El conflicto entre Venezuela y Estados Unidos se reflejó de nuevo en la Conferencia de Desarme de Ginebra.

Washington y el Grupo de Lima boicotearon el encuentro presidido por el país chavista.

Los embajadores de diversos países del Grupo de Lima (con la excepción de México) no asistieron.

Mientras que el representante estadunidense, Robert Woods, abandonó la sesión inaugural cuando el embajador venezolano, Jorge Valero, comenzó su discurso de apertura de sesión.

«Lo que pasa ahí dentro ahora mismo es una diatriba de propaganda”, dijo Wood a periodistas.

«Sea lo que sea lo que hablen allí, lo que decidan, no tiene absolutamente ninguna legitimidad porque es un régimen ilegítimo el que preside ese foro”, añadió en referencia al gobierno del presidente Nicolás Maduro.

Por su parte, el diplomático venezolano prometió escuchar a todas las partes enfrentadas e iniciar un diálogo “inclusivo” durante su presidencia, que se prolongará hasta el 23 de junio.

Para Valero, la Casa Blanca busca “quebrar la economía” del país chavista para intervenirla militarmente.

«El embajador Jorge Valero rechaza las acciones de los delegados de EU y países del Grupo de Lima que pretenden usar a la Comisión de Desarme para promover matrices de opinión golpistas e intervencionistas contra el gobierno que preside”, expresó la cancillería venezolana a través de su cuenta de Twitter.

Sin embargo, los sillones de Argentina, Chile, Colombia, Brasil, Paraguay, Panamá o Perú permanecieron vacíos.

En tanto, la Unión Europea nombró a Enrique Iglesias, exministro uruguayo de Exteriores y veterano diplomático, como enviado especial para Venezuela, según indicó el bloque.

Iglesias fue presidente de la Secretaría General Iberoamericana, que agrupa a 22 países de América Latina, España, Portugal y Andorra.

 

ESPERABA TRANSPLANTE

La familia de un niño de 11 años que murió de cáncer mientras esperaba un trasplante de médula ósea realizó su funeral al tiempo que se preguntaban si la muerte pudo haberse evitado.

Erick Altuve yacía en el ataúd blanco con bordes dorados, acompañado por pingüinos de peluche, un camioncito y lápices de colores. También había dos botellas de plástico con los batidos de vainilla y chocolate que solía tomar para cobrar energía.

Detrás de él había un papalote con su nombre y un crucifijo de madera.

Erick es uno de varios niños con cáncer cuyas muertes han despertado un debate entre el gobierno y la oposición sobre quién tiene la culpa. En casos anteriores las operaciones se financiaban con mediación de la petrolera estatal PDVSA, que es ahora blanco de esas sanciones.