Es pronto para proclamar qué series se coronarán como las mejores de 2024, sin embargo, Bebé reno fácilmente podría entrar en la lista. Porque la nueva serie de Netflix es una apuesta que genera conversación, que irrumpe en nuestras vidas con una historia arrolladora y rompe barreras en torno a la glamurización del acoso en el terreno de la ficción.
Esta serie de siete capítulos está basada en una historia real tan inquietante, narrada desde una perspectiva que apela al despertar de la empatía interna, que consigue elevarse hasta ese plano superior donde conviven las series más recomendables del streaming. Y no solo es mi opinión, la misma crítica la está aplaudiendo con una aprobación unánime del 100% en Rotten Tomatoes.
Bebé reno (Baby reindeer) narra la retorcida relación forjada entre un comediante sin éxito llamado Donny Dunn (Richard Gadd) con su acosadora Martha (Jessica Gunning), explorando el acoso como enfermedad mental a través de arcos narrativos que imponen el peso de la soledad y la codependencia emocional entre personajes que conviven con el trauma.
Estamos ante una serie que se aleja de la romantización del acoso que hizo You o del tono de villano criminal que vimos en infinidad de thrillers, como Cabo de miedo o Atracción fatal. En cambio, a través de episodios que varían entre 27 y 45 minutos cada uno, se aporta una mirada sofisticada pero complicada sobre la salud mental, tanto del acosador como la víctima, apelando a la empatía, la falta de autoestima y los demonios internos para crear una serie desgarradoramente estimulante.
Sin embargo, lo que consigue convertirla en un terremoto arrollador entre las series actuales es la noción de verla sabiendo que está basada en el acoso que vivió su propio protagonista.
Un inquietante caso de la vida real
Bebé reno está basada en una exitosa obra en solitario creada, escrita y protagonizada por Richard Gadd, un comediante escocés que se inspiró en su propia experiencia tras sufrir la persecución “asfixiante” de una acosadora. Tal y como muestra el primer episodio de la serie, todo comenzó después de ofrecerle una taza de té gratis en el bar donde trabajaba, convirtiendo aquel gesto inocente en la llama precursora para la invasión excesiva de su privacidad.
A lo largo de cinco años, Richard Gadd recibió más de 41,071 correos electrónicos, 744 tuits, 350 horas de mensajes de voz, 106 cartas y 46 mensajes de Facebook.
Y esos mismos mensajes de la vida real los vemos retratados en la serie: mensajes mal escritos, con errores gramaticales en inglés, insinuantes, insistentes y, a veces, de tono sexual, que forman parte de la narrativa de la historia. Porque Richard Gadd los incluye en diferentes momentos de cada episodio como si fueran prólogos, pausas o bombas dramáticas que nos permiten descubrir las dos caras de Martha: la vecina risueña que parece inofensiva en sus primeras interacciones en persona, y la acosadora obsesiva, codependiente y psicótica que se escondía tras el teclado, viviendo en la ilusión de una relación inexistente. Mensajes que, debido a los propios traumas del protagonista, crean una dependencia enfermiza en la propia víctima, un hombre que necesita atención para tapar sus propios agujeros emocionales.
“El acoso en televisión tiende a ser muy sexual”, dijo Richard Gadd en un reportaje de Netflix. “Tiene una mística. Es alguien que se encuentra en un callejón oscuro. Es alguien que es realmente sexy, que es muy normal, pero luego se vuelve extraño poco a poco. Pero el acoso es una enfermedad mental. Realmente quería mostrar las capas del acoso con una calidad humana que no había visto antes en la televisión”. Y así lo hace, dejando a un lado los clichés de la sexualización o violencia en torno a este tipo de historias en el cine y la televisión, para crear un retrato realista que no busca trivializar el acoso masculino. Incluso reconociendo parte de su culpa a la hora de alimentar la fantasía de su acosadora. “Hice muchas cosas mal y empeoré la situación”, reconoció a The Guardian.
Richard Gadd, que ahora tiene 34 años, vivió esta experiencia hace una década cuando era uno de los comediantes incipientes en la escena británica. “En su apogeo, era casi insoportable”, dijo a Channel 4, vía Mirror. Explicó que su acosadora -de la que no se conoce el nombre- iba con frecuencia a sus actuaciones, se aparecía en su casa y lo colmaba de regalos como sombreros y calzoncillos, mientras le enviaba mensajes día y noche.
Finalmente fue a la policía cuando el asunto comenzó a afectar su vida pero, como la mujer no lo había amenazado con violencia, las autoridades no pudieron ayudarlo a detener el comportamiento intrusivo al principio. “Las leyes en torno al acoso y abuso son tan estúpidas porque buscan lo blanco y negro, lo bueno y malo, y no es así como funciona”, dijo el comediante según la revista OK. Y así pasaron cinco años, escribiendo la obra como modo de terapia hasta que el asunto “se resolvió”. Según Mirror, la acosadora tiene prohibido legalmente acercarse a él y sus conocidos.
Una serie arrolladora
“La sensación que más se siente cuando te acosan es la de un tedio y una frustración implacables. No quería que el público sintiera eso”, dijo a The Guardian. De esta manera, se centra en la cara más personal y traumática de la experiencia a través de una mirada empática que posa el foco sobre las enfermedades mentales en lugar de crear un relato sensacionalista, violento o exageradamente dramático.
Merece la pena destacar que la serie no intenta forzar el victimismo en ninguno de los dos, sino de indagar en las motivaciones, situaciones y experiencias de cada uno para comprender cómo el trauma y la salud mental pueden dar forma a esta terrible experiencia. Y lo hace a través de un relato inteligente que la convierte en una serie turbadora y arrolladora.
Porque al estar basada en una historia real y haber sido construida con la empatía como hilo conductor, Richard Gadd consigue crear una serie que se aleja de los clichés. Que propone una historia original y una visión humana para el análisis común, repleta de sorpresas dramáticas que se acomoda intensamente en las entrañas del espectador, despertando sensaciones, emociones y reacciones que jamás hubiéramos imaginado cuando empezamos el primer episodio.
Bebé reno es un vendaval narrativo que no tiene desperdicio.
Yahoo
Comentarios