“El incendio de un OXXO en Coatza lo quieren magnificar los medios”. Erick Cisneros Burgos

Ahora que fue cerrado el penal de Topo Chico y que el gobernador de Nuevo León dio el cerrojazo a una historia negra de 76 años, con la promesa de que no habrá más autogobiernos en las cárceles de la entidad, regresamos la vista a Veracruz para recordar que en los Ceresos locales se aplica el autogobierno, con todos los vicios que implica: son gobernados por miembros de la delincuencia organizada quienes los convierten en grandes negocios que cobran a los internos por todo, especialmente por sobrevivir.

Topo Chico cerró sus puertas, como el de Allende en Veracruz, dejando en la memoria colectiva historias de masacres y venganzas así como las dudas sobre la posible existencia de fosas clandestinas dentro de él.

La prisión de Topo Chico, en Monterrey, Nuevo León, recreó la guerra entre cárteles de la droga que puso en jaque al estado norteño. En 2010 y 2011, la que hasta entonces era reconocida como la entidad más industrial del país, sede de pujantes multinacionales, comenzó a sufrir los estragos del crimen: asesinatos y narcobloqueos.

Las organizaciones criminales predominantes, Los Zetas y el Cártel del Golfo, se peleaban por la plaza, al tiempo que la cacería contra los sicarios iba en aumento.

En Topo Chico, los sentenciados, hombres y mujeres, se mezclaban. Hasta 2018 tenía autogestión y autogobierno, gracias a lo cual quienes mandaban eran miembros de la banda delictiva de Los Zetas. Sus celdas, las de los Zetas ubicadas en el ambulatorio «E», eran uno de los rincones más privilegiados dentro del penal: estaban acondicionadas con pantallas planas, sillones de lujo, un jacuzzi y el mapa donde el cártel tenía presencia.

En febrero de 2016, dos facciones relacionadas con Los Zetas que se disputaban el control de esta prisión, se enfrentaron con palos, piedras, botellas, varillas y remedos de puñales. Desde el exterior, hubo testigos que aseguraron haber oído disparos.

La reyerta, que duró entre dos y tres horas, se saldó con la muerte de 49 internos. Las autoridades encontraron los cadáveres golpeados con saña, linchados, cinco de ellos calcinados en un incendio avivado con los colchones. El gobierno tenía ante sus ojos, el motín carcelario más sangriento de la historia de México.

Lagunes López, un ejemplo

Y nos vamos a los años de gobierno de don Patricio Chirinos Calero, cuando fue nombrado como titular de Prevención y Readaptación Social el abogado José Luis Lagunes López (qepd), quien puso el ejemplo de cómo podía manejarse un auténtico centro de readaptación en el que los reos sentenciados tenían un empleo que les permitía mantener a sus familias fuera de la prisión y el estado ahorraba millones de pesos con lo que los reclusos producían.

Nos invitó el caballeroso funcionario a visitar el penal de Pacho Viejo para que viéramos lo que estaban haciendo los internos.

Tremenda sorpresa la que nos llevamos al ver una maquiladora en la que trabajaban reclusos, hombres y mujeres, confeccionando los uniformes para la policía del estado y las batas para el personal de los hospitales. La inversión la había hecho un particular quien obtenía una modesta ganancia mensual; él había puesto un taller de enseñanza para los reclusos que quisieran trabajar en el uso de la maquinaria y los detalles de los uniformes.

En otra área encontramos más reclusos trabajando en la piteada de cinturones que se vendían en los mercados, y las mujeres elaborando galletas también para la su venta fuera del reclusorio. Las tortillas y el pan para el autoconsumo ahí se producían, solo les llevaban la materia prima a temprana hora.

Se están readaptando, nos comentó Lagunes López con una risa de satisfacción en el rostro: los mantenemos ocupados, trabajando, ganando un sueldo que le entregan a sus familias y en sus ratos libres hacen deporte.

Era, el de Pacho Viejo, que es el que nos tocó visitar, un penal modelo.

Vinieron otros gobiernos y lo de la maquiladora se fue al bote de la basura porque la compra de uniformes en maquiladoras de particulares lleva un porcentaje de por medio para quien los adquiere, y hacerlos dentro del penal pues no es negocio, lo mismo que los uniformes de los médicos del sector Salud. La corrupción como siempre puede más que cualquier buen intento por mejorar las condiciones de vida de los reclusos y beneficiar al estado ahorrando dinero en las adquisiciones que hace.

Así como están esos hacinamientos, donde una parte de la población vive en el infierno y otra se hace rica y comete todo tipo de delitos, es lo ideal para los gobiernos corruptos; no le muevan porque las ganancias son muy buenas y los que están pagando condenas por delitos cometidos no merecen atención, esos ya no se componen, es el criterio de quienes mandan en esas áreas de la Seguridad Pública.

Los privilegiados por las condonaciones   

El periodista Enrique Galván Ochoa, autor de la columna Dinero que se publica en el diario La Jornada, se hace la siguiente pregunta: “¿No sería posible conocer qué dice el código de ética de las 20 empresas que se ampararon para que los ciudadanos no conozcamos las cantidades de dinero que les fueron condonadas o perdonadas en sus declaraciones de impuestos? Seguro que su código habla de la transparencia; que los clientes son lo más importante; que son empresas socialmente responsables, etcétera, lo que demostraría que en la inmensa mayoría de los casos los códigos de ética no sirven para nada, son palabrería, porque están de moda, son copia de otros, y son otra manera de engañar a la gente.”

Reflexión

Las Secretarías de despacho del gobierno estatal han fallado en cumplir las medidas de austeridad. Lejos de seguir el ejemplo del gobernador Cuitláhuac García,  el ahorro mensual promedio que reportan en salarios es de 1.6 millones de pesos en el primer semestre del año, eso sí, las nóminas están repletas de familiares que llegaron con los titulares… Nepotismo, corrupción e inmoralidad.

Escribanos a mrossete@nullyahoo.com  formatosiete@nullgmail.com