En esta parte final de conversación, Santiago Von narra la historia de Blah Blah Jazz Trío y habla de sus planes.

Blah Blah

Cuando llegué a Xalapa, nos conocimos Abraham [Díaz] y yo y empezamos a trabajar en algunos proyectos. En ese entonces, mi hermano Pablo —el bailarín— estaba viviendo en Alemania y lo invitaron a bailar en el Festival de Danza de Córdoba —que es muy importante— con Rocío Alemán, una chica que está bailando en Stuttgart, Alemania, y quisimos aprovechar la ocasión para regresar a estos montajes que hacíamos con mi papá en los que los tres estábamos involucrados. Mis hermanos Emilio y Pablo estaban actuando, y dije yo puedo hacer toda la música (risas). Llevaba como un año y medio, o menos, acá en Xalapa y le propuse a Abraham que la hiciéramos juntos. Nos pareció que un trío era suficiente y llamamos a David Barrera, pudo por unos ensayos, después ya no pudimos coordinar más ensayos con él y llamamos a David Alcaraz, un chico de Teocelo que estuvo en JazzUV, es bajista eléctrico. Con él hicimos ese proyecto en Córdoba, esa fue la primera vez que tocamos con esta formación y haciendo casi pura música original, tocamos una versión de A Sentimental Mood o algo así, pero más que nada eran cosas que habíamos escrito para la obra de teatro, eran cosas bien atmosféricas que trataban de evocar una cuestión escénica porque mi papá nos dirigía así: aquí está enojado, aquí es romántico, cosas así y nos cuestionábamos ¿cómo diablos se hace eso?
Compusimos cosas muy sencillas, de un minuto o dos, pero seguimos explorando. Después ya no seguimos trabajando con David pero conocimos a Kevin Zabdiel y lo invitamos. Tavo Bureau nos consiguió un hueso en La Caña, el trío no tenía nombre y Tavo puso en el cartel Blah Blah Trío, sentimos que sonaba chido porque era como una conversación entre los tres, es un formato compacto en el que el contacto entre los tres es muy directo, no hay forma de que uno se desconecte de los demás. Nos gustó el nombre y ya se quedó. Después estuvimos tocando una vez por semana como por un año y medio en un restaurante de hotchos que estaba en Los Berros.
Después de ese tiempo en Los Berros, Kevin estaba súper entrado con su trabajo del arpa —es bien interesante lo que está haciendo—, además, Abraham y yo ya estábamos queriendo hacer otra onda y también estábamos buscando el sonido del contrabajo acústico, no del bajo eléctrico. Por azares del destino llegó Erick Quijivix aquí a Xalapa y en cuanto lo conocimos dijimos queremos trabajar con este cuate. Nos empezamos a juntar para ensayar y todo empezó a fluir en el camino creativo en el que queríamos estar, él era muy propositivo, estaba llevando música original. Ahí empezamos a crear lo que es Blah Blah hoy por hoy, todo el repertorio que estamos tocando ahorita es de esa época que fue muy productiva, nos juntábamos una o dos veces por semana para crear cosas, estuvimos como un año solo ensayando y después conseguimos un hueso en La Tasca y esa fue como la primera vez que pusimos nuestra música al mundo y hubo una reacción chida, a nuestros amigos les gustó y nos dijeron ¿cuándo sale más?
De ahí empezamos a trabajar mucho, estuvimos moviéndonos a varios festivales por aquí y por allá. Después me fui al DF pero podíamos seguir trabajando juntos porque del DF a Xalapa no había tanta distancia, entonces seguíamos sacando huesos. Ya queríamos que esta música estuviera sonando en serio, entonces hacíamos mini giras por el DF y después nos íbamos a Morelia o a otro lugar. En el DF nos empezamos a presentar en el Zinco, en Jazzatlán y sentíamos que ya estábamos siendo parte de la escena del jazz de México, que estábamos haciendo algo chido que tenía una voz y una personalidad. No podíamos ensayar tanto por la distancia, pero seguíamos picando piedra y pensamos en hacer un disco.
Se nos ocurrió escribir música basada en cuentos de Julio Cortázar y estuvimos trabajando en eso, de hecho, un tema que está en el disco que se llama Monigote, está basado en el cuento Monigote de Julio Cortázar, ese fue el primero. Seguimos jugando con esa idea pero me fui a Holanda y tuvimos que ponerle una pausa porque ya era ridícula la distancia y es muy caro.
Abraham terminó su carrera, Erick también y se mudó a Uruguay con su chica, y por un rato dijimos por ahora ahí quedó el trío. El verano pasado, después de dos años afuera, por fin pude venir a México de vacaciones y Abraham consiguió una tocada en el Festival de Jazz de Córdoba, de Luis Calatayud. Abraham me habló de Charly [Rodríguez], yo confié que él sabía a quién llamaba. Lo invitó, nos juntamos a ensayar y nos sentimos como peces en el agua, todo fluyó súper bien. Abraham le había mandado las grabaciones a Charly y se sabía todo, hasta los solos que tocó Quijivix. Se aprendió hasta los errores y luego estábamos tocando y le decíamos:
