El consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, ha acusado este miércoles a Irán del sabotaje a cuatro petroleros en aguas de Emiratos Árabes Unidos (EAU) hace dos semanas. Teherán ha tachado de “ridículas” esas alegaciones. Bolton, de visita en Abu Dhabi, ha advertido de que Washington responsabilizara a la Guardia Revolucionaria iraní si hay más “ataques indirectos” por parte de grupos a los que apoya. Pero en medio del continuo intercambio de diatribas, empieza a haber signos de que ambos gobiernos quieren rebajar la tensión suscitada a lo largo de mayo.

“Está claro que Irán se encuentra detrás del ataque [a los petroleros]. (…) No hay duda en la mente de nadie en Washington, sabemos quién lo hizo y es importante que Irán sepa que sabemos”, ha declarado Bolton sin aportar pruebas. El consejero tampoco ha querido comentar la investigación del asunto lanzada por EAU y en la que participan además expertos de EE. UU. y Francia, además de Arabia Saudí y Noruega, cuyos navíos resultaron afectados. No obstante, ha mencionado que se trató de “minas navales casi con toda seguridad de Irán”.

El portavoz del Ministerio de Exteriores iraní ha dicho que esas acusaciones eran “ridículas”. Abbas Musaví, que ha calificado a Bolton de “belicista”, ha subrayado que “la estrategia de paciencia, una gran vigilancia y la excelente preparación defensiva de la República Islámica impedirán que se cumplan sus objetivos diabólicos en la región”. Teherán ha estado en el punto de mira de Washington desde la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, quien el año pasado sacó a EE. UU. del acuerdo nuclear firmado en 2015 y reimpuso sus sanciones a Irán.

Bolton, uno de los duros de la Administración Trump, se mostró en el pasado partidario de bombardear ese país. Así que cuando a principios de mes anunció el despliegue del portaviones Abraham Lincoln y de una fuerza de bombarderos por “una amenaza creíble de las fuerzas del régimen iraní” saltaron las alarmas. El incidente de los petroleros, el ataque a un oleoducto en Arabia Saudí y el cohete disparado contra la Zona Verde de Bagdad (Irak) hicieron temer que EE. UU. estaba a punto de enzarzarse en una guerra con la República Islámica.

Sin embargo, la escalada verbal entre ambos países empieza a remitir. Después de que todos los portavoces iraníes negaran cualquier posibilidad de hablar con Washington, el presidente Hasan Rohani ha dado a entender que el diálogo aún es viable. “La puerta de las negociaciones no está cerrada siempre que EE. UU. levante las sanciones y cumpla sus compromisos”, ha declarado durante el Consejo de Ministros, según la traducción de PressTV. Aunque es difícil imaginar un paso en ese sentido por parte de la Casa Blanca, las palabras de Rohani parecen responder al tono más suave empleado por Trump en Tokio donde el lunes dijo que no buscaba “el cambio de régimen” en Teherán.

Las autoridades de Emiratos han evitado hasta ahora acusar a nadie de lo que describieron como un “sabotaje”, sin dar más detalles. Las imágenes obtenidas por la prensa sólo captaron un boquete en la línea de flotación del petrolero noruego, pero fuentes de las aseguradoras dijeron que los cuatro barcos tenían daños similares. Arabia Saudí, sin embargo, ha denunciado que Irán está detrás del bombardeo con drones a dos estaciones de bombeo de uno de sus oleoductos que se atribuyeron los rebeldes Huthi de Yemen (aliados de Teherán).

Para Bolton, la República Islámica es responsable de ambos, así como del cohete Katyusha disparado unos días después contra la Zona Verde de Bagdad, donde se halla la Embajada de EE. UU., entre otras, y que nadie reclamó. Además, el consejero ha revelado un ataque fallido contra el puerto saudí de Yanbu, en la costa del mar Rojo, que se habría producido dos días antes del incidente de los petroleros y sobre el que no había noticias hasta ahora.

“Nos tomamos todo esto muy en serio. Estos ataques han sido lamentablemente consistentes con la información de amenazas muy graves que habíamos obtenido. Es una de las razones por las que hemos aumentado nuestra capacidad de disuasión en la región”, ha explicado Bolton, que encabeza la línea dura de la Administración norteamericana hacia Irán.

El Pentágono anunció el pasado viernes el despliegue de otros 1.500 soldados en Oriente Próximo para reforzar a sus tropas ante las “amenazas persistentes” que llegan de la República Islámica. La Casa Blanca también citó la misma razón para acelerar la venta de armas por valor de 7.250 millones de euros a Arabia Saudí, EAU y Jordania. Teherán ha negado cualquier relación con los incidentes y considera que está siendo objeto de una guerra psicológica por parte de EE. UU. para obligarle a renegociar el acuerdo nuclear de 2015.

“Estamos muy preocupados con la Fuerza Qods y con Qasem Suleimani”, ha señalado Bolton en referencia a la rama exterior de la Guardia Revolucionaria y su popular comandante jefe. Aunque ha asegurado que EE. UU. intenta ser “prudente y responsable”, también ha advertido contra “nuevos ataques indirectos”. “Debe quedarles claro a Irán y a sus asociados que este tipo de actividades se arriesgan a una respuesta muy fuerte”, ha precisado.

El consejero, que llegó a la capital emiratí la noche anterior, ha dicho que Washington está consultado con sus aliados del Golfo sobre la amenaza iraní y que esa era la principal razón de su visita a Abu Dhabi. El momento elegido también resulta significativo. Aunque la escalada verbal que acompañó a esa sucesión de incidentes ha remitido en los últimos días, Arabia Saudí ha convocado para mañana sendas cumbres extraordinarias del Consejo de Cooperación del Golfo (que agrupa a las seis monarquías de la península Arábiga) y de la Liga Árabe en busca de un frente unido ante Irán