“Perdón por mi estúpida experiencia y por
pensar en el México que todos queríamos”
Susana Zabaleta

Se llama Beatriz Gutiérrez Müller, tiene 42 años de edad, es una mujer culta que ejercía el periodismo siempre del lado de la izquierda mexicana. Ella contrajo nupcias con Andrés Manuel López Obrador y tienen un hijo llamado Jesús Ernesto. La señora de López Obrador se maneja en un bajo perfil. Su caso, según algunos analistas políticos, es el de las esposas de Presidentes que prefieren mantenerse al margen del reflector que enfoca cada movimiento de sus maridos, otros dicen lo contrario, que como la escritora y periodista Gutiérrez Müller ha participado en la creación del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), no como esposa del caudillo sino como una militante más de este movimiento, hoy que alcanzaron el poder participa en la toma de decisiones aunque de manera discreta, pero haciendo sentir su mano como en todo lo que AMLO ha hecho en materia de diseminación de los grupos culturales tradicionales.

El patriarcado mexicano se ha vuelto un mito. La frase popular aquella de que “en mi casa yo siempre digo la última palabra: sí, mi amor, lo que tu dispongas”, es completamente cierta en más de un 90 por ciento de los hogares mexicanos. Machismo es el que practican los paisanos que presumen de ser los mandones, los que según ellos llegan en la madrugada a sus hogares en compañía de amigos y despiertan a la vieja para que les prepare algo de botana en lo que ellos sacan el pomo para seguir la juerga en casa, con la esposa de sirvienta.

En este país, las mujeres han avanzado, por sí solas, dentro del hogar, la fábrica, el campo, la escuela, la empresa, el gobierno y en todas las actividades de la vida diaria, por sí solas, sin necesidad del apoyo de grupos de farsantes que según luchan por los derechos de la mujer, se han impuesto con tres factores: su inteligencia, sus capacidades y su belleza. Nosotros estamos de acuerdo en que las mujeres sean las que manden siempre y cuando tengan esas cualidades, ahora que si a la hora de mandar hay un equilibrio, mejor. En los países más desarrollados las mujeres juegan un rol de primerísima importancia, participan en el gobierno y toman decisiones delicadas.

Lamentablemente, en México la influencia de la mujer en las altas esferas de la política, a nivel de Presidencia de la República y gubernaturas, no ha sido la más afortunada, al contrario, solo han servido para desviar las buenas intenciones de los hombres a los que han sometido a sus caprichos y para instrumentar estrategias de saqueo, que los varones ni siquiera imaginaron orquestar.

Por ejemplo, en la precampaña y campaña del guanajuatense hoy marihuano irremediable Vicente Fox Quezada, los mexicanos nos fuimos convenciendo con su discurso porque en él vimos al adalid de la justicia que el país necesitaba para sacarlo de la corrupción. Un norteño entrón que nos prometía que metería a la cárcel “a los peces gordos de la corrupción” (literal) y que conduciría al país por el rumbo del progreso atrayendo capitales para que se invirtieran en México y, con ello, crear los empleos que fueran necesarios, bien pagados. Y como cuando fue gobernador del estado de Guanajuato lo hizo bien, al empleado de la Coca-Cola le creímos.

Con lo que no contábamos era con la presencia de la perversa y voraz señora Martha María Sahagún, una paisana de Fox que le había echado el ojo al señor para conquistarlo, casárselo y manipularlo en la Presidencia de la República. Tanto daño le hizo esta mujer a Vicente Fox que se le recuerda como un mamarracho al servicio de doña Martita Sahagún, quien se encargó de saquear hasta donde pudo las finanzas pública de ese primer sexenio panista.
En Veracruz hemos padecido la presencia en el gobierno, detrás del primer mandatario, de mujeres dotadas de capacidad e inteligencia, para empinar a sus maridos y salir del poder con la tajada más grande.

Lo más reciente en este sentido es el gobierno de Fidel Herrera Beltrán, con su señora esposa, doña Rosa Margarita Borunda Quevedo, nieta del exgobernador de Chihuahua Rodrigo Quevedo Moreno. En su primera declaración patrimonial, en 2003, Fidel dijo ser dueño de un automóvil Honda Civic cuatro puertas 2001 -con un valor de 150 mil pesos-; una propiedad en avenida Bernardo Quintana número 1, piso 14, que valía 5 millones 770 mil pesos, y cinco cuentas bancarias en Banamex, Inverlat y BBVA Bancomer que sumaban en total 289 mil 391 pesos. Hoy se le contabilizan más de 150 millones de dólares como fortuna.

Duarte, el candidato de Rosita Borunda

El papel que jugo doña Rosa Borunda como esposa del Gobernador no fue únicamente el de presidenta del DIF estatal, no, ella impuso importantes funcionarios como el secretario de Salud, Manuel Lila de Arce, a todo el equipo de colaboradores del DIF, de donde fue surtiendo el gabinete de su marido cada que lo cachaba con una novia nueva, como fue el caso de Silvio Lagos Galindo, quien de ser jefe del área jurídica del DIF pasó a ser dirigente de la CNOP, desde donde vendió más de ¡80 mil! nuevas concesiones para taxis en todo el estado de donde doña Rosa obtuvo miles de millones de pesos de utilidad, más los negocios que hizo con los medicamentos del sector salud y… lo más degradante para los veracruzanos, la imposición de Javier Duarte de Ochoa como candidato al gobierno y Gobernador de Veracruz.