—No, eso no es así
—Pero eso está en la grabación
—Ah, no, es que ahí nos equivocamos, no toquemos eso así
—Ok
Charly es una máquina, aprende súper rápido y en uno o dos ensayos ya estábamos amarrados y estábamos fluyendo súper bien, era como si hubiéramos estado tocando por mucho tiempo. Su presencia fue súper refrescante, es el más chavo del grupo y tiene una energía impresionante tocando, es súper creativo, súper involucrado, le encanta estar empujándote a otros lugares y tú dices va, vamos. Ha sido muy emocionante trabajar con este formato.
Después del festival, íbamos a Oaxaca y en el camino, Abraham y yo dijimos hay que grabar esto, estamos los tres, hay que organizarlo y que se haga, ya después vemos qué hacemos con lo grabado y con la producción, pero por lo pronto hay que grabar.
Abraham organizó la sesión como en dos semanas, en JazzUV nos prestaron el estudio por cinco días completos, fue un lujo realmente poder tomarnos el tiempo de acomodarnos, de sentirnos a gusto con el sonido, con lo que estábamos haciendo y se hizo la sesión. Invitamos a Tim [Mayer] y a Arodi [Martínez] a que grabaran con nosotros, ellos son los másters y nos han ayudado desde siempre, Tim estuvo tocando a cuarteto con nosotros en varias ocasiones y Arodi también ha estado apoyándonos siempre.
Para la grabación, recuperamos los temas con los que empezamos a tocar porque cada pieza tiene un significado bien especial, nos lleva a ratos, a viajes que hicimos, a nuestros primeros conciertos, a nuestras primeras composiciones, es como una cuestión autobiográfica, como un álbum de fotos del pasado.
Después de la grabación, yo me tuve que regresar, y Abraham y Charly hicieron todo el trabajo de producción y lograron que el disco se hiciera físico, y organizaron la gira para presentarlo. Ahora vine exclusivamente para trabajar con esto, me hubiese encantado tener tiempo de tocar con muchísima gente y muchísimos amigos, pero está tan bien armada la gira que hicieron que no me dio tiempo de hacer más, eso también me da muchísimo gusto, así es como se hacen las cosas, estuvimos tan ocupados que no pude hacer otra cosa.
Ahora ya casi está terminando esto y se siente muy bien porque ha estado funcionando todo, la gente lo ha estado recibiendo muy bien. La música ha crecido durante estas semanas que la hemos estado tocando, el material ha cambiado, ha evolucionado y creo que eso le da más valor al disco, refleja una etapa pero ahora ya estamos sonando distinto, es el mismo material pero en seis meses cambiamos y hemos aprendido mucho del proceso de crear este disco y de hacerlo realidad y de tomárnoslo en serio y de tomar nuestra música en serio, sobre todo eso, creer en lo que estamos haciendo y creer que lo que estamos produciendo tiene un valor.
Para nosotros, esta música significa nuestra carrera y nuestro conocimiento y nuestra vida, pero también para otra gente, ha tenido una buena recepción y la gente puede sentir cosas chidas con este material, eso ha sido lo más gratificante, que está funcionando y estamos bien felices de que sea una realidad.

El nuevo mundo y el viejo continente

Mi plan por ahora es terminar la licenciatura y me gustaría quedarme a hacer un máster, como te digo, estoy conociendo otros círculos, estoy en un círculo laboral con el circuito holandés que es bien interesante, es música bien distinta, y la ventaja que tiene Europa es que es un continente pequeño y en dos horas ya estás en otro país y en dos horas ya estás en otro, entonces quiero explorar todo eso, quiero conocer más gente, tocar con gente bien distinta y quedarme un rato por allá; pero mi ideal sería estar una temporada allá y volver a México a seguir con los proyectos de aquí, seguir con Blah Blah, seguir haciendo música con otra gente, hay muchos amigos que me encanta cómo tocan y quiero tocar con ellos. Quiero encontrar un balance entre el viejo continente y el nuevo mundo, que para mí es al revés: este es el viejo continente y allá es un nuevo mundo, y siento que todo lo que estoy aprendiendo allá me está ayudando a ver con otros ojos lo que he vivido acá, y todo lo que vivido acá me está dando otra perspectiva de lo que sucede allá.

PRIMERA PARTE: Now’s the Time
SEGUNDA PARTE: Perspectivas




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