En esta segunda entrega, Víctor Mendoza habla de su llegada a Berklee College of Music como estudiante y su estancia de más de tres décadas como docente, primero en el campus Boston y actualmente en Valencia. También habla de su exploración del vibráfono y de la conformación de su estilo.

Berklee Days

Después de graduarme de la universidad, conseguí un trabajo en el Playboy Club -donde estaban las conejitas que andaban en traje de baño- y me pagaban muy bien. Mientras estaba ahí, apliqué para una beca a Berklee, era una beca bastante grande pero no cubría todo, aun así dije voy a ir, a ver qué pasa. Empaqué mis cosas, agarré una carcachita que tenía y crucé el país. En Boston tenía unos amigos, entonces tuve dónde quedarme cuando llegué, no tenía mucho dinero pero conseguí un trabajo como camarero y me dediqué a eso mientras estudiaba, era lo que había y, además, pagaba más que lo que pagaban los trabajos de jazz. Con ese dinero tomaba clases privadas.
Estuve en Berklee un año y al final conocí a Gary Burton, tomé unas clases con él y notó lo que hacía yo. En esa época surgió el interés de Berklee por crear más en serio un departamento de música latinoamericana, latin jazz y todo esto, el director de ensambles era Larry Monroe, que es una eminencia en la vida académica, hoy ya se ha jubilado pero fue muy importante para mí. Por referencia de Gary Burton y de él me contrataron para enseñar, yo dije me quedaré dos años aquí pero no fue así, ya llevo 33 años. En Boston me quedé 28 años, luego me ofrecieron irme como director del programa de maestría de Berklee en Valencia y lo acepté.
Hice un contrato por tres años porque es el tiempo que te permiten trabajar en España con un contrato de Estados Unidos, si cuando se acaba haces un contrato español, puedes estar más tiempo. Cumplí el contrato y me dijeron no queremos que te vayas, te vamos a dar un contrato como si estuvieras viviendo en Estados Unidos pero sigue aquí. Me quedé pero como docente, dejé la dirección porque me ocupaba mucho tiempo y no me permitía viajar y hacer lo que yo quería hacer como artista, y no porque sea un capricho sino porque es lo que soy, yo soy músico, además hay gente que administra mucho mejor que yo, yo soy un desastre para esas cosas porque tengo tantas cosas en la cabeza, mi mujer misma me lo dice, es que tú llevas 20 cosas desde que te levantas. Yo prefiero estar ante mis estudiantes que ante otros administradores, esa parte la hago mucho mejor, enseñar es una cosa que adoro, me encanta.

Del tingo al tango

Los últimos meses han sido un poco locos, fui a Taiwán, donde grabé y produje una grabación de latin jazz para un grupo taiwanés que toca muy bien. De ahí me vine a este festival y cuando vuelva, me voy a Madrid con unos estudiantes a tocar con una big band. Me acaban de llamar de Lituania para tocar con otra big band, entonces me voy de un extremo al otro, no me aburro del todo (risas).

My Way

Durante todos estos años estuve tocando con mucha gente, empecé tocando con Claudio Roditi, estando en Berklee conocí a Danilo Pérez y formó parte de mi grupo por un tiempo, años después vino Antonio Sánchez, por mi grupo pasaron muchos músicos muy buenos. A la misma vez que estaba enseñando, estaba tocando y estaba grabando, grababa con otros músicos pero iba más hacia mis propios proyectos y la razón es que el vibráfono, al no ser un instrumento tan común como una guitarra o un piano, uno acaba diciendo voy a tener que ser líder porque no me queda de otra, no me llaman. Le hice la misma pregunta a Gary Burton, a Dave Samuels, a David Friedman, les dije:
-¿A ti te han llamado?
-No, me llaman como solista pero no para ser parte de un grupo, a nadie se le ocurre, los vibrafonistas tenemos que ser líderes por defecto
Entonces decidí hacer mi propio grupo y desde entonces he formado varios proyectos para trabajar con el vibráfono.

Teclas que cantan con voz de mujer

Cuando tocaba con Claudio Roditi, me decía ¿sabes qué?, creo que tendrías que escuchar más trompetistas o cantantes porque creo que te ayudaría con el fraseo, y viniendo de alguien como él, pues claro que tomé el consejo y estudié, por ejemplo, a Elis Regina, traté de entender cómo fraseaba para pasarlo al teclado y tratar de encontrar la articulación para que me hablara el instrumento.
También estudié mucho a Tony Bennett, cómo canta y cómo hace que caigan las notas tan relajadas, alguien que también hace mucho eso es Milt Jackson, entonces yo mezclé un poco de mí y lo de Milt Jackson y simplemente traté de frasear. Cuando me aprendo los temas, conozco bien la letra y toco como si yo mismo estuviera cantando, eso me ayuda a a frasear y creo que he llegado a mi propia manera de interpretar melodías.
Claro, también estudié todo lo que estudian los jazzistas, todas las técnicas que se usan para interpretación de melodías o de cómo trabajar la armonía, ahora me encontré un solo de Sonny Stitt y lo estoy transcribiendo para ver la manera en que él improvisaba, es una belleza, de repente mete una balacera impresionante pero también frasea. Cannonball [Adderley] también me encanta , lo melódico que es y la manera de interpretar su fraseo. De trompetistas, me gusta mucho Claudio pero también los antiguos, Clifford Brown y todos estos. He tratado de entender cómo lo hacían ellos y aplicarlo al vibráfono, entonces creo que ya tengo mi propia voz en el instrumento.
A veces me han preguntado si he copiado a algunos americanos pero yo no he copiado a nadie actual, a nadie, y no me interesa copiar, los conceptos ya estaban establecidos hace años, escuché mucho a Bill Evans, a Chick Corea y sigo escuchando a muchos, Brad Mehldau me encanta, y en el jazz contemporáneo, de lo que está pasando ahora cuando se mezcla con otros estilos, me gusta mucho Avishai Cohen (somos muy amigos), su manera de tocar, sus pianistas hacen cosas fantásticas, es muy bonito y muchas de esas cosas rítmicas que hacen, yo las veo muy naturales porque he tocado mucho la música de ascendencia africana, lo afro-cubano, lo brasileño, todo eso.
Otra cosa es que siempre me voy a las raíces porque ahí está la mata, por ejemplo, los ataques que hacen los marimbistas de Chiapas son muy interesantes para mí, una vez vi a unos chiquitos tocando y dije ¿por qué tiene tanta fuerza esta marimba? y noté que los chiquitos estaban tocando en octavas todas las partes del bajo y le metían mucho sabor, entonces aprendí mucho también del ataque de esa función porque me gusta esa energía. Voy extrayendo ideas y cada vez que escucho algo, me fijo por qué funciona, qué es lo que hicieron y a veces lo grabo y luego voy y lo analizo y voy a probarlo en mi instrumento. He tratado de que el instrumento se exprese como si fuera cantante, como si fuera piano o como si fuera guitarra, busco lo que sea para tratar de conseguir todas las articulaciones necesarias para poder expresar con el instrumento lo que estoy escuchando.

(CONTINÚA)

PRIMERA PARTE: El niño del tambor
TERCERA PARTE: This is Way


CONTACTO EN FACEBOOK        CONTACTO EN G+        CONTACTO EN TWITTER