El candidato de Fidel Herrera Beltrán para la gubernatura siempre fue Erick Lagos Galindo, el joven político corrupto en quien Fidel se veía, pero por andar disfrutando de la plenitud del pinche poder, con hermosas jovencitas que sus vasallos le ponían, tuvo que sacrificar a Erick y decir la última palabra: “Sí, Rosita, lo que tu ordenes, que sea Javier”.

Y Javier no fue la excepción, aquel gordo bonachón que para doña Rosita Borunda era el idóneo para manipular un sexenio más, tenía a su lado, como esposa, a la también voraz ansiosa de la abundancia, Karime Macías, quien se encargó de romper la relación con doña Rosa Borunda y quedarse con el pastel completo. Los primeros cuatro años del gobierno de Duarte transcurrieron dentro de la corrupción normal, cinco mil millones de pesos se robaron Vicente Benítez y Edgar Espinoso, por ejemplo, mientras el resto de los funcionarios hacían lo mismo.

Duarte se sentía estadista porque había apoyado con miles de millones de pesos la campaña de Enrique Peña Nieto, lo que lo hacía intocable. La Casa Veracruz era, los fines de semana, de aquelarre y bacanal, fiestas de la tarde noche del viernes hasta la mañana del lunes. Droga y vino se consumían en cantidades industriales y sexo de todo tipo se practicaba en el recinto llamado Salón Yanga, de donde una mañana del 16 de septiembre Javier Duarte escapó para ir a hacer guardia, alcoholizado, ante el monumento a don Miguel Hidalgo, porque en un rato de lucidez recordó que tenía que estar ahí, aunque no se pudiera ni detener.

Y mientras Javier Duarte hacía de su vida lo que Juan Gabriel hizo en sus mansiones, doña Karime tomaba decisiones. Primero le contrató, por recomendación de su prima Kórsica, a un grupo de asesores de medios de comunicación, a quienes pagaban un millón de pesos mensuales. Estos “asesores” recomendaron a Karime que se cortara toda relación con los medios tradicionales de comunicación, y ésta se lo ordenó a Javier quien acató la orden. Al mismo tiempo, y en complicidad con su amigo “íntimo” Tarek Abdalá (ocho de zapato el niño), instrumentaron lo de las empresas fantasma para saquear las arcas públicas. Total, quien mandaba en Veracruz era ella.

¿De quién estaremos informando cuando termine este gobierno si Cuitláhuac García Jiménez no es casado?… A lo mejor de la ventaja de que no lo fuera.

¿Gútiérrez Müller contra Zabaleta?

Este pasaje de la vida político-cultural de México tiene que ver con todo lo anterior, la intervención de las esposas de los mandatarios en el ejercicio del poder. Resulta que Susana Zabaleta regresó con guante blanco la burla que Sergio Sarmiento hizo, a través de su columna “Jaque Mate”, de declaraciones donde la cantante difundió su deseo de un futuro prometedor para la cultura en el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

En su texto titulado “Matar al paciente”, Sarmiento critica las formas en que los gobiernos otorgan o limitan los presupuestos para el sector salud y los efectos que esto ocasiona. Por ejemplo, el desabasto de medicamentos o el cierre de clínicas, tema del último escándalo del sector salud, del IMSS particularmente.
Al final de su editorial, Sarmiento comenta sobre el recorte a la cultura en la actual administración y cita a Susana Zabaleta, a quien le recuerda su voto y confianza para AMLO.

Se lee en la columna de Sarmiento: “después del triunfo de AMLO, la cantante y actriz Susana Zavaleta declaró entusiasmada: ‘yo creo que a la cultura nos va a ayudar muchísimo y ahora sí hay lana por fin, después de no sé cuántos miles de sexenios. Ahora sí hay lana para la cultura… ¡Vete a volar, Gaviota!’. Parece que se equivocó (sic)”.

La Zabaleta no se quedó callada. No suele hacerlo. Es una mujer crítica, muy inteligente. Replicó y corrigió al periodista desde su cuenta de Twitter:
Mi querido @SergioSarmiento, tristemente sí me equivoqué. Perdón por mi estúpida esperanza y por pensar en un México que todos queríamos; lo sé, es decepcionante. “Zavaleta” es con “b”. ¿Ya ves? Todos nos equivocamos. 😄 pic.twitter.com/zz2WOGrRhH— Susana Zabaleta (@SusanaZabaleta) June 17, 2019.

El argumento de Sarmiento se origina porque hace días se difundió el cierre de la Biblioteca Vasconcelos, la México y del Museo Nacional de Culturas Populares. Esto, porque integrantes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Cultura (SNDTSC) iniciaron paro de labores para exigir un alto a los recortes de personal y un aumento salarial.

Los cierres se han convertido en un eje de críticas al gobierno federal. Los tres centros culturales son fundamentales para la vida pública de la CDMX. Esto, junto a una serie de errores que arrastra la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, han despertado señalamientos nada cómodos en los poco más de seis meses que lleva la actual administración.

Reflexión

Insistimos; sin duda el mejor amigo (veracruzano) de Andrés Manuel López Obrador se llama Manuel Huerta Ladrón de Guevara, abogado y sociólogo por la Universidad Veracruzana y hoy coordinador estatal de los programas sociales del gobierno federal, o “superdelegado”. Mañana les contamos porqué. Escríbanos a mrossete@nullyahoo.com.mx formatosiete@nullgmail.com www.formato7.com/columnistas