, entonces habló con todos. Como con mi mamá hubo la ventaja de que es músico, entonces pudo ayudarle hacer el arreglo, eligió una versión de El Cascabel, con versos de mi mamá, porque yo le dije que era de mis sones favoritos, y también por la parte rítmica, hicimos los patrones del zapateado pero con las palmas.
Nuestro set comenzaba con I Am Light, de India Arie, que es un artista de gospel, la cantó la chica de Kenia que creció en Estados Unidos y canta gospel. Luego había una transición a una canción de Israel que tiene una armonía muy bonita, no sé si es tradicional pero la cantaba en hebreo. Luego venía El Cascabel, que es más rítmico. Luego cambiaba a Sodade, de Cesária Évora, la cantaban a dúo el chavo de Cabo Verde y una de las contraltos. La contralto nos contó que su abuelo hizo una canción y en su cultura, cuando te dan una canción tienes la responsabilidad de cuidar que siga viva, esa es la canción que le dio su abuelo a su mamá y su mamá a ella, es una canción que hablaba de pérdidas y la cantó en su lengua, se llama Mandan Hertbreak Song. Luego cambiaba a una canción de Stevie Wonder —que era uno de los artistas que todos teníamos en común, que todos habíamos escuchado— pero con un arreglo latino. Luego venía Aguas de Marzo en la versión de Elis Regina con Tom Jobim, la hicieron a dúo los que cantaron Sodade, y terminamos con la misma con la que habíamos comenzado.
Ese fue nuestro set y a todos les gustó porque fue algo nuevo. Durante los ensayos, los directores nos enseñaban pero también todos compartíamos lo que sabíamos de nuestra música para que todos la entendieran más y la pudiéramos interpretar mejor, eso estuvo muy padre.
Ese campamento me inspiró mucho, no solo por los conocimientos sino por toda la entrega y toda la pasión que vi en A cappella Academy y por toda la música vocal reunida en un solo lugar, creo que esa experiencia me va a servir mucho como impulso.

Volando viene, volando va

Cuando terminó el campamento, mi hermana y yo acompañamos a mi papá a una gira. Primero fuimos a Los Ángeles y grabamos algo con Quetzal. Luego fuimos a Vancouver a un festival que se llama Folk Fest, estuvo muy padre y había muchos artistas muy buenos de todo el mundo, ahí tocamos un poco con mi papá. Y luego fuimos a Seattle, ahí tocamos un poco más y hasta le ayudamos a dar los talleres.

Cascabel de la esperanza

Aquí estoy de regreso, acabo de empezar la licenciatura en JazzUV y acabo de entrar a un coro de la UV. Tengo muchas metas, vamos a seguir trabajando con el cuarteto pero también me gustaría formar un ensamble vocal con esa alineación que es un poco más grande, en la que que hay más armonía y no tanta improvisación, más arreglos escritos con partes que simulan los instrumentos o a veces es con la letra, con muchos juegos de voces, muchas dinámicas. Eso es lo que quiero, estoy empezando a hacer unos arreglos y ya que los tenga, quiero empezar a formar un grupo a cappella.
Ahorita estoy en JazzUV pero me gustaría hacer algún intercambio porque creo que todavía hay muy poca información aquí al respecto de todo lo vocal, hay del coro más tradicional pero a cappella contemporáneo hay muy poco y es lo que más me está llamando en este momento, el jazz me gusta mucho y cantar con un ensamble y todo, pero hacer música con puras voces me llena mucho, entonces quisiera ir a un lugar en donde pueda aprender más al respecto.

PRIMERA PARTE: Por dentro suena el tesoro
SEGUNDA PARTE: En-canto



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