Científicos franceses han revivido un virus de 48.500 años de antigüedad que ha estado encerrado en el permafrost siberiano desde la Edad de Hielo. Lo introdujeron en un cultivo de amebas vivas y observaron que volvía a replicarse. Podría infectar a humanos.
Los científicos han revivido varios virus antiguos, incluido uno de 48.500 años que es el más antiguo jamás recuperado. Han estado encerrados en lo profundo del permafrost siberiano desde la Edad de Hielo.
En un nuevo artículo publicado en bioRxiv, los autores de esta investigación, de la que es primer autor Jean-Marie Alempic, explican cómo identificaron y revivieron 13 virus pertenecientes a cinco clados diferentes, a partir de 7 muestras recolectadas en el helado Lejano Oriente ruso.
Un clado es cada una de las ramificaciones que se obtiene después de hacer un único corte en el árbol filogenético. Empieza con un antepasado común y consta de todos sus descendientes, que forman una única rama en el árbol de la vida.
Entre los virus identificados, pudieron revivir uno de una muestra de permafrost que tenía unos 48.500 años de antigüedad.
También recuperaron tres nuevos virus de una muestra de heces de mamut congeladas, de 27.000 años de antigüedad, así como un trozo de permafrost relleno con una gran cantidad de lana de mamut. Dos nuevos virus más han sido aislados del contenido estomacal congelado de un lobo siberiano (Canis lupus).
Metodología
El equipo introdujo los virus en un cultivo de amebas vivas y demostró que estos virus aún eran capaces de invadir la célula y de replicarse: los experimentos mostraron que los virus aún tenían el potencial de ser patógenos infecciosos.
El proyecto es obra de un equipo de investigadores de la Universidad de Aix-Marseille en Francia, que en 2014 había revivido un virus de 30.000 años de antigüedad encontrado en el permafrost siberiano.
En su artículo, los investigadores enfatizan que es necesario realizar más investigaciones sobre los virus capaces de infectar eucariotas, organismos con células que tienen un núcleo, así como a todas las formas de vida complejas, como plantas y animales, incluidos los humanos.
Amenaza emergente
Los científicos señalan que se han publicado muy pocos estudios sobre este tema. Explican que es probable que el aumento de las temperaturas, como resultado del cambio climático, vuelva a despertar muchas amenazas microbianas, incluidos los virus patógenos, del pasado antiguo.
«Como lamentablemente está bien documentado por pandemias recientes (y en curso), cualquier virus nuevo, incluso relacionado con familias conocidas, casi siempre requiere el desarrollo de respuestas médicas altamente específicas, como nuevos antivirales o vacunas», escriben los autores del estudio.
«No existe un equivalente de ‘antibióticos de amplio espectro’ contra los virus debido a la falta de procesos universalmente conservados que puedan usarse como medicamentos en todas las familias de virus. Por lo tanto, es razonable especular sobre el riesgo de que las partículas de virus antiguos puedan seguir siendo infecciosas y volver a aparecer después del deshielo de las antiguas capas de permafrost», añaden los autores.
Ártico sensible
Destacan asimismo que el calentamiento climático es particularmente notable en el Ártico, donde las temperaturas promedio parecen aumentar el doble de rápido que en las regiones templadas, y que una de las consecuencias más visibles de este proceso es el deshielo global del permafrost a profundidades crecientes.
Añaden que la descongelación del permafrost tiene importantes consecuencias microbiológicas, como la liberación física de bacterias vivas (o arqueas) que han permanecido en criptobiosis atrapadas en el permafrost profundo y aisladas de la superficie de la Tierra durante al menos 2 millones de años.
Señalan que el retorno periódico de las epidemias de ántrax que devastan las poblaciones de renos se ha relacionado con el descongelamiento más profundo de la capa activa del permafrost en la superficie del suelo durante los veranos excepcionalmente calurosos, lo que habría permitido que las esporas centenarias de Bacillus anthracis, procedentes de los cementerios o cadáveres de animales viejos, vuelvan a resurgir.
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