La semana pasada la periodista Peniley Ramírez Fernández publicó en el portal Sin Embargo un interesante artículo sobre el trato que da el Presidente Enrique Peña Nieto a sus amigos.

Se comenta ahí que el Presidente es un hombre «de esos que no teme mostrarse generoso y afable con quienes quiere. Al interior de su círculo más íntimo, gusta de las explicaciones simples, las ideas concretas y no teme rodearse de personas con mayor grado de estudios, mejor dominio de los idiomas o, incluso, mayor tolerancia a las malas noticias».

Para mostrar el trato extraordinario que da Peña Nieto a sus amigos, el mencionado artículo se refiere a tres casos: Humberto Moreira, exgobernador de Coahuila; el empresario Ricardo Pierdant, y el actual titular de la Comisión Nacional del Deporte (Conade) Alfredo Castillo.

Del primero narra la ocasión en que, siendo gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto viajó a Piedras Negras, en Coahuila, donde celebró el gobernador de aquella entidad, Humberto Moreira, su boda con Vanessa Guerrero.

De Ricardo Pierdant cuenta cómo su hermano Jorge, estuvo involucrado en negocios con el PRI mexiquense, para disimular los gastos de campaña del candidato Eruviel Ávila y cómo presumía que con frecuencia era invitado a fiestas que organizaba el Presidente.

Sobre Alfredo Castillo menciona que además de ser amigo del Presidente, también ha sido uno de sus colaboradores más cercanos, primero en la Procuraduría de Justicia del Estado de México (de la que salió después del caso de la niña Paulette) luego como comisionado en Michoacán (de donde salió luego del asesinato de civiles por policías federales en Apatzingán) y ahora en Río de Janeiro, en los Juegos Olímpicos, donde ha sido cuestionado por tomar esta encomienda como un viaje de placer.

Ninguno de estos tres personajes parece preocupado por su futuro, a pesar de que existen señalamientos directos sobre posibles casos de corrupción y abuso de poder.

«Si la popularidad en caída libre del Presidente Peña Nieto se midiera por la lealtad a sus amigos, otra historia contarían hoy los titulares de prensa, y las agencias internacionales asentadas en México», reflexiona la periodista Peniley Ramírez.

En Veracruz hay alguien que ha presumido ante todo aquel que lo quiera escuchar, que es «el único amigo que tiene el Presidente Enrique Peña Nieto en Veracruz». Que es tal su empatía, que «nunca me ha negado nada de lo que le he pedido».

Quizá hubo un tiempo en que eso fue cierto, pero las cosas ya no son iguales. De ser un amigo que «no le niega nada», pasó a ser un Presidente que le niega hasta el saludo. Al menos en público.

Enrique Peña Nieto y Javier Duarte de Ochoa ya no parecen amigos y, contrario a lo que sucede con Moreira, Pierdant y Castillo, el Gobernador de Veracruz sí debe estar preocupado por su futuro.

Quizá no toque la cárcel, pero difícilmente podrá librarse de la censura mediática, del reproche social.

 

filivargas@nullgmail.com