Veracruz padece una severa crisis financiera, quizá la más grave de su historia. Esto no es nuevo, y tampoco que cuando Miguel Ángel Yunes Linares tome posesión del cargo de Gobernador, se encontrará con las arcas vacías y muchas, muchísimas cuentas por pagar.

Se acabaron ya los discursos triunfalistas, los «yo puedo», las fórmulas mágicas. Hoy lo que se escucha es la voz del gobernador electo pidiendo auxilio, retratando en el ámbito federal el tormentoso panorama que se avecina, y del que él ya tenía conocimiento.

Ese fue el mensaje que llevó Yunes Linares al encuentro, en Cuernavaca, Morelos, con el dirigente nacional de su partido, Ricardo Anaya Cortés, y con los diputados federales panistas.

El próximo gobernador de Veracruz les pidió a los diputados que lo apoyen en la negociación del presupuesto para el 2017 y se comprometió a que los recursos que se obtengan serán aplicados «con honestidad y plena transparencia”.

Anunció además que buscará reunirse con diputados veracruzanos de todas las fuerzas políticas para que se sumen al objetivo de obtener más recursos federales para mejorar las condiciones de Veracruz.

El tema no es menor.

Ya en su momento el senador José Yunes Zorrilla, Presidente de la Comisión de Hacienda, explicó que existe en Veracruz un déficit estructural de cerca de 800 millones de pesos mensuales. Dijo que esto se traduce en una presión al sistema pensionario de alrededor de 160 millones de pesos al mes. A eso hay que sumar el desajuste en los recursos destinados a educación por modificaciones a las fórmulas de la Ley de Coordinación Fiscal, lo que genera un desequilibrio tal, que se tiene que encarar con gasto corriente.

El propio Javier Duarte admitió recientemente el grave desequilibrio que sufren las finanzas estatales, a través de un Twitter: “Veracruz presenta un déficit presupuestal desde hace varios sexenios; yo lo que he hecho es reestructurar la deuda pública heredada”, explicó.

Yunes Linares no puede darse por sorprendido. Él sabía a lo que se enfrentaría en caso de ganar la elección para gobernador.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) señala que el 87.8% de la población de Veracruz está en vulnerabilidad, ya sea por bajos ingresos, carencias o por vivir bajo los estándares de pobreza.

Veracruz suma medio millón de personas que sobreviven con menos de 70 pesos diarios, y otros 600 mil que apenas rebasan el salario mínimo, mientras que los ingresos laborales cayeron 11.7% desde el 2010.

De los casi 8 millones de veracruzanos, más de 4.6 millones están en pobreza. De ellos, 1.3 millones se encuentran en condición extrema, y 2.4 carecen de un acceso suficiente a alimentos. Menos del 1% de la población tiene acceso a salarios de 700 pesos al día o más. Veracruz está entre los cuatro estados más pobres del país, junto con Guerrero, Oaxaca y Chiapas.

Frente a este panorama es que Yunes Linares ha optado por dejar a un lado el discurso de la revancha, para salir a buscar recursos adicionales que le permitan transitar con algo de liquidez a partir del primero de diciembre.

El gobernador electo teme que el recorte presupuestal anunciado por el gobierno federal le afecte a Veracruz más que a otros estados, por razones políticas, y es por ello que busca que los legisladores federales emanados del PAN hagan su tarea y apoyen con especial énfasis a ésta, una entidad que lo que más aporta son votos, los que serán muy necesarios en el 2018.

Hoy es tiempo de ayudar a Veracruz.

 

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