Con el final de la campaña al gobierno de Veracruz en el horizonte, las cifras de algunas «encuestadoras» siguen mostrando clara ventaja entre Rocío Nahle y Pepe Yunes; mientras que otras instituciones dedicadas al estudio estadísitico de reconocimiento nacional reflejan que los números se cierran. El contexto ha sido muy tenso contra Nahle y desde medios de comunicación nacionales se le ha señalado de supuestamente tener millonarias propiedades, a ella eso le hace lo que el viento a Juárez. Firmeza y consistencia es lo que muestra.
En este espacio lo dijimos durante la precampaña, Rocío Nahle trae un plan que se ha ejecutado al pie de la letra, recorrer Veracruz y presentarse en los municipios con eventos seguros; vallas, transporte de lujo, logística como de gobernante, el cobijo de los líderes de los otros partidos de su coalición y un discurso apegado a la retórica del fundador de MORENA, Andrés Manuel López Obrador.
Su consistencia en lo discursivo y político obedece a varios factores: el efecto Andrés Manuel que persiste en Veracruz, y la fijación en sectores de la sociedad sobre que los programas sociales son del gobierno de la Cuarta Transformación; su trabajo de campaña descansa en esos dos fuertes pilares. Luego…
En el desarrollo de sus propuestas de campaña, compromisos dice ella, siempre maneja conceptos, frases, palabras, del lenguaje morenista; lo cual siempre emociona y conecta con las y los ciudadanos fieles al movimiento. Y, sin querer o queriendo, ha pintado raya con el gobernador Cuitláhuac y García y todo lo que lleve su sello; no hay reconocimiento a su trabajo, no se habla de continuidad como lo hace Sheinbaum hablando del segundo piso de la cuarta trasnformación; Nahle habla de un Veracruz que parece destruído, inseguro, sin carreteras, ni salud.
En lo personal, que cuenta mucho, es donde Rocío Nahe ha mostrado firmeza; le han querido achacar la propiedad de millonarias residencias, hasta con documentos notariales; se le ha querido imponer una etiqueta de corrupta por no poder explicar la forma en que ella, y su esposo, a través de sueldos de PEMEX y su trabajo como legisladora puede vivir en un fraccionamiento de superlujo en Boca del Río. Pero ella se mantiene firme, no ha visto la necesidad de desmentir los documentos.
Y regresando a su consistencia en el discurso, Nahle asegura que eso de su enriquecimiento es una campaña de los medios, «nado sincronizado» acaba de declarar en una entrevista radiofónica; es el enfoque que ha tenido López Obrador cuando lo han puesto al centro del interés periodísitico por supuestos de corrupción.
A Rocío Nahle no le hace falta ponerse al tú por tú para defenderse sobre los señalamientos personales, su campaña sigue siendo de amor, de cercanía, abrazos y selfies, aunque las vallas estorben. Su firmeza y consistencia posiblemente sean reflejo de un triunfo que ve seguro, desde los números que su equipo se ha encargado de difundir. Pero viene el día más importante, y que pudiera ser el más difícil para ella y Pepe Yunes en sus carreras políticas.
Se trata del día de la elección, cuando todas esas encuestas publicadas, los discursos amables, el amor, las sonrisas, los compromisos de palabra, las banderas y las porras deben convertirse en votos a favor; o que el desgaste, lo repetitivo y falto de contraste se convierta en votos en contra. La campaña no ha terminado, al día de hoy parece que a Rocío le alcanza con lo que ha podido mostrar, sin considerar el trabajo que hace Pepe Yunes en una campaña que es muy distinta a la de la morenista y no dejando de tomar en cuenta que todavía ciudadanas y ciudadanos indecisos.
La firmeza y la consistencia son valores importantes en la vida, en la política más; pero la sociedad merece también opciones de contraste en favor del bien común.
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