De sus aliados y colaboradores vinculados con Veracruz, el presidente López Obrador solamente ha hecho patente su enorme afecto hacia dos personajes: el gobernador Cuitláhuac García y la senadora con licencia Rocío Nahle, actual secretaria de Energía, quien aunque es nativa de Zacatecas se considera veracruzana por adopción por las décadas que lleva residiendo en el puerto de Coatzacoalcos.

 

A García Jiménez primero lo hizo diputado federal en 2015 y, al año siguiente, en 2016, lo postuló por primera vez a la gubernatura, quedando en tercer lugar. En 2018 López Obrador pudo haber promovido al gobierno de Veracruz a otro de sus mejores aliados, pero él se empecinó en que volviera a ser Cuitláhuac, quien ganó la elección por el arrastre popular de la candidatura presidencial de AMLO, el cual obtuvo una cifra record en el estado: dos millones de votos, 400 mil más que su hijo putativo.

 

Desde entonces el tabasqueño no suelta a García Jiménez, demostrando a aliados y adversarios que no solo está en su ánimo sino en su corazón. Por eso, ante la campaña de rumores desatada en contra de Cuitláhuac anticipando su salida del Palacio de Gobierno, López Obrador ha frecuentado sus viajes a Veracruz para respaldarlo. En las últimas dos visitas lo colmó de elogios, dejando entrever que no lo abandonará a su suerte.

 

A estas alturas, los detractores del exdiputado xalapeño deberían entender que si AMLO lo creó, entonces muy difícilmente va a permitir que se lo destruyan. Y hasta ahora, como Presidente, López Obrador ha dado sobradas muestras de ser un mandatario terco y  obcecado. Ahí están, por ejemplo, los polémicos casos de los aeropuertos, el cuestionado trazo del Tren Maya y el obsoleto proyecto de la refinería de Dos Bocas, en Tabasco; aparte del retiro del subsidio a las estancias infantiles, de los recortes presupuestales al Sector Salud y del despido masivo de trabajadores, entre otras criticadas decisiones que le están costando ya un drástico descenso en las encuestas de popularidad.

 

Esto parece haberlo entendido bien el senador Ricardo Ahued, recién designado por el jefe del Ejecutivo federal como encargado de la Administración General de Aduanas, pues el ex alcalde y ex diputado xalapeño acaba de negar a la Agencia de Noticias SPI que busque la gubernatura de Veracruz y que este nombramiento que ha recibido sea la antesala para conseguirlo.

 

Ahued consideró “una falta de respeto pensar que apenas a unos días de iniciar un gobierno busquen una gubernatura, me parece que es un desatino total, una falta de calidad moral y política y no es mi caso”.

 

El empresario nativo de Pachuca, Hidalgo, pero avecindado en Xalapa desde hace cinco décadas, afirmó que este nuevo encargo lo desempeñará sin ningún ánimo de buscar otro puesto político en estos momentos, pero dejando entrever que en unos años sí podría hacerlo “si se tiene la capacidad, la salud, el deseo y las condiciones personales para participar en algo tan importante como la gubernatura”.

 

Pero para la sucesión de 2024 en Veracruz todo apunta a que AMLO impulsaría a Rocío Nahle, si es que la zacatecana radicada en el antiguo Puerto México pasa la prueba como secretaria de Energía; igual que como Ahued tendría que hacerlo en la Administración General de  Aduanas, una de las áreas gubernamentales más corruptas por los negocios multimillonarios de importación y exportación de productos, así como por el asedio de los grupos criminales que trafican ilegalmente drogas sintéticas y armas de fuego.

 

A ver cuánto tiempo dura don Ricardo al frente del sector aduanal.