Buscaba la calavera
música con mucho swing
pa’ amenizar su festín
y dijo, muy salamera:
No me llevaré a cualquiera,
este año es especial,
quiero montar un congal
al estilo de jazz club,
voy a buscar en JazzUV
ahí hay mucho material.

Llegó a Úrsulo Galván
presurosa e ilusionada
mas le falló la jugada
porque ya desde el zaguán
Monserrat, con mucho afán,
frenó su loca carrera:
-Aquí no pasa cualquiera,
debes pedir un permiso
para entrar, pero te aviso
que será larga la espera.

Se coló por un pasillo
y fue a buscar a Raquel
pero ella le dijo nel,
no te creas que es sencillo
el acceso a este castillo.
Permíteme que repita:
para entrar se necesita
un permiso que rubrique,
con su puño, el maestro Enrique,
y una foto de Alafita.

Pero aprovechó un descuido
y entró a las instalaciones.
Le temblaron los calzones
y pegó tremendo aullido
al escuchar un sonido
muy vital y muy bravato,
con tanto swing y arrebato
que parecía sobrehumano,
era Carlitos Zambrano
con Paquito y con Renato.

Luego tuvo un sobresalto
cuando retumbó la casa
con las notas que Caraza
sacaba de su sax alto.
Trató de pegar un salto
pero le faltó valor.
Luego notó, con terror,
que iban a seguir los sustos
pues oyó Alejandro Bustos
sonando duro el tenor.

La big band de Tonatiuh
y la que dirige Tim
integraron un dream team
para interpretar Tutu
como en un ritual vudú.
Refulgieron dos bengalas:
raros acordes y escalas,
y un saxofón sin respiro,
era el dueto de Ramiro
y el multitask Diego Salas.

Unas voces sin palabras
escuchó: ¿Será un conjuro
ese canto tan oscuro
de inflexiones tan macabras?
¿Es la voz del chupacabras
que se está multiplicando?
Intentó salir volando
ante las voces tan fieras
de las chicas jazzuveras
que cantaban scateando.

No tendrás mi compañía
porque no estaré ahí
pues me quiero más a mí,
ay, lo siento, amiga mía.
Desde antes percibía
que al escuchar mi cantar
acabarías de estallar
porque yo si soy catrina,
le hizo saber Valentina
y la puso en su lugar.

Era tanta su ansiedad
cuando oyó sonar a Hilvana
y una rola de Silvana
con afán de libertad,
que perdió la dignidad,
la consciencia y la razón.
Quiso volver al panteón
mas la detuvo la prole
de un video de Guacamole:
Animal R-evolución.

Con un arpa celestial
y una voz hecha en la fragua
se presentó Ale Paniagua
con su canto original.
Para colmo de su mal,
se esparció entre la briza
una música que hechiza
porque suena a terciopelo:
Paty Ivison con su chelo
y con su saxo, Elisa

Luego un canto de madera
la dejó aún más fría,
era la voz de Lucía
que, entre sonera y bluesera,
erizó su cabellera.
Tierra nueva, sin malicia,
tierra de paz y justicia
es la que estamos buscando,
ya vete desafanando,
dijo Karina Galicia.

Se encontró con un tipazo
y quiso ser su consorte
pero fue a parar a El Norte
con un solo guitarrazo
que le dio Sánchez Picasso.
Luego oyó a Rafa Alcalá
y a Alonso tocar dos pianos
y dijo esas cuatro manos
parecen del más allá,
¿qué chingaos hago yo acá?

Le retembló en calcetín
ante una Nueva Visión:
un bajista, con pasión,
tocaba notas sin fin,
era Aldemar Valentín,
un bajo estremecedor.
Llegó al colmo del terror
al ver que en un santiamén
la cabellera de Edén
se cambiaba de color.

Eso sí que está cabrón,
me regreso a mi morada
-se dijo, aterrorizada-,
es más tranquilo el panteón.
Que se quede este montón
de locos en su guarida,
estoy muy arrepentida
de andar buscando jazzeros,
me regreso a mis senderos
y que ellos sigan su vida.

 

VER TAMBIÉN: Las calaveras jazzeras

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