No es broma, nos consta, muchas y muchos de los alumnos de la Universidad Veracruzana no saben quién es el Rector de la institución; ni su nombre, ni su origen, ni su responsabilidad, son datos que desconoce la generalidad de las nuevas generaciones. Pero la marcha del pasado jueves 13 de octubre, en protesta por un acto violento sucedido en la Facultad de Humanidades, exhibió a tal personaje frente a miles de jóvenes. Ahora se le conoce mejor.
Empecemos por lo básico, se llama Martín Gerardo Aguilar Sánchez. Antes de comentar su falta de reacción ante las problemáticas universitarias, vale la pena mencionar que su formación académica y experiencia profesional en el campo de las ciencias sociales es muy grande. Se graduó como licenciado en Sociología, de la misma UV. Además de Rector, tiene una maestría, dos diplomados, y un doctorado de la Universidad de Estudios Políticos de Grenoble, en Francia. ¡Oh mon dieu!
Y ha dado clases, en distintos niveles; además de director de muchas tesis, también ha sido ponente en eventos nacionales. Autor de muchos artículos, libros, colaboraciones, coordinaciones, en fin, tiene cualquier tipo de título que te puedas imaginar, de esos que son tan valorados en las elites de la investigación, a tal grado que es investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la UV.
Fuera de lo académico, ha sido empleado en el servicio público en el INEA, DICONSA, IVEC, en las extintas Secretarías de Agricultura y Recursos Hidráulicos, y Programación y Presupuesto. 42 páginas hay que chutarse para conocer su trayectoria, en un documento público, si te da curiosidad lo puedes leer aquí.
Lo extraño, que raya en incongruente, es que el Rector Aguilar ha basado su trabajo académico en temas como las luchas de los sectores sindicales, cultura política, sociedad civil, democracia y derechos humanos; pero encerrado desde su oficina no parece mostrar la sensibilidad que le obligarían tener sus tantos títulos.
Las problemáticas en la Universidad Veracruzana, en el periodo de Martín Aguilar como Rector, ya han sido varias; desde situaciones administrativas como el caso de los docentes de la Facultad e Contaduría el pasado septiembre, hasta reclamos por tolerar conductas de violencia de género en contra de alumnas de distintas facultades. Y de la reacción ante la crisis desde su estrategia de comunicación (nula obviamente), ni hablar.
Y lo de siempre prevalece, como si cada rector o rectora que llega supiera que serán jinetes de un huevón elefante blanco que no se va a parar, y hay que dedicarse a administrar. Es sabido, entre muchas situaciones, que en la Facultad de Bioanálisis en Xalapa hacen falta material y reactivos de laboratorio, que obligan a las y los estudiantes a realizar prácticas que rayan en el maltrato animal, condicionados a no hacerlo público para no afectar sus calificaciones.
Y casos de protección sindical siempre hay, maestras y maestros que se preocupan más por la jubilación que por su desempeño frente a grupo, intocables, soberbios. Y entre la maraña de broncas, como siempre, están las y los jóvenes. Salvo casos excepcionales, alumnas y alumnos son tratados desde una visión añeja, por docentes sin empatía, sin profesionalismo, faltos de espíritu, que no inspiran mas que flojera.
La cotidianidad de la Universidad Veracruzana está en las aulas, la institución se debe a las y los estudiantes, quienes dan vida a la institución. Mirar a la Universidad desde el privilegio de una cómoda silla, en las alturas de la rectoría, es un gesto soberbio; despreciar marchas y protestas como la del jueves 13 de octubre pinta de cuerpo entero al Rector Martín Aguilar y su equipo, que se parecen más a un gobierno de la 4T que a funcionarios universitarios en sintonía con la juventud.
La honestidad y buena administración no aseguran tener sensibilidad, la reacción de Rectoría ante la amenaza con arma blanca de un alumno a otro se dio igual que cuando López Obrador o el Gobernador de Veracruz declaran por hechos violentos, frases trilladas, la clásica de “no se tolerará”. Tarde, todo tarde. A diferencia de las juventudes que en pocas horas se organizaron, por miles, para salir a las calles de Xalapa y protestar.
Tiempo hay, como para dejarse ayudar, como para que el Dr. Aguilar caminara por los pasillos de las facultades, saludara a las y los alumnos, les escuchara directamente; gastar los zapatos, hacer diálogo productivo, de lo administrativo, de los oficios, de las agendas hay a quienes delegar. Mejor que las y los altos funcionarios de la UV aprendan que la dinámica del mundo actual es distinta y en ese ritmo viven sus estudiantes. Gracias a la reacción, o más bien, la no reacción del Rector, ante miles de estudiantes gritando afuera de su oficina, hoy saben bien quién es y de lo que no es capaz.
Chicas y chicos: ahora ya saben quién es su rector, y si vuelven a violentarles ya saben qué hacer, lo acorralan en rectoría. Al violento ya lo expulsaron, pero el riesgo sigue hasta que haya acciones concretas y anticipadas desde Rectoría. ¡Vivan las juventudes valientes de la UV!
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